domingo, 31 de octubre de 2010

SARA SE HA ECHADO A ANDAR

Nada sucede si no es en el espacio y en el tiempo. Son esas las coordenadas que condicionan todo, que explican al ser humano en sus grandezas y miserias.

¿Cómo controlar esas dos variables? ¿Qué sabemos del tiempo, de sus principios, de sus fines, de su propia existencia? Solo tenemos la certeza de que el sol se oculta cada día y vuelve a estar presente al día siguiente. Y poco más. Es posible, sin embargo, que el ser humano solo traiga a la vida una ilusión vana, la de medir el tiempo. Y en ese afán lo cuadricula casi todo y todo lo distribuye de acuerdo con ese acto voluntarioso de magia que es dividir y tratar de medir el tiempo. Vano intento.

La variable del espacio parece que anda algo más cerca de nuestras posibilidades, y en otro vano intento, vamos y venimos, salimos y volvemos, nos desplazamos y hacemos intercambios, nos aferramos a la lujuria de algunos paisajes o huimos de circunstancias no deseadas.

Pero hay un momento absolutamente especial; es aquel en el que el ser humano, el pequeño ser humano se encuentra de pronto erguido y solitario, con la posibilidad de desplazarse por sus propios medios, con la facultad de levantar la mirada y ver el mundo de frente y a su altura, con la ocasión de ir y venir a donde quiera, con la oportunidad de empezar a marcar sus propios territorios.

Ayer fue un día feliz porque Sara se echó a andar en los pasillos de mi casa. De repente, la magia se tornó realidad y aquella figurita que necesitaba de algún apoyo se dijo allá me voy, a ver qué me espera en el camino, a moverme por mis propias fuerzas. Y no hubo distancias intermedias; fue como si hubiera esperado demasiado pero ahora quisiera recuperar todo el tiempo perdido. Ya en los primeros intentos sintió curiosidad por visitar todos los rincones de la casa por sus propios medios.

Todos le servimos de cortejo, pero ella era la cabecera de la procesión.

Ya tiene Sara fuerzas para mirar de frente, para andar y para hollar los caminos, para caer y levantarse, para andar las mejores y las peores sendas, para pasear y dejar huella efímera en la arena de las playas, para subir hasta las altas cumbres o bajar a los más hondos valles, para visitar a quien lo necesite y para apartarse de quien no se acompase con sus ritmos, para servir de ayuda y de apoyo, para sentir sudores y fatigas, para moldear su cuerpo, para robar la esencia de la lluvia, para correr al alba, para encarar la noche donde mejor se viva, para aspirar la brisa y volver siempre a tiempo a sentarse en la silla donde pensar lo hermoso de la vida, para mudar de sitio, para volver la cara y para hacer frente según las circunstancias, para alcanzar las cosas, para dejarlas luego y compartirlas, para correr en busca de la vida o alejarse de ella, para marcar su propio territorio.

Ayer Sara extendía sus bracitos para hacer equilibrio. Parecía que llamaba al mundo a su presencia, que lo quería acercar ante sus ojos, que lo empezaba a beber a sorbo limpio. Yo la seguí gozoso sabiendo que se iba buscando sus propios territorios y que mi sitio cada vez estará más en esa contemplación feliz de verla más segura.

Ayer fue un día feliz en medio de la lluvia. Sara se ha echado a andar. ¿Qué van a ver tus pies, Sara, hasta que se paren, cansados en el tiempo?

viernes, 29 de octubre de 2010





2010-10-29 OH, QUÉ TARDE, DIOS MÍO
Hoy se me fue la vista desde la tarde gris de mi terraza. Y se posó en las faldas de la sierra. Y ascendió a los lomos de la loba. Y por primera vez los encontró de blanco. Y allí quedó prendada y diluida. Hubo lluvia, hubo sol, hubo arco iris. Oh, qué tarde, Dios mío.

jueves, 28 de octubre de 2010

YO LLORO MUCHO, ¿Y QUÉ?

Cada día la vida nos ofrece ejemplos en los que mirarnos para reflexionar. Nada nuevo bajo el sol. El ser humano se va manifestando en esas pequeñas cosas que configuran su pasar por este sitio tan extraño que es la vida.

A mí, en general, no me interesan tanto los hechos concretos como las actitudes, es decir, las conductas, o sea, las acciones repetidas. Los medios -otra vez los medios- se suelen detener en la visualización del hecho concreto y se olvidan de las tendencias, porque hay que analizarlas y eso cuesta trabajo y tal vez hasta haga pensar. Y eso es peligroso. Y vende poco porque es menos espectacular. De ese modo, le sacan las asaduras a cualquier hecho espectacular aislado pero al día siguiente ya no se acuerdan ni de su existencia.

En el último discurrir diario hay dos ejemplos que ilustran creo que muy bien lo que apunto.

El alcalde de Valladolid se ha despachado con unas manifestaciones groseras de todo punto y hasta procaces contra la joven ministra de sanidad. Yo invitaría a analizar la trayectoria de este señoraco de Fachadolid y no haría solo sangre de estas palabras concretas.

El escritor Pérez Reverte ha afeado la conducta del ministro saliente de asuntos exteriores por haber llorado en público en la despedida. De nuevo, el hecho concreto no es lo que más me interesa sino lo que pueda encerrar como actitud vital y como comportamiento. ¿Hacia dónde apunta este ser? ¿Qué conducta puedo esperar de él tras estas palabras? ¿Qué pensaría de mí un sujeto semejante?

Las tradiciones y los argumentos sociales no escritos apuntan a un ser masculino serio y tentetieso, sin desmoronarse nunca, ejemplo de fortaleza ante la tribu y guía y protector de cualquier debilidad. Así andamos.

Pues yo reconozco llorar con mucha frecuencia, venirme abajo en la emoción varias veces cada día, sentir que me descontrolo, incluso físicamente, con una repetición tal vez desmesurada. Yo mismo me descubro a veces en el intento de frenar esas expresiones físicas porque los contextos parece que me lo piden e incluso porque la acción que esté desarrollando no puede continuar, sobre todo si se desarrolla con más gente.

Pero ya está bien de sujetos encarados que no se doblegan ante nada. Tal vez por eso este sujeto ande con esa expresión agriada y ácida, aceda, áspera y avinagrada, desabrida, abrupta y hasta escarpada físicamente. ¿Este individuo conoce lo que es una emoción? Tal vez se le secaron todas en sus corresponsalías de guerra. Quién lo diría. Uno hubiera esperado que se le hubieran quedado los ojos húmedos para siempre al contemplar tanta injusticia y tanto dolor. No parece que sea el caso. ¿Será que no organiza en sus novelas las emociones de sus personajes? ¿Será por eso por lo que los sitúa tantas veces en escenarios bélicos, pendientes casi siempre de dar mandobles físicos en vez de dar mandobles de ternura y de sentimientos?

Estoy hasta los huevos de aquellos creadores para los que vale todo con tal de dar la nota y de hacerse con ello notar. Sobre todo con aquellos que no lo necesitan para nada pues ya tienen el saco bien colmado de divisas. Esas rebajas a la complacencia y al esnobismo me parecen más barriobajeras cuanto más alto veo el origen y el tejado del que descienden.

A mí este ser todavía no me ha hecho verter ni una sola lágrima. Sus últimas manifestaciones solo me han producido malos humores y un desprecio muy grande.

miércoles, 27 de octubre de 2010

DESGASTÁNDOSE EN OTROS

Sigo dándole vueltas a ese minuto escaso que nos permite el tiempo en ese recorrido indefinido de la vida. Ni sé para qué vale ni cómo llenarlo con dignidad y aprovechamiento. Tampoco sé si el aprovechamiento apunta hacia mí mismo o señala más al resto de los que me rodean y me acompañan en ese caminar de cada día.

Me descubro a menudo discutiendo con alguien a quien acuso de desgastarse en actos que afectan a las actividades de otros y no a esa persona, en repetirle machaconamente que la calidad bien entendida empieza por uno mismo y que tal vez la mejor justicia es la de la enseñanza de la responsabilidad que le compete a cada cual sobre sus propios actos, que es buena la caridad pero que es mejor la justicia y que cada cual debería atender a sufragarse sus propias necesidades hasta que sea evidente que la ayuda es necesaria. Y discuto y me estrello, y voy y vengo en mis palabras y comienzo de nuevo, y aparecen los disgustos y los malos momentos y esos vaivenes tontos de enfado y de contento.

No sé cuánto tengo de razón. Tal vez no tenga nada y lo que en mí merece desagrado tendría que merecer aplauso y ánimo constante. Tal vez. Sigo con mi duda sin resolver y en altibajo siempre.

Hay algo que imagino y me duele. Son las alabanzas tontas a quien parece dadivoso desde el lado de quien recibe esas dádivas. Eso me pone enfermo. Me gustaría que esas alabanzas -a veces ese simplemente dejar correr el tiempo y la inercia de un curso favorable- se tornaran en algo de reflexión y en un poco de reparto de tareas, en menos palabritas y en algo más de acción compartida. No es bueno fabricar santos a costa de ceder obligaciones; mejor si los alzamos con nuestras buenas obras.

Es solo un desahogo y acaso no debiera desahogarme con lo que, al fin y al cabo, es ayuda y eterna disposición a lo que pide el otro. Mecachis.

martes, 26 de octubre de 2010

"DECIDME CÓMO ES UN ÁRBOL"

Otra vez fue la casualidad o la aplicación de esas cuatro reglas oscuras y veladas que rigen nuestra vida sin que nos demos cuenta lo que me puso en contacto con un texto que había casi olvidado.

Hace por ahora un año que dimos en Béjar el Premio a la Libertad a Fernando Macarro, “MARCOS ANA”, ese preso eternamente preso y eternamente joven, del que yo no conocía ni su existencia y que me cautivó con su verbo torrencial, con la simplicidad de su exposición, con la generosidad de sus ideas y con el fondo de coherencia y de verdad de todo lo que decía.

Ayer cayó en mis manos su obra “Decidme cómo es un árbol”. A este título acompaña este subtítulo tan aclaratorio: “Memoria de la prisión y la vida”. La promesa del año anterior de adquirirlo y de leerlo había quedado en el olvido.

Pues todo fue tenerlo entre mis manos, venirme para casa y abrirlo. Trescientas setenta y nueve páginas más dos bloques de fotografías. En menos de veinticuatro horas he dado fin a su lectura.

Se trata de un testimonio directo acerca de las peripecias carcelarias, del ambiente prebélico y bélico, del fondo social que explicaría estos hechos y de la vida posterior a la prisión, desde principios de los años sesenta hasta el comienzo de la democracia.

El texto me resulta apasionante porque suma toda una serie de factores en positivo hasta llenar un panorama desgarrador y a la vez emocional e impulsivo. El autor tiene tiempo de pasar media vida en la cárcel (23 años) como preso político con dos penas de muerte a cuestas, pero de vivir otra media con toda intensidad y como representante no solo de su vida sino de todos aquellos que padecieron, y en qué condiciones, la privación de la libertad. De este modo, ya en vida, se ha convertido en un símbolo viviente de toda una actitud vital. Aún sigue pregonando por ahí sus convicciones y sus ideales con una fuerza que sobrecoge.

Pero se suma también el ambiente social y emocional de todos los encarcelados. Y Marcos Ana tiene muy claro siempre que él no es más que uno de ellos, que le ha tocado representarlos pero que el ideal lo personificaron todos. Es una actitud que le honra y que lo engrandece.

Su actitud personal nunca es de venganza, ni siquiera de rechazo, sino de respeto a todos los que piensan de forma diferente a la suya. Esta idea queda clarísima a lo largo de todas las páginas. Solo pide que lo dejen defender libremente sus ideales y su forma de entender la vida.

Recoge el libro, como no podía ser de otra manera, la red de relaciones entre los miembros del PCE en el interior y en el exterior, tal vez la última gran red de solidaridad y de ayuda del mundo moderno.

Y todo el libro está salpicado con la prosa directa de un autodidacta que va creciendo incluso a medida que va escribiendo el libro. Y lo hace en positivo, aunque siempre desde la emoción de la primera persona y desde la sinceridad de quien se reconoce como uno más de tantos otros.

Salpican las páginas bastantes de los poemas que el autor considera oportunos y fundamentales en su trayectoria. También en ellos se resume el carácter y la tensión emocional de la vida del autor. Algunos son tan directos y atractivos como este:

LA VIDA

Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto del río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar, habladme
del olor ancho del campo,
de las estrellas, del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves,
como la choza de un pobre.

Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor, no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
¿O solo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?

Veintidós años… Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma… Escribo

a tientas: “el mar”, “el campo”…
digo “bosque” y he perdido
la geometría del árbol.

Hablo, por hablar, de asuntos
que los años me borraron

(no puedo seguir, escucho
los pasos del funcionario)

Todo un testimonio de emoción y de ejemplaridad. A mí me ha ocupado emocionalmente a tiempo completo y con una enorme intensidad estas últimas veinticuatro horas. Espero que deje poso suficiente como para aspirarlo durante más horas y más días.

lunes, 25 de octubre de 2010

OTOÑO EN BÉJAR

OTOÑO EN BÉJAR
Está el otoño con vestido largo,
con un aire de fiesta que indica despedida,
con un balanceo rítmico a la altura del aire,
donde bailan las hojas con dulce decadencia.
Hay como una conciencia limpia y una luz muy clara
en cada espino del zarzal dormido.

Aquel grito gozoso
de semen vegetal que daba espumas
en las auroras de la primavera
se ha refugiado en grises fuertes y dorados,
en fuegos mutilados
por el hermoso sol de las laderas.

Hay un susto en las copas de los pinos,
como en protesta por quedarse solas,
por decir adiós a todo el manto
que se deja vencer y se desploma
hacia la eterna soledad del suelo
y un zureo de palomas
y un revuelo de lunas en el cielo,
y hay en el aire un trino
que salmodia una queja
regada con las lágrimas
que los árboles vierten de sus venas.

Dejadme entre castaños y entre pinos,
con el rumor del aire,
con el rumor suave que ordena los paseos
cuando la tarde acoge las pisadas
de los que van sin rumbo definido.

Me perderé en el bosque,
buscaré las estancias vacías de las grutas,
suplicaré el silencio del silencio
y el tiempo y el espacio caerán en el olvido.

Qué locura de otoño,
qué muerte entre las muertes,
qué dulce desnudez
para volver de nuevo a la estación del frío.

domingo, 24 de octubre de 2010

Y SE PERDIÓ SIN SEÑAS

Buscaba soledad en el silencio y se encontró la muerte y el abismo danzando en las laderas de aquel bosque sombrío. Pensó en quedarse allí por si las gotas del cielo de la tarde le saciaban la sed que le amargaba y se encontró rayos de sol por todos los caminos. Buscó saciar la sed con sus propios sudores y entró en su propio silencio y en su propio cuerpo.

Desentrañó los muebles de la puerta dándoles sitio para que hicieran cuerpo y vio que era sencillo, que trababan conversación amena entre las sillas y las mesas, que se extendían los brazos y acogían las llamadas de todos los que hasta allí se acercaban.

Pero siguió adelante y entró en sus aposentos. Allí encontró terrenos con muy buena simiente, surcos abiertos y aceñas con agua. Eran campos de azúcar y de avena, de trigos y amapolas. Y estaban sin sembrar, pues nadie había extendido la semilla ni había aricado el borde del terreno.

Se tendió a contemplarlos y se sintió contento de ser señor de aquellas posesiones. Y asentó la mirada y pensó en darles forma y en arreglar los predios y baldíos, en sazonar los frutos, en recoger cosechas y en hornear los panes.

Y se quedó dormido y en silencio, soñándose vecino y labrador, humilde y encalado en sus paredes.

Y se vio más adentro, en una choza limpia y aseada, sin apenas aperos de labranza, solo con brazos fuertes y dispuestos, ajenos a las luchas y disputas, rudos y campesinos, tostados por el sol de cada día, cansados en la tarde, serenos y amorosos cuando la luna alzaba su figura.

Y dijo aquí me quedo, tranquilo y olvidado, sin cuidados ni penas, con mi cuidado al turno de los surcos, con mis campos, mi luz y mi contento.

Y aquel bosque lejano se cercó de silencio y se perdió sin señas en los brazos del tiempo.

viernes, 22 de octubre de 2010

EL OTRO TIEMPO

A veces me rondan las palabras de Juan de Mairena cuando reflexionaba y decía lo que sigue: “Aprendió tantas cosas que no tuvo tiempo para pensar en ninguna”.

No sé si el ser humano no se disgrega a diario dejándose llevar por lo que se le propone desde cualquier ventana y se queda en la descripción sin llegar casi nunca al análisis y a la composición. Tal vez tampoco haya que exigirle lo que no puede dar pues todo se sustancia en un espacio y en un tiempo, y las posibilidades son las que son.
Pero como estamos de nuevo en el parámetro de los grados y de las posibilidades, lo que se considera es la posibilidad de acotar terrenos y de ahondar un poco en lo que son principios y no solo excrecencias inanes y sin contenido. “Adentro”, decía Unamuno, y yo repito.

Ese despertar brusco que te lleva al espejo y a la ducha con prisas, al desayuno con urgencia, a la calle con rapidez y al trabajo con impaciencia; esos descansos rápidos, esas comidas en paréntesis, esas ocupaciones apresuradas, esas opiniones banales para pasar el rato con lo más a la vista, esas vueltas a casa después de la jornada con el sonsonete de lo que nos acotan las ondas y las páginas, ese descanso aburrido frente al televisor, con las noticias tontas, con las imágenes tontas, con los esquemas tontos; y esa vuelta a la cama con las ideas confusas, con las imágenes inalcanzables de esos mundos ilusos, con la esperanza puesta en ninguna esperanza, con la certeza de un día que se ha hundido en la noche como todos los otros; y ese vuelta a empezar de cada día con los mismos esquemas, con los mismos caminos, con las mismas imágenes, con las mismas ideas, con los mismos horarios, con idénticas dudas, con idénticas certezas de que nada es seguro, de que acaso hay que hacer según como nos digan, porque ya serán ellos los que mejor y más saben y porque tal vez tendrá que ser así si ellos lo dicen…

Al otro lado existe el tiempo que se aquieta y se individualiza, que se deja coger por sus crines para embridarlo y para hacerle saber que por él caminamos, que queremos hacernos caminantes seguros y conscientes, que miramos y vemos, que paramos y vemos, que sentimos y vemos. Liberar tiempo libre es tarea estupenda para sentirse libre, para sentirse hombre, para sentirse nada, para ir y venir con la cámara a cuestas, para ser más conscientes de lo inútil de todo, del sinsentido cósmico de todo lo que cabe en nuestra cámara, del transcurrir en plan ejecutivo de las oscuras directrices que alimentan la vida, de lo apartados que andamos de las leyes del cosmos, de lo absolutamente prescindibles que resultamos para un átomo de piedra en la ladera…

Y para, a pesar de todo, violar la vida en sus principios, reconocernos uno y multitud, ver venir a los otros en el mismo sendero, reírnos con tristeza de lo que dice el tiempo, hacer una parcela con resguardo del frío y de la lluvia y en ella dar cabida a todo el que se acerque con las manos bien limpias y el corazón abierto. Porque es bien evidente que pasamos solo un suspiro en la tierra pero, a pesar de todo, podemos ser eternos si sabemos dividir el tiempo e intensificarlo desde nosotros mismos.

Dejadme que repita esta palabras: “Porque esto es la poesía: dos soledades juntas / y una verdad que ordena tu vida con mi vida”.

jueves, 21 de octubre de 2010

NUEVAS CARAS...

Se acaba de producir en este país un cambio de Gobierno que ha venido como a variar el paso de la marcha diaria, como a echar a la calle a una nueva tropilla de majorettes a las que todo el mundo mira desde la puerta de sus casas y de sus lugares de trabajo. Cuando esto se produce, poco importa todo lo demás que se cuece en las aceras de la rúa ni en los corrillos del ágora, pues todo el mundo vuelve la vista y se olvida de sus quehaceres y de que el puchero sigue puesto a la lumbre.

Sigo pensando que, aunque la importancia del tipo de bueyes que tire del carro sea importante, sigue siendo más importante el tipo de cargamento que lleve el carro dentro de sí. Para el caso, sigue preocupándome más la ideología que sostenga a las personas del Gobierno que sus caritas y que sus gestos. Y no estoy muy seguro de que haya cambiado nada al respecto. ¿Dónde están las declaraciones o las proclamas? ¿Qué principios se ha dicho que quedan derogados o que se van a incluir en la nueva actividad? Nada de nada. Todo se nos va en nombres y en caras, en valores personales y en currículos, en designaciones a dedo y en confianzas, en corralitos y en focos de poder. Es todo un poco deprimente.

Vuelvo a proclamar que, hasta que no logremos ver por encima de todo un cuadro bien articulado de ideas y de propósitos -es decir, una ideología- y no tengamos la seguridad de que su puesta en práctica es obra de muchos y no de unos pocos, y de que, incluso para los puestos del Consejo de Ministros, existen reservas abundantes y posibilidades variadas, y que los que están lo hacen de manera accidental y nunca deberían sacar pecho, no habremos adelantado prácticamente nada.

Porque personalizar tiene como parte inevitable, entre otras cosas, enfrentar a entrantes con salientes y establecer una especie de pelea -agrandada hasta el espectáculo deplorable por los medios de comunicación- que no conduce más que a malos modos, a peores caras y a desgarros irrecuperables. Esta es la pasta y la carne para los medios de comunicación, con ello logran el morbo y la publicidad, con ello se sufragan y con ello engordan su cuenta de beneficios. Y a ello se somete todo el mundo, la derecha y la izquierda, en forma de felicitaciones, de celebraciones y de sacapechos. Y de olvidos, y de olvidos: los que se van son pasto de las llamas y del olvido desde el mismito día siguiente.

A mí me deja todo un poso agridulce y como de carnaval continuado.

Pero como todo es cuestión de grados y a mí no es fácil pillarme en los dogmas ni en los conceptos absolutos, no quiero tampoco pensar que las caras que habitan las ideas son las mismas ni potencian los conceptos de la misma forma. Hay, en este sentido, dos nombres que me complacen y de los que espero mucho. Son Rubalcaba y Ramón Jáuregui. Se trata de dos veteranos bien bregados y con las ideas bastante claras, con experiencias en conversaciones, en gestiones múltiples y con unas ideas sociales bastante visibles.

Es verdad que hay una parte visible de relación y enfrentamiento verbal directo entre los representantes de los partidos. En este sentido, el PSOE ganará mucho con Rubalcaba, orador fino y muy inteligente. La visión primera del ciudadano cambiará un poco y es que, por desgracia, esta primera impresión es casi la única que vale. Jáuregui es un hombre templado pero también con ideas claras y con una trabazón lógica que me complace.

Hay otras caras que acceden a puestos ministeriales a muy temprana edad ante las que estoy muy expectante y en las que no confío demasiado. Corren el peligro de fiarlo todo a las lealtades personales y al entusiasmo desbordado en detrimento de la serenidad y de la sensatez. Veremos qué pasa.

El resto de claves: sucesorias, de generaciones, de repartos de poder y de todas las demás gaitas, me traen sin cuidado.

Hay que volver a analizar el sistema en el que andamos embarcados. Y afrontar sus cambios con serenidad pero también con energía. Eso sí que es más importante que unas caras de más o de menos. Entre otras cosas porque cualquier cara se va degradando con la repetición y con el paso de los días.

En fin, que en ello andamos, con el tranco a destiempo, como siempre, con un paso para adelante y otro pasito para atrás, bailando al son que marcan los mercados y nuestra flojera mental continuada.

Menos mal que Sara me llama Abu por el móvil, me reconoce y se alegra, y hasta la oigo lloroncita porque no me ve físicamente al lado de la voz de su teléfono. Esta sí que es un fenómeno y va a repetir como cabecera de cartel en todas las legislaturas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

DE TIEMPOS Y DE CASOS

DE TIEMPOS Y DE CASOS

¿Qué sería de mí sin tu presencia,
sin saber declinar a cualquier hora
la segunda persona del pronombre?
¿Qué sería de mí?

Porque yo fui plural en todo tiempo
y fui nominativo y tiempo aoristo
en la arboleda alegre de cristal
de casos y de modos.
Y siempre te vi a ti cumpliendo con tu tiempo,
acusativo siempre,
complemento perfecto y necesario,
y gerundio en activo y ejerciendo
de repetido eco en el silencio.

¿Qué sería de mí, sin tu presencia?
¿Qué sería de mí?

Siento a veces la ruina de los casos,
la reducción de tiempos
y el silencio profundo de los ecos,
me miro y no me encuentro combinado
con la flexión acorde de las preposiciones,
con el paso difuso de los tiempos,
camino indefinido
de una conjugación que pierde sus flexivos
y se reduce a la noción oscura del concepto.

No me dejes perdido por el tiempo,
regálame tus casos de alegre complemento,
hazme declinación, plural, palabra al viento.

¿Qué está siendo de mí sin tu presencia?
¿Qué está siendo?

martes, 19 de octubre de 2010

ENERGÍAS RENOVABLES

Sigue dando la impresión de que casi todos los esfuerzos se nos marchan en el río de los números y de las cuentas de resultados, la fuerza se conjunta y tira de la cuerda siempre en el mismo sentido, las noticias acumulan espacios para darnos datos acerca de si los números del trabajo van bien o menos bien y todo se concentra en ese foco.

Es radicalmente falsa y encogida esta visión tan débil de la vida. Resumir casi todo en estos parámetros y esperar la recogida de la cosecha solo sembrando en estos surcos vine a resultar un esfuerzo equivocado e inútil. A pesar del empeño machacón de tantos medios para los que la única realidad parece esa.

Negar un puesto delantero a la necesidad de cubrir las necesidades nutritivas sería de imbéciles e inhumanos, pero gastar todas las energías en ello también desnaturaliza y atonta. Y, por si fuera poco, la realidad no se compadece con esa idea.

El dirigente social que se empeñe en silenciar las demás potencialidades del ser humano corre el peligro de moverse siempre en el populismo y en la demagogia de diario, pero le faltará siempre consistencia y duración y no pasará a la Historia como un buen dirigente sino como un apagafuegos que andaba de guardia.

A pesar de los medios de comunicación, hay numerosas ideas y actos en la vida que concitan más atención y que tienen más poder de expansión y de transformación que el simple dinero. Solo hay que extender la vista para comprobarlo.

Pensemos, por ejemplo, en la alegría o en el dolor y en la fuerza que concitan. Un nacimiento, una boda, un cumpleaños, un éxito personal o deportivo, la muerte, la enfermedad, una desgracia colectiva, los mineros en Chile o el rapto de una persona por un grupo terrorista… ¿No conforman estos y otros datos similares realmente nuestra vida diaria?

La vida humana ha alcanzado un grado de desarrollo que no se encauza solo con los números ni con las cifras sino también con los sentimientos y con las sinergias que los mismos provocan y convocan. De hecho, la consolidación positiva de los números solo sirve como base para que todo el caudal de sentimientos se pueda expresar de una forma o de otra.

Repasar las manifestaciones colectivas más numerosas nos dará el dato de que con el dolor o con la alegría es con lo que más energía se acumula y más empatía se produce. Tal vez más con el dolor que con la alegría.

¿Hacia dónde apuntaría la humanidad si el dolor se encauzara positivamente como fuente de energía y como llama de solidaridad?

Habrá que repetirlo una vez más: no todas aquellas cosas que no son cuentas son cuentos. Ni mucho menos. Hay mucha más energía que esa de las cuentas, del gas y del carbón. Y con una fuerza humana formidable. Necesitamos mentes que la sepan encauzar para que se produzca la fusión y los núcleos exploten positivamente. Esa sí que sería una buena revolución y una excelente cuenta de resultados.

Además, esa energía es tan barata por abundante…

domingo, 17 de octubre de 2010

ME PREPOSICIONO

ME PREPOSICIONO

A la hora del agua de la fuente, a la luz imprecisa de la aurora, a la sombra licuada de un castaño.

Ante tus ojos limpios, ante la madre tierra que nos mira, ante la voz hermosa del silencio.

Bajo el sentir sediento de tu vientre, bajo el sol que nos mima y nos abrasa.

Cabe la fuente aquella que manaba oro puro, cabe el sofá y rodando por el suelo.

Contigo y con tu nombre, con el olor extremo de tu vientre , con tu voz hecha eco.

Contra todos los contrarios, contra nada ni nadie, contra todas las contras existentes.

De tus pechos de fuego, de tu boca de fresa, de tus labios en busca de mis labios.

Desde el primer momento, desde el final del tiempo, desde el momento íntimo.

En el seno del átomo, en la interior bodega, en tu mirada clara y transparente.

Entre edificio y árbol, entre grito y palabra, entre grito y susurro, entre especia y aroma, entre acidez y dulce sabor a zarzamora.

Hacia tu limitado territorio, hacia el bosque cerrado, hacia el fondo del río que no tiene retorno.

Hasta caer rendido y sin aliento, hasta tu propio nombre y tus pronombres, hasta el delirio.

Para seguir viviendo sin sentido, para la gloria ya sin aguardarla, para violar la vida.

Por el placer sin causa, por el eco encendido y hecho brasa, por si acaso el olvido.

Según me lo enseñaste el otro día, según los mandamientos del pecado, según nosotros mismos.

Sin ecos ni sonidos no acordados, sin un solo sentir condicionado, sin leyes ni castigos.

So aquel banco de piedra que dibujaste un día, so la luna de miel de cualquier noche.

Sobre la faz del mundo en el olvido, sobre un muro de hiedra envejecido, sobre tu cuerpo entero.

Tras ninguna enramada, tras la sombra celosa de la noche, tras la luz envidiosa de la eterna mañana.

Durante todo el tiempo que guarde la memoria, durante el mes que no tiene finales, durante el eco inútil de la vida.

Mediante la tormenta desatada, mediante un huracán enfurecido, mediante otro big-bang emocionado.

sábado, 16 de octubre de 2010

PERO NO HUBO ENEMIGO

PERO NO HUBO ENEMIGO
Viniste con las fuerzas declaradas,
como buscando el fin de una batalla
con botín y despojos, con las flores
de un jardín despojado de noviembre.

Anhelabas un fornido adversario,
con flancos ardorosos, guarnecidos
con los arduos honores de la pasión guerrera,
al que aplastar sin tregua
y exhibir a la historia como botín sabroso de pelea.

Pero no hubo enemigo
que opusiera una seria resistencia,
que planteara batalla y anhelara
firmar paces absurdas.

No me duele la herida de la guerra,
desconozco los brillos de las armas,
solo quiero querer y ser querido.

viernes, 15 de octubre de 2010

LOS MINEROS DE LA PROVIDENCIA

Parece que ha terminado con éxito total el rescate de los 33 mineros sepultados en una mina de Chile. Dicen que unos mil millones de personas pueden haber seguido en directo el rescate. Todo un acontecimiento mediático. De nuevo lo que los medios magnifican y lanzan al espacio es lo que existe, lo que condiciona la actividad, lo que mueve las conciencias, lo que crea opinión, lo que conduce a las comunidades. Como para no tener recelo con eso de los medios…

El asunto ya parece que está dando para un millón de posibilidades: entrevistas, películas, ofrecimientos de todo tipo… Medios y más medios otra vez. Qué asquito.

Me llama la atención un hecho en todo este follón. Se trata del asunto religioso. He visto salir a los mineros con un peto en el que había inscripciones religiosas, los representantes de las iglesias allí implantadas quieren adjudicarse la paternidad de la intermediación ante el Dios correspondiente, en este caso el cristiano, las primeras manifestaciones de los rescatados también apuntan en este sentido, las de los familiares y autoridades durante estos dos largos meses otro tanto…

Me gustaría mirar todo este asunto con serenidad y sin reduccionismos pero también con los espasmos que me proporciona la razón al observar cómo el ser humano -tal vez cualquiera- se refugia en ideas religiosas en cuanto se halla desasido de las fuerzas que más visiblemente lo atan a la vida y a la naturaleza.

Esto de dejarlo todo a la actividad providencialista provoca demasiadas dudas; y, sin embargo, es lo que se ha producido aquí y se produce en tantas ocasiones, también cerca de nosotros.

¿Qué puedo yo reprochar de la actitud de unos seres que se encuentran indefensos y con escasas posibilidades de solucionar sus dificultades perentorias desde los criterios de la razón y de la ciencia? Seguramente nada. Al fin y al cabo, la razón es también tan limitada…

Pero asusta dialogar del asunto sin esas necesidades inmediatas y fuera de lo acuciante de cada caso.

Desde ese pender de un hilo providencialista, los favorecidos se llenarán de gracias y promesas por haber sido elegidos en esa salvación, y quedarán marcados en forma de novenas, procesiones y cofradías para el resto de sus días. Pero qué visión tan pobre entonces. ¿Qué estarán pensando, desde esa misma visión, las familias de todos aquellos que quedaron sepultados en la mina en tantas otras ocasiones? ¿Acaso en esos no pensó Dios? ¿Qué tenían estos que no tuvieran aquellos? Si se apela a aquello tan difuso de que los designios de Dios son infinitos y al hágase tu voluntad, no habría ni que entristecerse ni que alegrarse en ningún caso pues todo estaría bien o mal siempre, lejos de nuestras opiniones. Las posibilidades humanas se habrían empequeñecido hasta deshumanizarse y quedarse en un sí señor y un mande usted. Vaya un pan que habríamos hecho.

Y, si nos permitiéramos indagar sobre las causas de por qué en unos casos la solución es positiva y en otras negativa, ¿no descubriríamos a un Dios jugando con nosotros como al ratón y al gato, como tirando una moneda al aire o dejándose ver según la dirección en la que sople el viento? En ese caso, el que quedaría degradado hasta lo insoportable sería precisamente ese Dios en el que tanto confían los más providencialistas, pues se trataría de un ser caprichoso, veleta, inconsistente, arbitrario y perdonavidas. Esto no es serio.

¿No sería mejor que pensáramos serenamente en las causas racionales que han derivado en la situación minera en Chile y en tantos otros lugares, en que toda esta operación ha sido un alegre triunfo de la técnica y del esfuerzo humano, y en aplicar las medidas racionales para que, en la medida de lo posible, no se vuelvan a producir?

Que los mineros se exalten lo que quieran, que cosan sus emociones a lo que mejor les consuele, que los demás no se aprovechen de las debilidades humanas con patrones deshumanizadores y de interpretación tan encogida.

Y otra vez la mirada a lo más próximo, porque, aunque no sea en minas, el esquema es el mismo muy cerca de nosotros en casi todo lo que nos ocurre.

jueves, 14 de octubre de 2010

EL DOLOR ENVEJECE CON EL TIEMPO

EL DOLOR ENVEJECE CON EL TIEMPO

La tarde, el color gris, las herramientas
ajadas del orín y de las lluvias, unas pinzas
que ya no agarran bien por las solapas,
la mirada posada en esos libros
´que me enseñó el secreto de la melancolía´,
los apuntes que aguardan
pasar de esbozo a traza de poema…

Y un sentimiento lánguido
de que todo fue inútil, desmesura,
desajuste incubado
en las más negras fosas de la ciudad prohibida.

El dolor envejece con el tiempo,
se hace testigo inútil del paso de la vida,
somete a cuarentena
a cualquier atildado y viejo esquema
de lógica y razón.

Si mantienes atenta la mirada
y haces frente a la tarde,
verás cómo envejece y se desploma
cómo se va la fuerza de otras horas,
cómo se va el dolor entre la niebla.

miércoles, 13 de octubre de 2010

PROGRAMA PARA HOY, MIÉRCOLES

Asomarme a la tristeza y descubrir que no hay nadie.

No comprobar que hay nubes en la sierra donde ayer solo era el sol y la luz era toda.

Sospechar al menos que existen otros mundos diferentes a los que sintetizan los telediarios.

Seguir llamando imbécil a todo el famoseo de chichinabo y no cejar en el empeño.

Seguir soñando que por una semana era director general de televisión, que el primer día eliminaba algún programa y despedía a todos los operarios, que al día siguiente me denunciaban en magistratura, que el juez señalaba los despidos improcedentes, que yo me reía en sus narices, pagaba los despidos y no dejaba a los empleados de esos programas ni ir a recoger sus pertenencias, que me destituían a los pocos días del cargo por chulo y por sectario, y que yo me iba tan ancho y tan contento.

Continuar soñando con Bach y sus sonatas mientras contemplo el sol tras la ventana.

Tratar de hacer creíble, desde mi convencimiento, a los alumnos de la UNED que esto del sistema lingüístico y de la palabra es algo formidable.

Dar palique al inglés en un intento extraño de hacerme fuerte en él.

Seguir en el empeño de mi expresión binaria: querer y ser querido.

Leer sin tanto empeño ese texto famoso que interpreta los sueños: no encuentro todo el monte desbrozado.

Dejar correr el tiempo y aguardar el placer de un nuevo día.

martes, 12 de octubre de 2010

Y DIOS SE PUSO AZUL





Otra vez fue la luz, Dios que se puso azul, o acaso fue el color que se hizo Dios.

Si me repito tanto dando gritos al aire y diciendo que hay días de naturaleza infinita, es porque en verdad existen, se dejan ver con todos sus ropajes y me dejan prendido en sus paisajes.

Béjar se está vistiendo de otoño a marchas forzadas. Después del fuerte calor mantenido de los meses de verano, las primeras lluvias han hecho desplomarse los colores y salir de su armario con sus mejores pintas. ¡Cómo será esta sierra dentro de quince días! ¡Y en el mes de noviembre!

Hoy he vuelto a los senderos que me han llevado desde mi casa por las alturas de El castañar, Llano Alto, la Presa de Navamuño, Puente Nueva, la antigua Presa de la Abeja, el Canalizo, las riberas del río, los castañares y los senderos que me han devuelto a la Corredera.

Y todo ha sido luz y han sido colores. Ya los grises de otoño se han instalado, intrusos, en el medio de las laderas. Pronto lo ganarán todo y será todo otoño. Cada clase de árbol irá dejando cuenta de su ciclo de vida, rindiendo sus tributos a la tierra. Hoy era un día de otoño bejarano, de luz diáfana, de destellos en las hojas de los árboles, de rayos de sol estrellándose en toda la fragancia de los montes. Por Dios que, si hay Paraíso, no puede ser muy diferente a esto.

Hacía mucho tiempo que no pateaba la ruta de El Canalizo, el charco referencia de otros tiempos para la población de Béjar, el remanso de agua donde hace algunos años descubrí la última sirena que me dejó varado el nervio ciático. Allí las aguas siguen frías y cristalinas, diciendo mansamente sus pesares, desafiando los pies del caminante que quisiera de nuevo sumergirse en sus fondos. El prado de las meriendas anda desconsolado, sin apenas recuerdos de tanta gente dentro: ahora casi nadie se acerca a descansar sobre su hierba. Y las peñas, ah, las peñas, dispuestas todas ellas, a la orilla del agua, para asentar los cuerpos y descansar las almas, o acaso para dejar que fluyan corriente abajo, desbocados y libres, camino de ninguna parte y de ninguna ley.

Y encima, siempre el sol, contra la sombra, jugando al escondite con los árboles.

Muy lejos, en las calles de asfalto, dicen que algunos hombres hacían demostraciones con no sé cuántas armas. ¿Qué querrán esas gentes? ¿Qué marcas van mostrando? ¿Quién los mira y se admira de tanta fuerza bruta? Por Dios, que no molesten.

Ahí quedan unas fotos de Manolo que dan buen testimonio.

lunes, 11 de octubre de 2010

¿DICTA...QUÉ?

Corea del Norte, un país empobrecido y con hambrunas, ha celebrado una ostentosa fiesta del Partido del Trabajo, único existente desde hace sesenta y cinco años. Seguramente la desgraciada historia de este territorio explique en buena medida lo que allí está ocurriendo, pero de ninguna manera lo justifica.

Me interesa el hecho por dos razones sobre todo. La primera es la de los sufrimientos de tantos millones de personas en nombre, para más inri, de la justicia. La segunda, que es la que ahora me ocupa, es la del hecho como símbolo que se repite en todas las dictaduras que en el mundo han sido. En todas las dictaduras nace, crece, se desarrolla y NO MUERE un culto a la personalidad que quita cualquier base ideológica al proceso y termina convirtiéndolas en infiernos para los habitantes que las sufren.

Los ejemplos son casi infinitos: los hermanos Fidel en Cuba, nuestro generalísimo y su nieta, Stalin y sus acólitos, las sagas latinoamericanas y africanas y, en el fondo, todas las monarquías habidas y por haber y desde que la historia es historia.

¿Por qué ese culto a la personalidad? ¿Por qué esa sinrazón y esa locura? En las dictaduras de derechas, uno quiere pensar que, en el origen, ha venido un salvador que, a golpe de espadón o bayoneta, ha librado de no sé qué peligros a una colectividad. Desde entonces se convierte en un dios menor, o mayor, y todo se hincha y se pervierte, a favor, claro, de ese imbécil salvador. Como un remedo de religión monoteísta.

Pero ¿cómo se explica esto en las dictaduras de izquierda, si teóricamente los dictadores llegan para arrebatar poder y repartirlo entre los miembros de la comunidad? ¿Por qué esas teorías sociales de reparto terminan concentrando los poderes, los cultos y hasta los arrumacos en la persona del vértice? De ahí a convertirse en sátrapa y en casi divinidad no hay más que un paso. Sospecho que son peores siempre los acólitos que el sumo sacerdote, porque, al fin y al cabo, estos son muchos, más fácilmente suplantables y tienen que defender exclusivamente sus intereses personales, pues la Historia se va a ocupar poco de ellos individualmente. Pero sigo sin entender cómo esto se cumple sin excepción. Los nefastos resultados son bien conocidos.

Me parece que precisamente el culto a la personalidad es una de las razones que han destruido cualquier posibilidad de renovación y cualquier atisbo de ejemplo y de eficacia en tantas dictaduras como han sido y siguen siendo.

Como el hecho parece suceder muy lejos de nosotros, nuestra piel se vuelve dura e insensible. Al fin y al cabo, “Según la ley de Newton, / que relaciona masas y distancias, / casi todas las guerras se producen / muy lejos de nosotros.”

Pero esto es simplemente una ilusión y una filfa. ¿Qué es, racionalmente, una monarquía sino una “dictablanda”? No genera también un culto imbécil a la personalidad y el ensalzamiento de cualquier acción, por nimia que sea, que proceda de sus titulares?

Y aún mucho más miedo me produce la dictadura encubierta que se produce en el seno de los partidos con el culto a la personalidad en la figura de los líderes. Con el carnaval de la unidad y de la eficacia, cualquier gesto del líder de turno se convierte en una orden inferida y en un acatamiento sin reflexión, y cualquier discrepancia en un grito discordante e inoportuno para los intereses de una idea que acaso nadie sabe muy bien qué es. Después se sorprenden de que, en cuanto se produce cualquier escape (elecciones primarias por ejemplo), la balsa se rompe y estalla contra el sátrapa de turno. Otra “dictablanda” más. Y que nos afecta a todos directamente.

Y no quiero seguir bajando el diapasón para no descubrir demasiado las carnes y dejar el cuerpo al aire, que ya va haciendo frío. Cada uno sabrá a qué me puedo referir.

Me asusta ver que tanta fuerza se ponga al mando irresponsable de un Kim Jong no sé cuántos. También me asusta que tantas voluntades (¿o serán más bien intereses personales -eso en mi pueblo se llama egoísmo-¿) se transformen en abulia o tal vez en silencio cobarde. Hay por ahí demasiados tipos de dictaduras.

Vamos a dejarlo ahí, sin meneallo.

domingo, 10 de octubre de 2010

EL ARTE ESTÁ EN LA FORMA

Tuve ayer la ocasión de asistir a dos presentaciones. La primera daba testimonio, en forma de libro, de la vida de Pedro Mirón García, asesinado en los primeros días de la guerra incivil. Hablaré de la obra otro día. La segunda se produjo por la tarde y mostró la obra de Juan Carlos Martínez Peña, artista plástico y escritor ocasional. Me sorprendió muy gratamente la muestra que vi de su escultura, hecha desde materiales pobres y frágiles, que forman parte de la vida pero también del arte cuando se manipulan con manos creadoras. Su familia había preparado la presentación con mimo, seguramente con Mayca a la cabeza. Gracias por todo. Volveré a visitarla una tarde de estas con más calma, pero ya he tenido tiempo de revisar su pintura, su escultura, sus collages y sus escritos a mano y también en soportes pobres e inmediatos.

Pensando en esa concepción del arte pobre y pop, desde los materiales de la estructura comercial cotidiana que se reúnen con nuevos bríos en una nueva obra artística, dejo este pie de foto en forma de poema. Vale, Juan Carlos.

PRINCIPIO SIN PRINCIPIO

Abandonar las calles principales
en los días centrales de la fiesta
y volver a pisarlas cuando el calor degrada
los restos y despojos de la orgía.

Hay colillas y latas por el suelo,
preservativos limpios y suspiros
dormidos. Las fachadas
muestran débiles trazos de pinturas
que ensucian sin pudor las grises balconadas.

Y quedarse mirando esos productos,
para la vida inútiles, y añejos
para el maldito esquema productivo,
desecho, sobra, escoria, desperdicio
y último eslabón de la cadena.

Y alzarlos a la vida con experiencia propia,
dispuestos nuevamente para el pan,
para un nuevo camino, para el auge
de lo que fue otro día pluma y oro
y hoy vuelve a renacer pobre y transido,
hermano de la vida, compañero
de un cuadro duradero y peregrino,
principio sin principio de todos los principios.

sábado, 9 de octubre de 2010

PREMIO NACIONAL DE NARRATIVA

Sí, sí, yo también sé que el premio nobel de literatura de este año ha recaído en el peruano-español Mario Vargas Llosa. ¿Cómo no lo voy a saber? Y es también verdad que he leído muchas de sus obras con deleite y que lo considero un novelista mayor. Pero ya está, que tiene muchos palmeros y yo no soy capaz de separar al escritor de la persona. Bueno, pues eso.

Sí quiero dejar dos palabras acerca del premio nacional de narrativa, que ha ido para la obra “Anatomía de un instante”, de Javier Cercas. No sé por qué tengo incluso conciencia de haber dicho algo de ella cuando la leí.

Por si acaso, quiero dejar aquí estas palabras de admiración para esta obra, mitad crónica, mitad novela, que dibuja, para mí como ninguna otra, lo sucedido en España aquel desgraciado 23-F. Concentra la atención en tres personajes: el rey, Carrillo y Adolfo Suárez, tres héroes, o antihéroes, que, como dice el propio autor, venían en retirada desde posiciones bien distintas y que fueron capaces de urdir la trama de la incipiente y joven democracia española.

Carrillo venía nada menos que del eurocomunismo, el rey de la designación del dictador y Adolfo Suárez de los principios del Movimiento. Casi nada, si encima los juntamos a los tres y los situamos en el epicentro del intento del golpe de Estado de aquellos patanes con tricornio.

Yo leí la novela con fruición, me pareció muy por encima de lo que se ve casi siempre en las páginas de otras obras. El título de la novela recoge en cuatro palabras lo que realmente es cualquier obra literaria -si es poesía aún más-: conseguir alargar un instante hasta convertirlo en una vida nueva, con sus tiempos, con sus personajes y con sus espacios individualizados.

Javier Cercas no anda cerca del premio Nobel pero ha dejado ya obras dignas de todo elogio. Por si sirve de algo, la recomiendo para estas tardes del otoño, cerca de los cristales y viendo llover.

Hoy mismo voy a asistir a la presentación de dos libros (uno es texto y obra escultórica) en Béjar. Qué bueno que en esta ciudad estrecha se produzcan estos hechos. No son ni Vargas Llosa ni Javier Cercas pero tendrán otros valores. Los tópicos nos siguen haciendo vivir admirados de lo que tampoco es el séptimo cielo, mientras que dejamos correr en la calle de la indiferencia lo que tenemos a nuestro lado. Pero así son las cosas.

viernes, 8 de octubre de 2010

LA FAZ DE LA APARIENCIA

LA FAZ DE LA APARIENCIA

Dicen que la crueldad y la ternura
tienen las mismas fuentes, se alimentan
en los mismos pezones de una diosa menor.

Es la crueldad un árbol gigantesco,
un lobo que acredita en sus aullidos
recuerdos alterados del amor.

Es la ternura espino que adormece
en sus lechosas hojas los pesares
de otros tiempos de menos luz diáfana.

El lobo y el espino: la apariencia,
el don de la ebriedad, el desenfreno,
la luz y el pedernal, la incontinencia.

jueves, 7 de octubre de 2010

DE CIUDADANO A CONSUMIDOR

En este camarote de barco que se hunde, parece que cada cual se mueve empujando al de al lado y procura su propia salvación no como ejercicio necesario en momento de zozobra sino como si fuera lo más lógico del mundo y el paradigma de la convivencia.

Hasta hace poco ¿poco?, uno tenía la sensación de que los límites entre lo que se llamaba izquierda y derecha eran bien visibles y cada cual sabía a qué lado de la verja se situaba. Hoy hay mucha gente empeñada en desprestigiar ese muro y en tachar de anticuados, cuando no de lunáticos, a los que quieren o queremos seguir manteniendo esa terminología, o al menos seguimos entendiendo que existen diferencias meridanas entre una concepción y otra de la vida.

¿Qué es ser de izquierdas en estos momentos? ¿Existe en realidad eso de la izquierda y la derecha? Por supuesto que existe y deberíamos tener cierto cuidado a la hora de jugar con estas y con las demás palabras, pues jugar negativamente con ellas a lo único que conduce es al desprestigio interesado de las realidades a las que apuntan.

Da la impresión de que se ha abierto la puerta a demasiadas concesiones por parte de los que tradicionalmente se consideraban de izquierda y se empiezan a admitir prácticas que mal encajan con una ideología progresista: impuestos, consumo, ecología, ética ciudadana, privatizaciones…

En los días que corren, el mercado es el ser supremo que todo lo regula. Por eso, la persona ha pasado de ser un ciudadano a ser un consumidor; todo está sometido al derecho de ser consumidor. Y, por si fuera poco, los mercados han convertido ese derecho en una obligación a través de la publicidad y de las cuentas de resultados. Los medios de comunicación han supeditado, de la misma forma, la información y la verdad a esa cuota de mercado que le asegure la cuenta de resultados. Ay los medios… Esta forma desaforada de consumir nos lleva sencillamente al absurdo, a la superoferta de productos (rebajas aparentes durante todo el año y explotación de empleados), a la lucha continua del ser humano contra sus semejantes, a la contradicción infinita entre la invitación al consumo y el fariseísmo de las recomendaciones para una vida y unas costumbres más sanas y sostenidas, y a los desajustes que provocan crisis como la que vive el mundo ahora mismo, dominado sin fisuras por estas formas de entender la vida. ¿Habrá que recordar otra vez que el dinero no es más que un símbolo sin valor real y que, por si fuera esto poco, en los últimos años se estaba operando (especulando) con un volumen cien veces superior al del dinero circulante? ¿Hace falta ser economista, o siquiera alfabetizado, para entender que esto es una absoluta locura?

¿Por qué también mucha gente, incluidos dirigentes, de izquierda se entrega sin reserva y aplaude con las orejas casi cualquier paso en esa dirección?

Yo no soy más que una persona normal que aspira al sentido común y que se siente rara en casi todos los contextos, también, y mucho más, en este, acaso base de casi todos los demás.
Aspiro a la supremacía del ser humano sobre el mercado y el egoísmo individual, a defender que el Estado es más justo en el reparto que el egoísmo individual, que deja ese reparto solo en los restos caritativos del mercadillo de turno, a proclamar que todo ser humano es igual en derechos y en obligaciones a todos los demás y que sus diferencias de capacidades no se pueden medir en compensaciones tan desiguales, a gritar que cualquier ser tiene derecho a una vida digna y no marginal por causa de un sistema económico y de mercado injusto y antihumano, a sostener que una educación social y socializada es la mejor medicina para conseguir una escala de valores que nos aleje de esas tentaciones del mercado libre y sin reglas que lo aten, a unir esfuerzos por alcanzar unos servicios sociales en justicia, sanidad, tiempo libre, pensiones… que aproximen las posibilidades reales y no solo teóricas…, a saber distinguir que es más importante el derecho a trabajar cada día que el derecho a trabajar en un día de huelga general. Porque también aquí, la libertad real no es lo mismo que la libertad teórica, como no era lo mismo la opinión pública que la opinión publicada.

Cuando reflexiono acerca de estos asuntos, siempre termino con la provocación siguiente: Al menos, si quieren aplicar el sistema liberal, que lo apliquen siempre y que se atengan a las consecuencias cuando les toque perder; que no vengan después ni aprovechándose de las subvenciones sociales, producto del esfuerzo común, ni predicando excepciones si se trata de sus personas o de sus allegados: veríamos cuántos de los defensores de esos sistemas neoliberales sencillamente se iban a la puta calle y con la lengua en el tercer ojo.

No sé si es fácil reconocer esa izquierda en nuestros días. Y, si no es fácil reconocerla, acaso sea más difícil seguirla. Sobre todo con tanto lobo aullando por las calles, por las ondas y por los papeles.

N.B. Ya me gustaría serenamente recibir opiniones contrarias y articuladas: no puede ser que tanta gente opine de manera tan diferente y esté equivocada: en algo tengo que fallar; me gustaría saber en qué.

miércoles, 6 de octubre de 2010

HASTA EL GORRO

Vuelta a las andadas. Como, por desgracia, se preveía. Pienso en las noticias que me llegan de la resaca en las elecciones primarias de Madrid. A estas alturas, si algo me interesa de ellas es lo que puede significar de ejemplo para cualquier otra comunidad.

Ya los focos andan concentrados en las personas y en sus egoísmos, en si Zapatero gana o pierde, en si el postzapaterismo ha comenzado o el fin del mundo anda un poco más alejado, en si tal o cual, siempre con nombres y apellidos, ha caído en desgracia o ha sido ensalzado y ahora puede hacer de las suyas, en si esta o la otra facción, con su jefe supremo a la cabeza, puede ordenar romper filas o tiene que esperar sumisamente órdenes que le lleguen de las jefatura superior. En definitiva, personalismos, rostros, pictogramas…, vencedores y vencidos.

Es eso exactamente lo que necesitan la derecha y los medios de comunicación para engordar las miserias del tonto de turno, para autoproclamarse a sí mismos perdonavidas y salvapatrias, para darle a la chufla a diario -porque debilidades personales se encuentran por todas partes pero micrófonos y plumas solo hay para unos cuantos y son siempre los mismos-, para embarcar al país en el cotilleo como única forma de pasar el tiempo, para alimentar el morbillo y…-AHÍ LE DUELE- para engordar la cuenta de resultados.

Pero lo peor de todo es que me parece que también los perjudicados entran al trapo con una nobleza propia de los cornúpetas más imbéciles, que también ellos asumen el asunto este de ganadores y de perdedores porque también da la impresión de que coinciden en esa manera de interpretar la vida.

¿Qué es hoy Tomás Gómez que no fuera hace unos días? Nada, absolutamente nada. ¿Qué tiene de menos hoy Trinidad Jiménez que la semana pasada? Nada, absolutamente nada. Pero si hasta en términos electorales solo les han separado unos cuantos votos. ¿Y si al resultado le cambiamos las caras? ¿Por qué tanta sandez y tanto aspaviento? ¿Por qué tanto humo donde no hay ni rastro de incendio?

Pues todas las miradas para ver cualquier gesto que indique que unos andan laminando a los otros, como si esto fuera un carnaval continuo y no interesara algo más todo lo que sucede a cualquier españolito de a pie. Entiéndase, claro, que el españolito de a pie no vende y entonces el morbo y la cuenta de resultados se resienten. Cachis...

Leer y escuchar opiniones me lleva a pensar que son los medios los que articulan todo a su antojo y en su beneficio, que se inventan la realidad con una desvergüenza que esconde sus miserias en eso que llaman libertad de expresión. Por eso me gustaría incendiar más de uno y más de dos.

Pero, si fuera verdad todo lo que proclaman, entonces me gustaría hacer lo mismo con los protagonistas de sus conjeturas y mandarlos bien lejos, donde huelan poco por la distancia.

Porque vuelvo a clamar por las ideas, por algún proyecto trabado y racional en el que el ser humano encuentre su posición central, cualquier ser humano, no el vencedor ocasional de no sé qué elección. De jugar a jefes y subordinados, cuando no a sátrapas y acólitos atontados, estoy ya hasta el gorro.

martes, 5 de octubre de 2010

DE CURSO NATURAL

DE CURSO NATURAL

Prolifera lo inútil y lo zafio
cuando se llega el tiempo de aricar
la huerta y de abonar
las tierras en barbecho del viejo labrantío.
parece que el invierno cristaliza
las luces naturales, las semillas
rezagadas en medio de los surcos
y olvidadas por cualquier vendaval.

Los primitivos rayos de la alta primavera
se encargan de dar vida y cuerpo alegre
a todo lo que andaba sumergido
en leyes de exigencia natural,
aislado del estiércol y apartado
de toda ínfima mano
que injerta los productos naturales.

Si tú vas a buscar la primavera,
que vuelvas del mercado con la canasta al hombro,
con las manos tan blancas como el espacio limpio
que ocupa la simiente.
Invade los jardines y las tierras
para vivir con ellos. Con tus manos
desnúdate en el surco y pon tu cuerpo
a calentar su piel en medio de la mies.

Otros productos nuevos verán luz más diáfana,
como tu vida misma resuelta en el azar.

lunes, 4 de octubre de 2010

MÚSICA, MAESTRO

En los Pinos, el cielo andaba gris y la mañana fresca, que lo he visto yo con mis propios ojitos y lo he sentido en mi piel. No he oído a nadie, ni a los pájaros, hablar de ningún partido de fútbol ni de las primarias madrileñas. Allí se habla de luz y de colores, de aire y de sonidos, de agua y gravedad, de senderos y fuentes, de matas de castaños, de pinos y de cielos, allí las ideas circulan sin semáforos y se dan la mano para ordenarse limpias y sin aristas.

Pero he vuelto a mi casa y el conducto infinito de Internet me vomita opiniones, resultados de fútbol, deportes a gogó, titulares babosos y repletos de inquina, negocios y negocios, y después más negocios.

Me siento y me recreo escuchando algo de música. Es un fondo que de nuevo me aleja de opiniones menores, de expresiones bífidas y de intereses bastardos y particularizados hasta la contradicción y la impudicia. Repasar los titulares que se le dedican hoy a los resultados de las elecciones primarias en el PSOE de Madrid puede ser un buen ejemplo de lo que digo.

Uno tiene casi la seguridad de que lo único que juega son las personas y de que, otra vez, el encumbramiento de uno supone obligatoriamente la demonización del adversario. A casi nadie parece importarle nada que no se visualice en ganadores y perdedores de carne y hueso.
Uno, desde su torpeza, sigue pensando que se deberían dilucidar otros asuntos tales como la carga ideológica de cada aspirante, las posibilidades de ganar o perder, la democracia en la elección, el funcionamiento interno de los partidos políticos, los momentos en los que se producen estos procesos… Y que este ejemplo sirva de trampolín para reflexionar acerca de lo que un procedimiento como este supondría en todas las agrupaciones y en todos los tiempos.

Pues no hay casi nada de eso; aquí las balas enseguida apuntan hacia unos y hacia otros como si fueran ellos (y los juzgadores, claro) los únicos que se jugaran los garbanzos en todo este asunto. Después no es de extrañar que los “ganadores” caigan continuamente en la tentación de sacar pecho y de personalizar ellos también los resultados y de convertirse en conseguidores y personas que han llegado hasta no se sabe dónde por sus propios méritos.

Yo suelo jugar a perdedor, pero esta vez he ganado en la apuesta. ¿Qué me jugaba yo aquí? Aparentemente nada pues yo no vivo en Madrid, aunque la visito y la considero, yo también, rompeolas de todas las Españas. ¿Entonces, por qué la apuesta? Sencillamente porque me apetece que se rompan las inercias que marcan la vida de todos los partidos, según las cuales, cualquier propuesta que proceda de centros de decisión tiene el plus de la bondad, mientras que las iniciativas que se sugieren en las bases se las ven y se las desean para abrirse paso. Y todo ello sin tirar cohetes porque aquí el candidato ganador también estaba instalado en otro aparato, aunque más pequeño y un poco más al alcance de todos. Por lo demás, bien poco me importa un rostro u otro distinto. Lo que interesa es una ideología plasmada en un buen proyecto, y, a su servicio, las personas más valiosas. Ellas aportarán en ese momento sus mejores energías a su desarrollo y al bien común que deben propugnar. Y en la ocasión siguiente vendrán otros, que lo intentarán de nuevo, con renovadas energías. Y los personalismos, al carajo, sobre todo cuando las consecuciones se producen sin igualdad de oportunidades, o sea, casi siempre, o siempre.

Mientras tanto, cielo y nubes, árboles y agua, viento y luces… Y un poco de honradez en la epidemia que puebla las aceras.

domingo, 3 de octubre de 2010

MAÑANA SERÁ OTRO DÍA

Unas potentes ráfagas de lluvia, movidas por el viento, me han puesto y nos han puesto caritas de otoño y nos han pintado un paisaje gris y húmedo. En mi plaza yo he aparcado el coche junto a un charco de agua, con el recuerdo a cuestas del concejal de turno al que tantas veces he advertido que la deficiencia se subsana con simple educación y con un ratito que le eche un operario municipal.

Volvía de despedir un día especial al lado de mi familia y en casa de mi suegro. Estas comidas, que en esta familia se repiten con frecuencia, me dibujan una realidad en la cual el tiempo va marcando diferencias e identidades, perfiles y situaciones particulares. El tiempo, siempre el tiempo, esa eterna vara de medir las acciones del ser humano. Y las circunstancias, tan particulares, tan personales, tan individualizadas. Y no solo persona por persona sino familia por familia.

Mi familia personal se ha modificado desde hace algo más de un año con un ser adorable al que todos queremos muchísimo. Sara es el centro de todas las reuniones y no tiene que compartir por ahora territorios con otros bebés. Cualquier día vendrá algún ser más, a mi familia personal y a la suma de nuestras familias. Y se repartirán las atenciones, y se modificarán las formas, y parecerá todo un poco diferente.

El tiempo, siempre el tiempo.

Mis hijos se han marchado a media tarde a sus respectivos destinos. Cuando esto sucede, yo me quedo un poquito vacío en mis sentimientos, pensando y repensando todo lo que daría por tenerlos a mi lado siempre y lo que acarrea el vértigo de la modernidad, de la movilidad y de la globalidad. Y no todo me parece precisamente positivo. Después me vengo arriba y me recupero.

Hasta la siguiente caída.

Hoy el tiempo se ha aliado conmigo en este tono gris y un poco airado y mocosín. Venga, mañana será otro día.

sábado, 2 de octubre de 2010

LEER

LEER

Leer mientras esperas y no esperas,
leer por aprender a no estar solo,
leer durante el tiempo de reposo,
leer lo que parece una novela,

leer todas las horas que nos dejan,
leer por dar placer a nuestros ojos,
leer a contratiempo y por antojo,
leer todos los cuentos de Calleja,

leer bajo la luz de la mañana,
leer bajo la luz del medio día,
leer bajo los rayos de la tarde,

leer y convertir la vida en nada,
leer hasta gozar la melodía,
leer el fuego, la ceniza, el aire.

viernes, 1 de octubre de 2010

CUALQUIER PASEO POR LOS PINOS

Los Pinos se hacen ya naturaleza cuando abandonan la compañía de las edificaciones. Desde el Puente Nuevo hasta CAMPyCO conviven con empinadas escaleras que invitan a subirse en ellas hasta ascender y perderse, con una estrecha carretera demasiado transitada que empuja a los vehículos hasta dejarlos en la ladera del monte, con el hermoso río que los bordea escondido en lo más hondo y rumoroso siempre, con una guardería tendida al sol todo el día y mirando a los frondosos castañares, con una iglesia erigida como vigía perpetua de la ciudad de Béjar, con un colegio que se abre a la vida con la presencia de los bulliciosos alumnos, con unos pequeños espacios de ocio para niños y con el edificio de CAMPyCO ya casi natural entre la naturaleza. Tal vez les hemos robado demasiado espacio a los Pinos, al Tomillar de Béjar.

Un buen paseo por los Pinos puede comenzar tranquilamente a la altura del Colegio “María Díaz” y de CAMPyCO. Desde allí, una mirada lenta a la ciudad tranquila y alargada te hace sentir por encima de toda preocupación y te sumerge, en unos cuantos pasos, entre pinos y aromas, entre sombras y soles, entre brisas y rumores, entre silencios y ecos, entre sonidos de los pájaros y rumores del viento. Buen lugar para echarse a pensar y a sentir.

Conviene arrancar sin prisa y con sosiego porque todo sorprende y no hay transición: de golpe y sin solución de continuidad, es todo naturaleza, árboles, viento, luz y sombras. Y comenzar a hollar por el sendero es comenzar también a despejar la mente, a dar paso a los sentidos, a acercarse a uno mismo, a dar cabida a cualquier pensamiento. Cuando esto se hace por la mañana -a buena hora mejor-, el tiempo se detiene en un paréntesis y te deja un ratito para ordenar ideas y para situarte en medio del tráfago del tiempo y de la vida.

Enseguida el camino se bifurca en la ascensión. Cualquier dirección es buena. Yo suelo encarar la que apunta hacia la derecha, en dirección sureste. Me enfrenta con los inmensos castañares que le ponen frente y espejo a estos pinares, y con la alta sierra, escalón que precede a nuestros cielos. Cuando el bosque se abre y se hace ladera empinada y calva, se dejan ver los efectos del último incendio que desbrozó y aniquiló esta ladera que se desploma en el río. Pero la naturaleza ha seguido su curso y rápidamente ha renovado su suelo y ha dejado crecer apuntes de nuevos pinos, de espinos y de robles que se alzan pequeñitos a la vida, entre altísimos juncos y algún que otro zarzal. Nada puede contra la energía y el curso de la naturaleza, ni la mano del hombre. No entiendo, sin embargo, por qué no ha llegado hasta la ladera ningún intento de repoblación forestal.

La cuesta es muy suave y enseguida se llega hasta el rellano que da paso al estanque de las aguas, tan escondido e integrado entre los pinos y al borde del camino. Su fuente invita, como todas, a templar cualquier sed del caminante y vierte sus sobras en una diminuta regadera rumorosa que se adentra en un prado y se pierde entre las hierbas.

Por allí el camino se allana y apenas cuesta dar vuelta a los pinares y observar cómo se escalonan los árboles. El suelo aquí no es rico pues los pinos lo agotan con sus restos que ponen ácida la tierra. Pero, entre sus hojas secas, se abren paso nuevos brotes de pinos al lado de los helechos y de los retoños de castaño, seguramente el árbol originario de estos parajes. A la altura de los helechos y de los brotes de castaño, se asoman algunos espinos y zarzales, pero nunca densos ni dominantes.

El tercer escalón lo ocupan los castaños crecidos, que buscan su supervivencia entre los altos pinos. No son muchos pero buscan la luz y el cielo constantemente y para ellos son los rayos que dejan pasar las ramas de los pinos. El último piso, elevado y majestuoso, es el de las copas de los pinos. Su cuidado, sus podas y su edad los han convertido en los reyes del paraje. Sus hojas perennes pero eternamente renovadas contrastan con el azul del cielo y luchan por quedarse con toda la luz que llega desde lo alto. La Cascada, la Fuente de la Hoja no son más que remansos sonoros en los que detenerse para templar la fuerza del camino, para dejar sudores en verano o para armonizar sonidos en cualquier estación.

Al lado sigue el Bosque, con sus paredes altas, con su historia dorada, con sus arreglos eternos, con su robledal tupido, con sus paseos mullidos… Se hermanan el Bosque y los Pinos con ese camino pedregoso y sombrío que el caminante de los Pinos recorre sin tiempo y sin espacio.

Los Pinos siempre dan la temperatura generosa del escaso frío y de calores rebajados. Por eso todo el año invitan a ser paseados, a gozar de sus brisas y de sus aromas y a detenerse a beber de sus fuentes mientras se escucha el sonido de cualquier pájaro que se ha perdido contemplando desde lo alto la belleza del paraje.

Suelo volver por la parte baja de la ladera que se acerca al río, aunque este no se deja ver hasta muy cerca del puente. No se deja ver pero sí oír en sus ecos y en su carrera hacia sus oficios y hacia su mar. Esta última parte ampara diversas variedades de pinos y de árboles más propios de las riberas y del rumor de las aguas.

¿Qué valgo yo en medio de esta naturaleza? ¿Qué ordeno yo en mi mente en medio de estos parajes? También en mi interior siento rumores que me traspasan todos y me habitan.

Cuando desemboco en el Puente Nuevo, otros ruidos y otras imágenes me pueblan los sentidos. Miro hacia arriba y pienso. Y cruzo en pensamiento la alameda y el río. El semáforo me engulle y me lleva hacia las calles, hacia el aliento de cada día.