viernes, 14 de agosto de 2009

GREDOS (II)




Hacía mucho tiempo que no caminaba por esta sierra. ¿Cuánto? Me sorprende enseguida el arreglo que se ha hecho del camino. El suelo ha quedado consolidado con piedras bien dispuestas, apoyadas en traviesas de madera que, en forma transversal, van cuadriculando el terreno. Así, lo que antes era un camino de tierra en muchos trechos ahora lo es solo de piedra. ¡Nada menos que desde la Plataforma hasta la Laguna Grande! Se entiende la finalidad que se persigue (se supone que la de encauzar los pasos de todos los caminantes por la misma senda y hollar el menor espacio posible) y procuramos respetarla.

La sierra de Gredos es siempre muy visitada y en verano lo es mucho más. Pronto el camino se convierte en una hilera de montañeros que se van encogiendo y estirando según las perspectivas. El camino asciende y el horizonte se muestra cada vez más amplio, casi infinito. Hacia el norte, hacia el este, hacia el oeste. Solo el sur queda vedado a nuestros ojos: estamos en la ladera norte y subimos en busca de la cumbre.

La subida hacia la Laguna no ofrece demasiada dificultad. Está la mañana luminosa y amplia. El sol luce en lo alto y el sudor aparece. Una fuente, que ha sido encauzada y llevada a la vera del camino desde tal vez doscientos metros, nos saluda de pronto. Está mirando al noreste, como vigilando todo el horizonte. Yo cumplo mi ritual de beber en las fuentes de los campos y las sierras. Su agua está fresquísima. Hasta ella llega resollando una hermosa joven a la que animamos para que continúe el camino. Estamos casi arriba y ya el Circo de Gredos no está lejos.

Y cuando se le antoja, pues a ver quién pide cuentas a la naturaleza, nos damos de bruces con el Circo completo: La Laguna, el Risco de las Hoyuelas, la Portilla de las Hoyuelas, el Cuchillar de los Cerraíllos, los Hermanitos, el Casquerazo, la Portilla de los Machos, la Solanilla, el Cuchillar de las Navajas, Portilla Bermeja, Portilla del Crampón (¡ay esta portilla!), el Ameal de Pablo, la Galana, los mil picos, cada uno con su nombre… Y el majestuoso Almanzor. Todo un museo de toponimia, pero, sobre todo, de belleza natural. El Circo es un rincón perdido para el mundo, escondido por siempre entre los hielos, silencioso en el sostén de los glaciares, cuna para los hielos y las nieves, espejo de los soles en sus piedras, hondón siempre de sueño en la Laguna, piedras descuartizadas que se mantienen erguidas en perfecta arquitectura, imagen y figura de sueños infinitos, ara picuda señalando al cielo, picachos que se contemplan como hermanos desde siempre, refugio para el alma y el silencio, anhelo para el que quiere estar más alto todavía, la cuna donde mece sus devaneos por un rato el que hasta allí se acerca, el gran padre de Iberia y de Castilla, la densidad rendida y derrotada en los cantos rodados de todas sus laderas…

Nos quedamos un rato mirando la grandeza de aquel sitio. Yo quise hacer un corte de lesa geografía y quedarme en el Circo, solo en aquel rincón privilegiado. No lo tenía muy fácil pues mi vista se iba también río abajo, de valle en valle, buscando el horizonte. Me pesaba el contraste de la altura y el valle, del copo de nieve hecho agua y rodando por el mundo, del aire de la altura y el arregosto cruel de la llanura, del silencio profundo y el tráfago constante de las calles…

Siempre será ese cielo hacia el que apuntan todas aquellas rocas y el suelo en el que se asientan, el gris de sus pedruscos y el lago en que se mecen las aguas lo que me llevaré de Gredos, ese cielo mirando por las cumbres, como asombrado por ese enorme intruso que se quiere llegar hasta sus reinos, y ese color tan gris de soledad eterna guardado en aquel sitio tan remoto.

Después de algunas fotos en actitud lectora (el Quijote y Unamuno son los culpables), seguimos camino en descenso hacia la Laguna. Y ya siempre mirando sorprendido hacia el agua y hacia las rocas de las cumbres. Como a mitad del descenso de los Barrerones, nos topamos con un numerosísimo (¿50, 60?) grupo de muchachos y muchachas muy jóvenes. Enseguida nos llamaron la atención por su indumentaria. Vestían boina roja y en ella llevaban el escudo con el yugo y las flechas. Venían uniformados y en hilera y a cada uno que pasaba nuestra curiosidad crecía. Eloy se decidió a confirmar lo que ya sospechábamos. Preguntó y le respondieron. Se trataba de un grupo de ¡!carlistas!! venidos de Valencia. Su media de edad no superaría los doce o catorce años. Me puse triste pensando en lo que se estaba afirmando en aquellas mentes tan jóvenes, en el mundo y en la escala de valores que sustenta todo tipo de organizaciones de esta clase y en la complicación que supone cercenar las posibilidades y las variables desde tan temprana edad. ¡!Cómo les enseñarán la historia, por ejemplo, a estos pobres niños!! De repente se me vino encima una buena parte de la última historia de España. Si querían afirmar aquello de Dios, Patria y Rey (los suyos, por supuesto), no habían elegido mal lugar para inocularles los dogmas y para inyectarles en vena las proclamas. Pero no sería la única “aparición” del día.

En esta época del año, la laguna está más baja y en calma. Bordearla por el camino no supone ninguna dificultad. Es lo que hacemos hasta colocarnos en el camino que nos aúpa a la Esmeralda, ese pequeño charco que tan bien ganada tiene su fama por el color de sus aguas. En el charco se baña un grupo de personas. Nosotros nos apartamos unos metros para tomar un tentempié más a gusto. En reposo, comemos, miramos hacia el cielo y se nos vienen encima los picos de las cumbres. Cada mirada es una sorpresa.

2 comentarios:

mojadopapel dijo...

Te inundas de espiritu cada vez que hablas de naturaleza y elevas el tono sensible de tus palabras en descripciones maravillosas.

Caminante dijo...

Manolo, compañero tuyo en esta aventura narrada me ha enviado hasta aquí. He leído el anterior -primero- y éste. Veo que eres muy descriptivo, te dejas llevar por los detalles -yo también, de manera que en la crónica que he publicado hoy del recorrido me he ceñido, exclusivamente, a él, sin publicar lo también escrito del antes y el después, con los compis de excursión-.
Las fotos reguapas. Sigo con el siguiente publicado... PAqUITA