sábado, 30 de mayo de 2009

ME MIRO EN EL ESPEJO DE UNAMUNO

Vuelvo a dejar noticia de que he dedicado parte de los dos últimos días a la lectura de una amplia biografía de Unamuno. He repasado en ella noticias de segundo y de tercer orden que yo no controlaba. Todas son importantes en un ser que a mí me llama mucho la atención, como ya he señalado.

A estas alturas del trayecto vital, supongo que las biografías tienen interés sobre todo por dos variables. Es la primera la de conocer los entresijos de una época, en este caso la que ocupa el último tercio del S XIX y casi la primera mitad del S XX. La segunda ofrece al lector la posibilidad de encontrar alguna similitud o alguna diferencia entre lo que representa y vive el autor y lo que cree representar y vivir el lector.

A mí me interesa mucho más esta segunda variable, por supuesto. Me divierte mucho verme como un pequeño Unamuno en algunas de las características del personaje. Unamuno es un ser que duda siempre y que se queda a medio camino entre la razón y la fe. A mí, en estos años, se me niega más la segunda pero no acabo de renunciar a los beneficios que pudiera concederme. Y querría no dedicar demasiados esfuerzos en tratar de acomodar mis actividades a las peticiones de la fe. Eso es lo que hacen casi todos los creyentes y a mí me parece que eso es desvirtuar a la persona y despojarla de su capacidad de razón.

Unamuno anda también siempre a medio camino entre la razón y el sentimiento (“Piensa el sentimiento, siente el pensamiento”). Creo que al fin esto no anda demasiado alejado del binomio anterior. Yo en esto no me apeo ni un milímetro del maestro. Mi territorio, por desgracia, es el de la duda y el de las múltiples aristas para cada asunto. ¡Cómo me gustaría poderme conducir con las ideas más claras! Pero la vida no cabe ni en la razón ni en el derecho positivo; es mucho más rica y variada y el sentimiento tiene que andar siempre en la ayuda del territorio de la razón. Sin embargo, cuando la duda no es razonable y razonada, se convierte en simple tontería.
Unamuno es bastante tragicómico. Desde luego, en el mejor sentido en el que puedan entenderse estas palabras. Quiero decir que en todo anda por la tremenda, que no se arredra ante casi nada y hasta “le va la marcha” pública. A veces se arruga -sobre todo en la última parte de su vida- y se pliega a lo correcto públicamente, aunque son pocas las ocasiones en las que lo hace y da la impresión de que siempre es por quedarse en el mal menor. Por lo demás, parece una avispa cojonera que siempre anda azuzando a los modorros. Yo no puedo competir en los mismos planos, pero sí en la actitud y en esa forma de ir a la contra en demasiadas ocasiones y con consecuencias no demasiado positivas para mí. Habría que glosar a qué servicio se ponen esas actitudes. Ahí ya me siento un poco distanciado del maestro Unamuno.

Es Unamuno amante de la ciudad pequeña y nunca elogió mucho el tráfago de las grandes ciudades. Se enclaustró en el gusto por el campo abierto, campo que veía siempre como un estado de conciencia. Recibió unos influjos familiares cuando menos curiosos. Era tacaño tal vez en exceso. Se vivió a sí mismo como nadie. La vida para él fue “serse”, convirtiendo este verbo en algo activo y personal. Creyó siempre en sí mismo como salida y meta. Abrió todas las puertas al valor supremo de la existencia. Fue universal y único. Creyó en destinos comunes patrióticos (yo en esto sueño menos). Aspiró a ser querido sobre todo por sus escritos. Nunca salió del yo y fue un gran “egoísta”. Nunca quiso soñar por si en el sueño se le iba la vida verdadera pero toda su vida fue un sueño… Fue un tipo verdadero, intenso y solitario. Siempre contradictorio, culo de mal asiento hasta en sus teorías, martillo de modorros, republicano convencido, despreciador de militares y cuerpos parecidos, un mortal inmortal y un inmortal de pueblo.

No quiero analizar en qué me siento próximo de toda esta panoplia y en qué ni me parezco, por supuesto salvando las distancias. Anoto, sin embargo, que es un ejercicio que provoca deleites y sonrojos.

N.B. Dejo de nuevo nota de que Sara se hace la remolona y nos hace esperar otro poquito. Es que es una princesa y se lo está pensando.

viernes, 29 de mayo de 2009

OTRA DE HÉROES "SOLITARIOS"

Va cediendo el bullicio de la noche del miércoles. Ayer y aquella noche todo fue fuegos fatuos y adoración nocturna. Dicen que las audiencias se dispararon todas y que todo el mundo andaba mirando cómo el Barça ganaba otra copa más.

Yo también lo vi a ratos y me alegré un poquito del triunfo del buen juego y de un equipo que puede enseñar algo a los demás, a esos otros que parecen trazados con ceros en las nóminas y con anuncios varios como ración diaria. Por desgracia, ni creo que aprendan ellos ni enseñarán lección a sus discípulos, que esta vez podrían ser todos los demás. Todo seguirá igual para que todo siga lo mismo. Desde el domingo veremos esa prueba hasta que empiece el fútbol allá por setiembre. Y sigue coleando eso de las adhesiones y de los festejos. Creo que hay mucha hipocresía en público y, cuando se pasan los límites de la educación, el ridículo ronda en la ventana. Quiero decir que hay gente que no se alegra tanto de los éxitos como pregonan luego. Y que hay mucha más gente a la que le gustaría alegrarse y no puede sencillamente porque no se sienten llamados a la mesa de la celebración, porque demasiadas veces son rechazados públicamente por los aquellos que presiden la mesa y no pueden salir a la cena porque les puede el pudor. ¿No se me entiende? ¿Sabéis qué ocurrirá cuando otro equipo gane una copa igual? ¿Es que no hay bien de ejemplos en la historia? Dicho de otra manera: que no se puede ser amigo de alguien cuando este te está poniendo pegas todo el día e incluso te desprecia en público en cualquier ocasión.

Por eso a mí me habría gustado alegrarme un poquito más de lo que en realidad me alegré. Y ya está bien de darle líneas a este asunto tan nimio. Tan nimio como asunto, mas no de consecuencias tan pequeñas en lo social y en lo político.

El caso es que de nuevo me vino la noticia de la victoria del Barça que ni pintada para mis sermones escolares. Porque a veces me siento un poco misionero buscando explicaciones y tratando ante mis alumnos de extraer consecuencias, desde los textos literarios, que tengan que ver con su propia vida. Apareció en la página la imagen caballera del héroe don Quijote. Y ya fue todo verlo montado en su rocín-antes, con una vestimenta descuidada, con las armas tomadas del orín y el cartón como material más sólido, con la comida única que le dieran el azar y el camino, con la ayuda de un bruto montado en un pollino, con… Y con ese afán imposible de CAMBIAR EL MUNDO, de deshacer tuertos por doquiera.

Y, allí enfrente, en los periódicos, los héroes del balón y de la fiesta, con dificultades económicas cada mes, sin ayudas de nadie, comiendo y durmiendo a la intemperie, pues no pueden pagar ningún hotel, mofados de las gentes, no como don Quijote, siempre aplaudido en todos los caminos, sobre todo en Barcelona delante de las gentes, predicando por todas las esquinas la paz y la justicia universales después de devanarse los sesos en estudios profundos, trabajadores ellos de los de doce o trece horas cada día… En fin, héroes del todo. Pobrecitos ellos, sin ningún reconocimiento público ante tanta virtud como atesoran.

La madre que parió a esta sociedad que no altera valores y que sigue aplaudiendo a lo más tonto y vago de cada familia. Y lo peor de todo es que los que más los adoran siguen siendo los que peor lo pasan y, por contraste, peor llegan a fin de mes.

¿Alguien querría imaginar conmigo la comparación que podríamos hacer entre el casco de un piloto de coches de carrera, o de motos, y la celada de don Quijote? ¿A que es de risa todo? No es de risa, cojones, es para llorar mucho, para esconderse del todo y para pensarse si no hay que salir a la calle de otra manera.

¿Qué pensarían mis alumnos de todo aquel sermón? Os juro que partimos del Quijote como obra literaria con un héroe en sus páginas. A veces me reprimo y me contengo. En fin, ya soy mayor; no me callé nunca demasiado y ahora es ya un poco tarde para cambiar los usos. Menos mal que siempre termino dulcificando un poco las arengas.
Que se divierta mucho todo el mundo. Nadie pondrá en cuestión que la belleza es digna del elogio; también en el deporte, por supuesto. Pero un poco de tiento y de razón, os lo suplico. Mañana serán otros y ocurrirá lo mismo. Aunque al menos no parece que cierren las puertas ni rechazan que se les manden flores.

N.B. Sigo con mi cabeza en otro sitio pues Sara está llegando. Pero es que lo está haciendo muy despacio. ¿Será que tiene miedo? ¿No sabe que la aguardan muchos brazos para abrazarla siempre? Venga, vamos, princesa.

jueves, 28 de mayo de 2009

UNAMUNO: SUS SIERRAS Y MIS SIERRAS

Entre espera y espera de noticias de vida, me vengo a sosegar con Unamuno. Qué contraste tan grande. Qué ser tan especial. Y, lo mismo que él, buena parte de eso que se llama la Generación del 98. Qué cosa tan rara eso de las generaciones, pero qué coartada tan estupenda para simplificar las cosas y llenar unas páginas de palabras, y para cobrar unas perras a fin de mes, con el sonsonete de las características, los componentes, la formación, y toda una ristra de tópicos. Y andaba, con Unamuno, en eso del paisaje y de la naturaleza.

Unamuno es uno de mis referentes, en todos los aspectos, por su sinceridad, por su formación, por sus dudas eternas, por sus contradicciones, por su humanidad, por sus exageraciones, por su egotismo… Por casi todo. Y, en lo que al paisaje se refiere, porque trasciende siempre la descripción para lanzarse a la búsqueda de la significación y del simbolismo. De tal manera que Gredos, por ejemplo, no es para él solo descriptivamente una mole inmensa de rocas sino “el espinazo de Castilla”, o “Ara gigante de Castilla”, o “…el Dios de España que tiene su trono en Gredos”.

Hay enjundia de historia y de ideas, de simbolismo siempre, de representación semidramática de todo lo que ve y de todo lo que siente. Recojo aquí otra cita un poco más explícita: “Tiéndese allí arriba, en la cima, y se pierde en la paz inmensa del augusto escenario, resultado y forma de combates y alianzas a cada momento renovados entre los últimos irreductibles elementos. …Tendido en la cresta, descansando en el altar gigantesco, bajo el insondable azul infinito, el tiempo, engendrador de cuidados, parécele detenerse… Despiértasele entonces la comunión entre el mundo que le rodea y el que encierra en su propio seno; llegan a la fusión ambos, el inmenso panorama y él, que, libertado de la conciencia del lugar y del tiempo, lo contempla, se hacen uno y el mismo, y en el silencio solemne, en el aroma libre, en la luz difusa y rica, extinguido todo el deseo y cantando la canción silenciosa del alma del mundo, goza de paz verdadera, de una como vida de la muerte”. O esta otra en la que le atribuye a un “Dios español” lo siguiente: “Este es tu corazón de firme roca / -altar del templo santo- / de nuestra tierra entraña, / este es tu corazón que el cielo toca, / tu corazón desnudo, / mi eterna España, / que busca el sol”.

Siempre busca Unamuno extensiones en la religión, en la historia o en un entrañamiento que aspira a las raíces de no se sabe bien qué núcleo de conciencia colectiva cuando aporta imágenes y descripciones de la naturaleza. No es mi caso exactamente. O al menos no de manera tan explícita. El apartado histórico y el de conciencia y representación colectivas los tengo casi apartados del todo. Me interesa más mi relación con la naturaleza en el sentido más descarnado y personal, más individualizado. Quisiera ser un poco menos portavoz (había escrito portacoz y he estado a punto de dejar esta palabra porque acaso en este contexto no vendría mal) de nadie y algo más descubridor de mí mismo. Ya he dicho muchas veces que lo que de verdad me llama es, antes que nada, esa sensación de pequeñez, de provisionalidad y de paso efímero, frente a la solidez, la permanencia y el cumplimiento de las leyes naturales que descubro en la naturaleza siempre. Aunque se renueve cada día y cada hora en sus paisajes.

Es lo que sigo viendo en estas sierras de Gredos y en estas últimas cotas de la sierra de Béjar por la que me muevo. Para otra nota, las partes: las rocas y los ríos, los árboles y el viento, la nieve y el paisaje.

Esta Castilla es grande y variada. Un poquito más que lo que vieron los ilustres hombres del 98. Pero Unamuno es tan vasto y tan sin fondo, que lo aguanta todo. Un paseo con él tendría que ser maravilloso. Yo le he puesto su nombre a una roca de los Picos de Valdesangil. Espero que no se me enfade el maestro.

N.B. Y sigo aquí aguardando que se contraiga el templo de la vida con más corta frecuencia. Está todo pendiente de la hora, ya casi del minuto. Venga, que ya es la vida. Venga.

miércoles, 27 de mayo de 2009

CÓMO OLVIDAR

"Ya ayer va susurrante como un río" A. González.

Cómo olvidar que nos quisimos tanto,
con ese amor que se derrama en nieve
cuando no rige el tiempo.
Cómo sentir de nuevo las espadas
sangrando en cada poro
cuando el silencio se sustanciaba en besos.

Hoy acaso la nieve es más escasa
(es el cambio climático, sin duda),
el tiempo se medita a cada paso
(también el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa),
la piel anda arrugada y no es sensible
ni a espadas ni a caricias.

"Ya ayer va susurrante como un río"
y el eco de los ecos
es un débil recuerdo de otros días.

martes, 26 de mayo de 2009

ME PUSE UN POCO SERIO

Me muero de la risa y a la vez me desespero cuando oigo a alguno de nuestros dirigentes políticos hablar de un nuevo modelo de producción. ¿Qué querrán decir con eso? ¿Se habrán caído del caballo, o a alguien por fin se le abren las hendiduras del sentido común y empieza a ver que este modelo que tenemos solo nos puede llevar al precipicio? A algunos, que solo aspiramos al sentido común y que no conocemos teorías económicas de casi ninguna escuela, salvo de aquellas a las que los de siempre llaman trasnochadas y se quedan tan panchos mientras llenan sus orondas barrigas, nos ha parecido desde hace mucho tiempo que es el sistema el que hay que cambiar y no los parches que apuntalan el ya existente y que ponen el esfuerzo de todos al servicio de los que tienen el poder para que lo sigan concentrando y decidiendo por todos.

Naturalmente que hay que cambiar el modelo. Pero esto exige algo más que palabras. Supone enhebrar algunas ideas en las que sustentar las decisiones posteriores. Es la única manera de no improvisar y de no andar a lo que mande el sol de cada día. Y para ello lo primero que hay que hacer es pensar y poner ese pensamiento al servicio de todos los integrantes de la comunidad. Así que la primera inversión es la de la cultura, la de la formación, la de las ideas. Ya sé que me repito, que ando en lo de siempre. Qué le vamos a hacer, es lo que pienso.

Es desde ese centro de operaciones desde el que hay que ponerse a trabajar, a producir y a consumir de otra manera. Y regular horarios de trabajo, y controlar niveles de producción, y tener claro qué producimos, para qué producimos y qué necesidades queremos cubrir con el producto.

Y todo esto, ¿cómo se puede pensar y describir si no es con el ser humano como fondo? Quiero decir con el ser humano como tal, con cualquier ser humano en igualdad de condiciones, de derechos y de deberes. Lo demás, eso del ser humano por encima de la comunidad, es pura filfa y nos lleva a mantener los privilegios de los que ya son poderosos y mantenemos en la miseria al resto de la tribu. Así que, por favor, analícese eso de “el ser humano” y aclárese qué encierra.

Solo en ese momento será cuando podamos hablar de más o de menos ladrillo, de invertir en sanidad o en la bolsa, de concentrar empresas o de dar subvención al automóvil, de producir ideas o de darnos al ocio y a la playa, de saber por qué hacemos carreteras o bajamos la ratio de las aulas.

En fin, que se predica de nuevo la primacía de las ideas frente a la improvisación y el egoísmo como norma de vida. Y se exige este esquema para todos, por más que hay formaciones de las que uno no espera casi nada. ¡Y a explicarlo a la gente! Sin miedo y sin complejos. Si es que se cree en ello, por supuesto. La gente no es tan tonta y quiere que la traten como lista. (Acaso esto último no es más que un eufemismo, pero hay que echarse al ruedo).

Esto sí que sería de calado, de las revoluciones permanentes, de lo que cambia de verdad al hombre, de lo que nos ofrece otra mañana con otros horizontes.

Andan por ahí afanándose en eso que llamamos campaña de elecciones europeas. Está bien y seguiremos en la brecha, al menos como mal menor. Qué oportunidad para hablar precisamente de ese cambio de modelo y no para tirarse trastos a la cabeza ni para engañar tontamente al personal. Como si lo que nos interesara fueran los caprichos de unas cuantas personas y no la forma de vida y el trabajo diarios de la comunidad.

Un ejemplo tan solo. ¿Nadie tiene narices para afirmar en público que “no solo de pan vive el hombre”, o sea, que hay otras variables que conforman el discurrir diario de la gente? ¿Ni siquiera esos que tienen en su boca como propias las frases evangélicas? Cuando la derecha se hace de cruces y pone ojos de carnero degollado porque no entiende que no esté todo el mundo en contra del gobierno en la situación económica actual, ¿no tienen ni dos dedos de frente para entender lo que acabo de afirmar?, ¿es que su propia vida no tiene más variantes que el dinero? Qué burros y qué torpes, qué pobres y qué necios.

Que vuelvan las ideas. Y con ellas los hombres y mujeres que interesan. Que vuelvan y que ocupen los espacios. Los otros, que son tantos, que se callen.

lunes, 25 de mayo de 2009

RECORDANDO A ULISES

Ando huérfano de blog y con ventana prestada. Mi ordenador se ha esfumado y no me deja hablar desde su casa. Valga pues el préstamo y gracias.

RECORDANDO A ULISES

Volver para aferrarse a lo buscado,
llegar a puerto abierto con la cara
marcada por los surcos de los años,
esperando que alguien te reconozca
varado en el espíritu del tiempo.

Querer que ese paréntesis difuso,
robado por el mar y las sirenas,
se haya cerrado como ley oculta
que queda desgastada
sin que nadie recuerde su existencia.

Adelantar los brazos para tocar tus pechos
y adivinar la luz
igual que el primer día en que, asustados,
vimos nacer el sol y revelarse el día.

Descontar de la línea de las horas
esa muesca sin causa ni sentido
para que todo fluya y se deslice
como una línea recta enjabonada.

Y descubrir que todo ha sido inútil,
que destejer la trama de los días
es imposible siempre.

sábado, 23 de mayo de 2009

AMANCIO PRADA

Se me caía la tarde de las manos sentado en mi sillón. Menos mal que por la mañana me había llenado de olores y de verdes caminando por la Ruta de la Plata, en las llanuras del Sangusín. No son ya los verdes tan transparentes ni tan tiernos como los de hace dos semanas, pero las gotas de lluvia lavaban el campo y lo dejaban más denso y oloroso. Volver a echar un trago al borde del camino, junto al débil y pausado cauce del río, con todo a nuestros pies y esa música de fondo que ponen los pájaros en mayo no es cualquier desayuno pues se sirve en el lujo y en la satisfacción. Al fondo la sierra estaba oscura y almacenaba lluvia.

Pero era la tarde un discurrir cansino, en un buen rato de oscuro duermevela, tal vez por el cansancio. Tan solo algunas páginas de Cesare Pavese, demasiado narrativas pues son los poemas de su primera época. Luego algo de deporte y las horas sin pausa desgranándose. De pronto, en una emisora regional de televisión, me llamaron a filas. Hacían una entrevista larga a Amancio Prada. “Un día en la vida de… Amancio Prada”.

Me desperté del sueño y la desidia. Me gusta este tipo mucho más que la media. Es la sensibilidad hecha persona. A lo largo de una hora fue glosando escenas de su vida: su niñez, su familia, la escuela y los padres salesianos, la vida de su pueblo, Valladolid y la estancia en París, sus autores, su música, sus discos y conciertos, su escala de valores, sus gustos y disgustos, sus amigos…, su vida.

Hace más de treinta años que conocí su música y enseguida supe que aquello era otra cosa. Después he seguido algunos de sus discos, de sus actuaciones (es uno de los pocos autores a los que he acudido a oír sin importarme sufrir alguna molestia). Pero sobre todo he seguido su música y he seguido su palabra. Creo que su puntito de impostación no es tal pues la soporta con su vida y sus actos. Se me hace un tipo muy creíble y eso lo salva todo. A la entrevista solo le sobraba lo empalagoso de la entrevistadora, que parecía casi una quinceañera en un concierto haciendo el ganso.

Guardo un recuerdo nítido del estreno en Salamanca -hará ya treinta años- del Cántico Espiritual, en el aula Juan del Enzina. Aquello olía a romero y a tomillo en las riberas del Sangusín del mes de mayo. Y Rosalía, y Lorca, y Agustín García Calvo, y Chicho Sánchez Ferlosio, y otros muchos que, puestos en sus manos y en su voz, parecen transformarse y convertirse en agua cristalina.

Yo me volví a otras horas, cuando escuché su música sentado en mi terraza, y soñaba con ella, y aprendía a volar en otras cotas y a sentir la quietud de otra manera.
Me levantó la tarde Amancio Prada y me salvó un buen rato de la quema.

viernes, 22 de mayo de 2009

LA DORADA SALAMANCA

Me muevo entre un océano de páginas escritas con estilos desiguales. He cogido un ritmo de lectura en el último mes que me hace mirar los días como si fueran horas. Por eso hoy lleno estas líneas con noticias de fuera.

No estoy seguro de que sea la primera vez que araño esta noticia. Si no lo fuera, nada cambiaría. Leo que en Salamanca el 10% de los habitantes son analfabetos reales y ¡el 40%!! lo son funcionales. Por supuesto, esto no ha merecido en los periódicos ningún titular en primera ni la décima parte de atención tipográfica o en imágenes que una victoria de cualquier equipo o que la boda de cualquier subnormal intelectual al uso. Así están las cosas.

¿Quién dijo que Salamanca era Roma la chica? ¿Por qué presumir tanto si la realidad es la de un rebaño bien nutrido que va a misa de doce, trabaja en la función pública y aspira a su chalet en urbanización con piscina comunitaria? Con esto y un plantel de ganaderos que aguarda la llegada de las ferias de setiembre mientras pasea por la Plaza Mayor o toma sus tapitas al amparo de un vino, formamos otra pata de la dorada Salamanca. Arrimémosle otra pata de sopa de conventos bien nutridos y de un aluvión de gentes serranas que aspira a que sus hijos olviden su pasado en otros sitios y tendremos los propios para la partida de cada tarde.

Sé que soy bien injusto al generalizar, que hay gentes que laboran y se esfuerzan, que piensan y progresan, que gritan con su voz las injusticias, que investigan y miran al futuro con ansias de alcanzarlo. Todo es verdad pero el partido lo gana por goleada la estulticia y la calma, el dejarse llevar por esa inercia que no cuestiona nada, que se enzarza en las formas para que todo siga del lado del más fuerte. Hay una masa oscura, una gris clase media, que sigue los dictados de los tópicos porque no le va mal para seguir tirando y que se encoge en sí misma asustada ante cualquier desajuste.

¿Es que no tiene mimbres Salamanca? ¿Qué hace esa universidad? ¿Qué hacen sus profesores? ¿Qué enseñan los “poetas profesores de ahora”? ¿Cómo no arde una hoguera en la que se queme el hombre viejo y renazca de las cenizas un hombre nuevo que se asiente en la fuerza de la razón y en el valor supremo de ser hombre?

¡!El 10% de analfabetos reales!! ¡!!Y el 40% de analfabetos funcionales!!! Y estoy seguro de que el concepto de analfabeto funcional no se aplicará con criterios muy rígidos.

Para desgracia de todos, la opinión y el empuje de Salamanca están controlados y fomentados por los medios de comunicación (teles, periódicos, emisoras). Imposible concentrar tanta torpeza, tantísima falta de limpieza informativa, tanto sesgo en la imagen y en la idea, tan poca pulcritud, tanta mentira. Ya se sabe que, por definición, los medios de comunicación son de derechas (que la pasta está donde está y las acciones las compra quien las compra), cuento con ello. Denuncio la desmesura, lo burdo del intento, lo asqueroso y la falta absoluta de pudor, el no intentar siquiera ni un simple disimulo. Dudo de que en cualquier otra provincia los medios sean tan zafios como en esta. Más es sencillamente imposible.

Y me duele por todo. Porque he pasado en ella media vida, porque es mi provincia. Porque es el sitio donde viven varios de mis hermanos, porque se sigue viviendo en Salamanca solo desde el recuerdo, porque sé que hay focos que encienden otras hogueras bien distintas, porque estamos en el siglo veintiuno, porque muchos de mis paisanos siguen sin el arma más potente para hacerle frente a la vida con dignidad, porque esta realidad denigra y echa por tierra al hombre como ser…

¿Habrá algo en Salamanca más acuciante que poner en marcha un plan inmediato de alfabetización? ¿Qué dicen los políticos al uso? ¿En qué gastan su tiempo? ¿Cuál es su escala de valores? ¡Cuánto tópico indigno! ¡Cuánta miseria oculta!

No quiero echar la vista hacia otros sitios por no quedarme ciego.

jueves, 21 de mayo de 2009

EN ESTE LABERINTO

Con frecuencia me enzarzo algunos días en la madeja de una lana que me presta una idea y que me ofrece atractivos como para seguir devanando hasta que formo alguna consecuencia con sentido. Los orígenes son diversos, pero el más frecuente tiene que ver con la lectura. Y es que todavía hay libros que me dejan prendidos después de cerrarlos. Seguramente porque hurgan en temas que me ocupan con más frecuencia en mis días normales.

He vuelto -ayer y hoy- a otro libro de Daniel Pennac: “Mal de escuela”. Repite el tema de “Como una novela” y se vuelve a sumergir en los asuntos de la educación. Creo que aún sigo amando este bendito oficio a pesar de sus muchas deficiencias, de mis muchas deficiencias, y, por eso, los asuntos que se analizan en el libro son mis asuntos, son mis ocupaciones, son mis desvelos, mis aventuras y mis desventuras. Por eso ayer esbozaba una idea y hoy puedo perfilar otra. Tal vez mañana deba abrir mis ojos a otras sugerencias. Tal vez.

¿Cuántas veces se analiza serenamente el laberinto que supone para un alumno la obligatoriedad de sumergirse cada día en cinco o seis clases distintas? Solo con nombrar variables nos teníamos que asustar: hora del día, curvas de rendimiento, tipos de profesor, dificultad de la asignatura, tipos de actividad, cambios de compañeros, día de la semana, altura del trimestre, situación emocional de cada uno de los participantes… Como para asustarse y poner a cero las pulsaciones antes de juzgar y de condenar o salvar a nadie.

Siempre suelo comentar en público que hay variables sobre las que yo no puedo hacer casi nada. Acaso tal vez solo glosar y proponer aunque no disponer. Pero sí hay una en la que me convierto en comandante en jefe. Naturalmente es aquella que me otorga mi condición de profesor. Y, aunque nada presuponga que voy a tener éxito con una estrategia o con otra -la experiencia demuestra que todo es posible y que la sorpresa ronda cada día-, es ese el terreno en el que yo debo hacerme fuerte, pues esa es mi principal contribución a este mundo maravilloso de la educación.

Yo no sé qué significa ser un buen profesor, pero sé que tengo que ser un buen profesor. Menuda dificultad. Seguramente esta duda me obliga a seguir indagando sobre cuáles son esas cualidades que debería poseer. A estas alturas sigo sin tener nada definitivo. ¡A estas alturas!

Supongo que sería estupendo reunir un buen catálogo de opiniones sobre lo que la gente ha entendido como buenos profesores. Aunque esa suma de testimonios tampoco asegurara nada y todo pudiera seguir fallando, tendríamos al menos referentes de casos reales que sí funcionaron en su día. No desconozco que existen sistemas sofisticados de evaluación también para profesores y que cada día se perfeccionan -y se burocratizan- más, pero me convencen más los testimonios directos de personas reales con nombre y apellidos.

Sospecho -y me gustaría mucho aplicarme personalmente en estas variables- que un buen profesor tiene que partir de una formación sólida y de un amor a la materia que enseña a prueba de toda bomba. No imagino cómo se puede desarrollar un trabajo en el que no se crea, ni entiendo que se bucee en un mar sin saber nadar al menos con algo de soltura. Tal vez la tercera variable tendría que ver con sustentar las enseñanzas con un tipo de vida y de actividad que no desentonara demasiado con la de la propia aula. Creo que sé de qué hablo. Y creo que no es poca cosa saber ajustar los conocimientos a dos variables importantes: la capacidad del alumno y su situación vital (edad, gustos, escala de valores…). Controlar esta última variable no supone despersonalizarse ni realizar actividades de políticos en época de elecciones, o sea, cualquier tipo de estrategia aunque implique el ridículo, sino tener en cuenta que el receptor es el que es, o sea otra cosita bien diferente a mí mismo.

Con esto y sin olvidar que la educación tiene que ver con la progresión, con el descubrimiento y no solo con la complacencia y el gusto, y sin perder de vista que toda persona atesora valores que puede desarrollar, perfilo un profesor de cierto calado.

Ya me gustaría dar trigo además de predicar. No es nada sencillo. Pero me gustaría. Luego está lo del modelo social, el para qué enseñamos, el cambio de sistema, la dignidad de todos, el reparto más justo, la dotación de medios (nunca hubo tantos como ahora), la ratio más reducida (jamás lo fue tanto) y la aurora boreal y el equinoccio… Estoy dispuesto a ello, pero hoy quise mirarme en el espejo. No estoy seguro de haberme reconocido ni sé qué tal habré salido en la foto.

miércoles, 20 de mayo de 2009

MUESTRARIO DE VISITAS

El mes de mayo supone colocarse en el disparadero del teléfono o de las visitas de los padres de alumnos. En la enseñanza secundaria se mantiene, aflojado y dispar, el contacto de los progenitores con los profesores, con esos seres raros que, a diario, se dejan los esfuerzos, o no, en dar rumbo adecuado a los seres pequeños y alocados que pululan por los pasillos o que intentan dar esquinazo a todo para tomar el sol.
Es la época en que la madre se cuelga del teléfono como último recurso para pedir auxilio, o pide hora, impaciente por desahogarse y dejar sobre una mesa la preocupación que lleva encima y que no sabe con quién compartir.

Todavía se asoman por allí los padres de algunos alumnos que marchan bien en el curso y sobre los que no quedan restos de duda acerca de su éxito. Ellos desean confirmar que ese éxito no se va a cuestionar; y hasta en algún caso quieren celebrar por anticipado las bondades académicas de sus hijos. Entonces las alabanzas se acumulan y los proyectos se desgranan, como si el futuro y el próximo curso empezaran al día siguiente.

Hay padres de alumnos a los que no se les conoce y que, a estas alturas, prefieren conservar el anonimato por decoro y pudor. Son los que dejan correr los acontecimientos, tal vez desilusionados porque poco pueden hacer por cambiar su rumbo o simplemente porque ese mundo les cae a trasmano y les asusta.

Otros solo terminan acordándose de santa Bárbara cuando los truenos tienen acobardado al ganado y no hay forma de hacerlo ir al campo, y aparecen estos días con el paraguas puesto y haciendo como si el resto del curso nada tuviera que ver con el resultado final.

En todo este complejo de sensaciones y actos, acaso lo más variado sea el diverso muestrario con el que algunas madres se aproximan. Sobre todo las madres de alumnos con dificultades evidentes y con el peligro a cuestas de no superar el curso. Las imagino solas y nerviosas, pendientes de sí mismas tanto como de sus propios hijos. Llegan y abren el libro de sus preocupaciones y, según en qué página, se lee cualquier relato: hay madres que refieren el relato seguido del fracaso de su hijo, madres que resumen el fracaso que viven con sus parejas, llega la madre que explota y acumula su rechazo en algún profesor que, mira tú por dónde, le tiene rabia a su vástago, o la madre que ahora quiere asediar a todos los profesores cuando antes no tenía ninguna prisa, la madre que glosa la incomunicación con su hijo y la que lo justifica en todos sus términos, la madre que se extraña delante de los demás porque su hijo “no es así en casa”, o es la oveja negra de la familia, o aparece la madre que –como sucede con tantos psicólogos y pedagogos- conoce la teoría para dar solución a todos los casos clínicos y no se da cuenta de que tiene al enemigo en casa, o la madre que se echa a llorar sin saber muy bien qué contiene ese lloro, o la que grita en un vano intento por asegurarse de que hay profesores que no entienden a los jóvenes, o la madre que se lamenta pensando en el futuro (“qué va a ser de él”), o la que insinúa algún arreglo no del todo correcto, o la madre…

La madre siempre es la madre y el muestrario de intentos por salvar lo insalvable se estira todo lo que se puede. Al fondo siempre anda el fantasma del futuro, esa bruja que acecha a los jóvenes pero que asusta realmente a sus padres. Son los meses finales. Y seguimos en juego: este sabe y progresa, ese es torpe y no pasa. ¿Y el futuro? ¿Y la persona como persona? ¿Y el jodido sistema con todos sus defectos? ¿Por qué la enseñanza no se parece a una fiesta y a un deseo de saber? ¿Por qué este juego tonto como el ratón y el gato? ¿Qué escala de valores lo sustenta y empuja? El sistema se puede perfeccionar, pero también se puede cuestionar. Creo que, en este terreno, sucede como en economía, que todos los esfuerzos se encaminan a reforzar el sistema existente y casi ninguno a cuestionarse el modelo. En fin, cosas de raros.

martes, 19 de mayo de 2009

UN MINUTO DE GLORIA

Mis alumnos aprenden rudimentos de poesía, o más bien, algún concepto elemental que los sitúe en el nivel del arte. Suelo partir de un esquema absolutamente elemental: existe obra artística literaria cuando se cumplen estas tres condiciones: se utilizan palabras, se utilizan de una manera especial, y se utilizan con la intención de provocar sensaciones especiales. Así de corto y de sencillo. Supongo que el esquema lo habré descrito aquí alguna otra vez, pero no lo recuerdo.

Cuando pasamos a la práctica –sí, sí, sin escandalizarse, a crear textos literarios desde el primer momento: con dos (y eso que me acabo de enterar de que Franco solo tenía uno)-, este esquema tiene que funcionar. Y creo que funciona.

Hoy andábamos seleccionando posibilidades del género lírico. Qué tontería esto de los subgéneros y de las tabulaciones. Lo importante sigue siendo el esquema anterior: lo demás no añade prácticamente nada nuevo.

Hoy se produjo un momento de gloria. Más o menos fue así. Se leía un fragmento del conocido poema Llanto por la muerte…, de Lorca. Andábamos por estos versos:” …!Qué tremendo con las últimas / banderillas de tiniebla! // Pero ya duerme sin fin…” . Aquí el poema cobra un sesgo brutal. Explicamos algunas imágenes y todos entendieron ese golpe brutal que señala el momento de la muerte del torero (“Pero ya duerme sin fin”). Les propuse la posibilidad mostrenca para expresar el mismo contenido: Se ha muerto. Y enseguida les añadí una tercera: El tiempo se ha quedado dormido entre sus brazos. Las escribimos en la pizarra (todavía no es digital). Las tres. Una debajo de la otra, y la tercera debajo de las dos. Así: a) Se ha muerto; b) Pero ya duerme sin fin; c) El tiempo se ha quedado dormido entre sus brazos.

Los noté un poco más silenciosos y perplejos. Las tres fórmulas utilizaban palabras. Las tres las utilizaban de distinta manera. Las dos últimas parecían buscar sensaciones especiales: querían formar parte de una obra artística y literaria.
Y les propuse una votación. Nadie votó a favor de la primera. A cuatro alumnos les complacía más la segunda, la de Lorca. Los demás votaron la tercera posibilidad.

Me sentí demasiado satisfecho. Creo que lo notaron. Les dije que comería más a gusto hoy. No cité el origen de la tercera fórmula pero creo que algunos lo intuyeron rápidamente.

Tengo buen paladar pero hoy me gustó más la ensaladilla. Había salvado un minuto. Y menudo rival el que tenía.

Sé que nada es más que lo que es. Pero hoy fue. Para mí, por supuesto. Y acaso para ellos, que quedaron prendidos de otras formas de decir y de acercarse a las cosas. Si quisieran practicar y entusiasmarse…

La imagen "El tiempo se ha quedado dormido entre sus brazos" reza sobre una lápida que me sigue llamando cada día.

lunes, 18 de mayo de 2009

MARIO BENEDETTI

No siempre está la ocasión propicia para dejar en vivo la palabra. Hay ambientes, hay días, hay receptores varios, hay ganas y hay desganas, cansancios y entusiasmos, hay…

La última vez que propicié un recital en público -con alumnos, no mío-, en el centro al que voy a trabajar (qué mala leche), incluí en la selección poemas y poetas muy diversos. Se trataba de poner encima del escenario a alumnos que hubieran leído antes y que sintieran algo al decir las palabras. Entre los elegidos se hallaba Mario Benedetti. Aún recuerdo las caras y las voces de aquellos muchachos que entonaban versos ante la mirada de sus compañeros.

Anoche me enteraba de su muerte. Quise vivir la experiencia de dejarme llevar y escuchar solo lo que esta mañana me deparara la inercia en mi trabajo. Estaban los periódicos encima de la mesa. Alguno lo llevaba en la primera página. ¡Ni una sola palabra! ¡Ninguna referencia en las palabras! ¡Total indiferencia! ¡Nada de nada! ¡!Nada!! Eso sí, había cerezas (riquísimas) que tentaban, y algún rostro risueño que tentaba aún más. Benedetti dormía para siempre en el silencio de todos los presentes.

Admiré de sus versos el claro compromiso con la realidad, su tanto de ironía y de fastidio, lo claro y lo directo de tantas intenciones, su sencillez difícil, el soporte personal que prestaba a sus versos, la coherencia toda, el sentirse conciencia colectiva, el ejemplo viviente de que hay otras miradas para otras realidades más gozosas…

Pasó, sintió, escribió, gozó, penó… y se marchó. Como todo hijo de vecino. “Y en un día como tantos…”

¿A que es hermoso este poema?

CORAZÓN CORAZA

“Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes donde quiera
porque existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.”

Pues eso, Mario Benedetti, que te admiro y te aplaudo, que te siento bien cerca, aunque ya te hayas ido, “y no.”

domingo, 17 de mayo de 2009

NADA MÁS ASOMBROSO

Se me escapan los tiempos de las manos porque se me van los días de mi vista y los espacios me evitan rápidamente. Echo cuentas de un día, de una semana, de un mes o de un año, y todo se me va en un suspiro, sin reposo y sin tiento. Me faltan los minutos para vivir más denso y más completo. Ya se fue otra semana, otro fin de semana y otros días de mayo. Me gustaría que estos días no terminaran nunca pues miro a todas partes y me lleno con todo, y no puedo reposar la mirada como me gustaría. Todo rebosa vida y plenitud.

Hoy tocó día en Ávila, con mi Miguel Ángel y con mi Merce, y con mi Sara, que no asoma la oreja por más que yo la llame. Está casi a la puerta, termina sus maletas, ha sacado el billete, el coche ya está a punto, están mis brazos prestos para que no se caiga o se lastime… Pero se hace un poquito de rogar. Acaso ya barrunta que este mundo es muy vario y no todo es jazmín ni terciopelo. Ahí sigue escondidita en el vientre materno. Pronto será ya nuestra.

Porque, por ser persona, será lo más hermoso, lo más contradictorio, lo más ilusionado y lo más rechazable, todo lo que distingue al ser humano. Son palabras de Sófocles y me siguen sirviendo: “Muchas cosas existen y, con todo, nada más asombroso que el ser humano. Él se dirige al otro lado del espumoso mar con la ayuda del tempestuoso viento sur, bajo las rugientes olas avanzando, y a la más poderosa de las diosas, a la imperecedera e infatigable Tierra, trabaja sin descanso, haciendo girar los arados año tras año, al ararla con mulos. El hombre que es hábil da caza, envolviéndolos con los lazos de sus redes, a la especie de los aturdidos pájaros, y a los rebaños de agrestes fieras, y a la familia de los seres marinos. Por sus mañas se apodera del animal del campo que va a través de los montes, y unce al yugo que rodea la cerviz al caballo de espesas crines, así como al incansable toro montaraz. Se enseñó a sí mismo el lenguaje y el alado pensamiento, así como las civilizadas maneras de comportarse, y también, fecundo en recursos, aprendió a esquivar bajo el cielo los dardos de los desapacibles hielos y los de las lluvias inclementes. Nada de lo porvenir lo encuentra falto de recursos. Solo de la Muerte no tendrá escapatoria. De enfermedades que no tenían remedio ya ha discurrido posibles evasiones. Poseyendo una habilidad superior a lo que se puede uno imaginar, la destreza para ingeniar recursos lo encamina unas veces al mal y otras al bien.”

Todo la está esperando, lo bueno y lo menos bueno, lo peor y lo menos malo. Como a todos nosotros.

Hoy pasaba despacio con mi coche por un pueblo pequeño. Una niña caminaba sola por una calle estrecha. La miré tiernamente. Me dejé transportar a otros tiempos futuros.

sábado, 16 de mayo de 2009

DE ESTADO NATURAL

Pues no fueron Piquitos. Jesús nos torció el rumbo y puso camino hacia Llano Alto, el pantano, la Dehesa de Candelario, Puentenueva, la central de la Abeja y vuelta por Llano Alto. Entre trece y catorce kilómetros de sombra, de verde y de frescor. Me privé de los aromas de la sierra soleada de los Picos, pero gané en frescura, en verdor, en agua, en sombras y en sensación de que esto de la ciudad estrecha es un puro privilegio en lo que al paisaje se refiere.

Ya se sabe que aquí hay muchas naturalezas, y que no hay primavera, pero que, a la vez, la primavera que parece no existir dura mucho tiempo si se sabe mirar. Porque hay cotas y lo que aquí está desnudo en otra altitud está cubierto con un manto bellísimo, y que lo que en el valle se despoja de la flor y anda en fruto en lo alto es nacimiento y fuerza, empeño en ser más fuerte, deseo de engrandecerse. De modo que lo que vi hace apenas dos semanas hoy lo volví a ver con otras dimensiones y con más densidad. Los robles en lo alto aún siendo niños, con su verde tiernísimo, los serbales, las acacias, los espinos albares, los castaños…, y las flores del suelo, y el canto de los pájaros… No exagero ni un punto. Es así todo esto.

Sigo dándole vueltas a lo que significa eso que llamamos naturaleza y cuál es el reclamo que me lleva casi todas las semanas a sumergirme en ella (en realidad estoy en ella toda la semana desde mi palco vip en mi terraza). Sigo pensando que una respuesta buena no se aleja de mirar con reojo mucho de lo que pasa por aquí abajo, por estas calles y por estas plazas, pobladas por miserias y pequeñas historias que tienden a la nada. En la huida de ellas o en el contraste tal vez se esconda una buena respuesta.

¿Por qué la naturaleza? En realidad, ¿qué es? ¿Acaso no soy yo naturaleza? Sé que, en rigor, naturaleza es un concepto extenso que debería aplicarse a todo ese discurrir natural en que las cosas acontecen. También las de los hombres. Es verdad que guardamos el nombre para todo aquello que acontece y que no sufre, de manera muy visible, la intervención del hombre. Cuando me echo al camino, suelo mirar los árboles, observo la montaña, contemplo un roquedal o miro a un río. Y los veo como distantes, alejados del discurrir diario, como impasibles a estas normas sociales que aplicamos nosotros en nuestro discurrir diario. Tal vez discutan dos robles por ocupar su espacio, pero al menos no lo hacen con escándalo. Y, sobre todo, duran, están allí todo el tiempo, nos sobrepasan en conjunto, tienen su propia edad y cumplen años con otro calendario, parecen esenciales frente a mi alergia o mi calor, me hacen sentir muy poca cosa, tengo que cambiar mi ritmo para estar a su lado.

Sin embargo, sé muy bien que también tienen vida y son jóvenes o viejos, se agarran a unos medios y sucumben ante otros, crecen cuando es su turno y se entregan al suelo en su momento. Un poco al modo en que lo hace el ser humano, que se mueve, que actúa, que fabrica y destruye, que se enfada y modifica todo. Sé que el estado más natural del hombre es precisamente el de no serlo, el del cambio y el de la evolución, el de la valoración y el de la propuesta de nuevo futuro.

Pero algo hay en eso que llamamos popularmente naturaleza que me confirma en otra dimensión y en otras sensaciones. Tal vez por eso me siento a gusto en medio de ella. Quizás como contraste de valores y de actividad diaria.

Hoy descansé y comí mi bocadillo en medio de un arroyo, con los pies acariciando el agua, con un frescor suave, con un verde intensísimo, con una cabellera de agua que rizaba las piedras, con el bosque cantando, olvidado de todo, con el sol en lo alto sin molestar siquiera. Ni fray Luis ni Garcilaso. Estos no saben lo que es bueno. Y si lo saben, no lo pudieron expresar. Un poco más san Juan, pero hasta tengo dudas.

HOY EL TIEMPO FUE GRIS

Cuando se desajustan el tiempo utilizado para cualquier asunto y los resultados que crees haber obtenido de él, se te queda una cara de tonto dispuesta para enmarcarla. Es lo que me ha ocurrido hoy en una reunión de asuntos políticos.

Casi tres horas para darle vueltas a la situación del PSOE en Béjar y muchas variables que tener en cuenta. La más importante, sin embargo, es la que acabo de indicar. Pero esta variable es el resumen de otras muchas: reuniones demasiado espaciadas, falta de comunicación entre los afiliados y simpatizantes, desconocimiento general, incapacidad para hacer intervenciones breves y pertinentes, repeticiones hasta el infinito, particularización y personalización, dificultades para ordenar ideas y construir razonamientos claros, malos entendidos, digresiones… Qué lío.

Y, a pesar de todo, parece que este sigue siendo el método menos malo. La convivencia resulta siempre muy dificultosa, y, sin buena voluntad y un poco de cabecita, se vuelve sencillamente imposible.

Así que aquí estoy, derrotado y con pocas ganas de repetir. Sé que, en cuanto pasen unos días, volveré a sentir la necesidad de volver a las andadas. C´est la vie.

Tiene Béjar dificultades bien visibles que no se dan arregladas. Y el PSOE también las tiene; en cuadros, en militantes, en falta de ideología, en burocracia…, en muchas cosas: matadero, parador, parking, PGOU, funcionamiento de personal, piscinas, Condesa… Habrá que volver sobre ellos con calma. Ahora quiero leer y descansar. Mañana por la mañana me aguarda la subida a Piquitos y a la embriaguez de sus plantas aromáticas. Vale.

jueves, 14 de mayo de 2009

EL OTRO PARTIDO

Dediqué anoche un rato a ver el partido de fútbol en el que Bilbao y Barça disputaban la final de la Copa. Nunca antes de reírme con el humor inteligente de El Intermedio, por supuesto. Me perdí todo el asunto ese de las pitadas y del desprecio a los símbolos. Había llegado yo con el tiempo justo de otro lugar en el que se había discutido, de aquella manera y con aquellos argumentos o esbozos de tales, precisamente sobre otros símbolos. Inmediatamente después me enteré de todo por otros medios. Durante todo el partido ya se veía que todo era un mar de símbolos (banderas) de cierto tipo, no de esas que representan a un club sino de aquellas que representan a unos territorios. Ni una que acogiera a todos. Ni una, que yo viera.

Y lo que quiso ser deporte (acaso desde el principio no quiso ser eso solo) se convirtió en asunto de polémica y de querencias políticas y sociales.

Por eso creo que en realidad se jugaron dos partidos, el de fútbol y el otro. Los dos previsibles, uno desde la estética y otro desde la sociología y la política.
Mi preferencia por la estética ya la dejé reflejada no hace muchos días, precisamente poniendo como referente a la manera de concebir este deporte del fútbol por parte del Madrid y del Barcelona en el presente campeonato. Poco más que añadir y felicidades a los de más arte.

El otro partido me sigue doliendo, aunque no pienso enfermar por ello. Ayer se juntaron todas las especias para cocinar un plato suculento. Hubo suma de voluntades y no solo disputa futbolística. ¿Quién podría suponer que el grueso de las dos aficiones no se iba a llevar bien si ambas, al margen del partido, sumaban voluntades en la misma dirección? Ahí están las imágenes de convivencia y hasta de carameleo. Absolutamente previsibles. ¿Se habría producido el mismo comportamiento si se hubiera tratado de alguna otra afición? No nacimos ayer, desgraciadamente.

¿No son estos los dos equipos que dicen ser más que un club? ¡Son ellos los que lo dicen! Sobre todo los representantes del Barça. ¿Qué significa eso? ¡!Si es que no pierden ripio para despreciar públicamente a los ciudadanos de otros lugares de este país!! Y un desliz se puede y se debe olvidar, pero el rebozo continuo no lo aguanta ni el que asó la manteca. Bueno, tengo que rectificar: siguen haciendo y manteniendo forofos por todas partes. Yo tengo que interpretar esto equivocadamente porque son muchos y parece que, cuanto más les zurran más se ríen. Me gustaría que me lo explicaran porque sigo sin entender absolutamente nada.

Es verdad que este país es como es y tiene la desgracia de gastar casi todas sus energías en buscar y encontrar su identidad. La Historia es muy elocuente. Pero a mí ya me harta todo este desencuentro que no acaba ni ofrece perspectivas de que así sea. Si no somos capaces de mantener unos símbolos comunes, aunque sean muy escasos, esto no tiene visos de solución. No concibo a una pareja que se pase el día en reproches y tratando cada uno de sus componentes de poner en claro sus derechos individuales. Es sencillamente insoportable.

Y lo desgraciado, pero real, es que las comunidades no se pueden construir de arriba hacia abajo sino desde las voluntades conjuntadas en buena armonía y sin andar siempre a la cuarta pregunta ni viendo brujas en el balcón cada día.

A mí, “el otro partido” me parece una metáfora demasiado elocuente y exacta de lo que es España en su configuración. Y la veo en blanco y negro. Se conoce que soy muy pesimista. Puede. ¿No pueden poner un poco de calma los representantes de esos equipos entre sus socios? ¿No podrían pedir alguna disculpa, aunque sea disimuladamente? Alguno no lo hará nunca pues sus palabras a diario incitan a continuar con el invento.

Como siempre, lo que menos comprendo es la complacencia de todos aquellos que literalmente son despreciados y siguen en el entusiasmo. Yo dejo indicados mi sorpresa, mi desconcierto y mi indignación por todo esto. Me gustaría otra mirada más optimista.

miércoles, 13 de mayo de 2009

ESTOY CANSADO

Hoy me siento cansado pero con la sensación de que me he batido el cobre. Repaso y no me salen casi ni diez minutos libres: Clases, lectura de un libro completo, claustro, Consejo Escolar cansino y desconsolador, cena y descanso. No me da más de sí. Bueno, aún ando mirando un rato eso de la final del fútbol. Me gustaría hablar un día de este asunto, que tiene muchas implicaciones. Y del Consejo Escolar, aunque tal vez será mejor que me corte para no decir cosas de las que después me dé un poco de apuro.

Así que salvo hoy algunas líneas del libro que he leído: “Como una novela”. Se trata de una reflexión acerca del mundo de la lectura. La idea básica, que comparto totalmente, viene a consagrar la afirmación de que hay que leer por placer y no por obligación. Aplicar esto a la vida y a la enseñanza significa modificar muchos esquemas, demasiados. En alumnos y, sobre todo, en profesores.

Ahí van algunas razones tomadas literalmente del libro:
“¡Hay que leer!, ¡hay que leer!
-Para conservar la memoria del pasado.
-Para iluminar nuestro presente.
-Para aprovechar las experiencias anteriores.
-Para no repetir las tonterías de nuestros antepasados.
-Para ganar tiempo.
-Para evadirnos.
-Para buscar un sentido a la vida.
-Para comprender los fundamentos de nuestra civilización.
-Para satisfacer nuestra curiosidad.
-Para distraernos.
-Para informarnos.
-Para cultivarnos.
-Para comunicar.
-Para ejercer nuestro espíritu crítico.
-Para aprender.
-Para sacar adelante nuestros estudios.
-Para informarnos.
-Para saber de dónde venimos.
-Para saber quiénes somos.
-Para conocer mejor a los demás.
-Para saber adónde vamos.”

Todo un programa para reflexionar. Pero con cuidado, porque esto de la lectura también tiene sus derechos, y el primero de ellos es el derecho a no leer. Bye.

martes, 12 de mayo de 2009

DÍAS DE NO ENTENDER CASI NADA

Cada vez que me pongo en contacto con la realidad, me pillo un mosqueo. Y no me viene mal un bañito de sol y sombra para saber de verdad qué ocurre por ahí y cómo se las gasta el crudo mundo. Me ocurre de vez en cuando y no aprendo. No llega la sangre al río, pero como símbolo me sirve. Describiré un ejemplo.

Ayer fui a pasar la revisión técnica de un Clío que vive y duerme en la calle a la intemperie. No quiero discutir sobre la bondad o maldad de que sean obligatorias estas revisiones aunque me parece que, una vez más, castigan a los que cuidan las cosas frente a los menos preocupados, y que lo que habría que exigir es conservar el vehículo en orden y seguro. ¿Por qué por un trabajo de diez minutos escasos me tienen que cobrar si el vehículo está en orden? Pero sea. Cuando llego me piden cincuenta euros y me debieron ver la cara de tonto porque, casi sin pedir explicaciones, me indicaron que en enero solo había subido unos tres euros. O sea, que ya el año anterior también andaba sin enterarme de nada. Al terminar el repaso, me indican que hay que cambiarle algo que creo que llamaron latiguillo y que tal vez tenga algo que ver con el freno. Todo esto en medio de una tormenta considerable que nubló la tarde y la puso oscura hasta la noche. Unos días para arreglarlo y vuelta a la estación para certificar que se ha realizado el arreglo. Vale.

Vamos donde Vicente, que es mi mecánico de cabecera y me puedo echar unas risas con él. El colegio de las salesianas congrega en una calle estrecha a todos los padres y madres de la comarca. Imposible intentar parar y mucho menos entrar en el local mecánico. Todo sea por las madres alesianas (está bien escrito, aunque mi ordenador subraye en rojo “alesianas”). Espero a ver si lo vuelve a subrayar y erre que erre (que quiero escribirlo así, coño). Vuelta para casa y paciencia hasta el día siguiente.

Hoy, hace poco más de media hora, Vicente me llama para ir a recoger el coche pues ya está arreglado. Antes me ha comunicado que alguna zapata (no sé si tendrá que ver algo con los zapatos) también necesita cambiarse. Venga, colega, dale caña y espabila. Me acerco a buscarlo y enseño por delante mi tarjeta de pago. La factura me dice que me van a cobrar ciento cincuenta euros (150). Firmo y me marcho. Operación concluida.

No. Ahora mismo me acuerdo de que mañana tendré que echar otro buen rato para volver hasta la ITV. Espero que no llueva. Confío en que todo esté en regla. Descansaré tranquilo.

Pero es que hay una segunda parte que no encaja en mis entendederas. Hoy mismo he dedicado casi hora y media (ya sé que es larguísimo pero hoy el día se dio así) a leer mis poemas a un grupo de mujeres que me invita dos o tres veces al año. Otras veces hablamos de otros asuntos. ¡!Y mi recompensa ha sido UNA BOTELLA DE VINO!! Espero que esté bueno al menos porque, si no, es para pillarse un coma etílico y no salir de él. ¡En la factura del coche solo figura una hora de mano de obra y los materiales valen dos perras!

Esperaba el sablazo pero no me acostumbro. Sigo fuera de todo lo que nace, vive y muere por ahí. Debería considerar el hecho en sí y no porque me haya tocado a mí y a mi bolsillo. Y así quiero considerarlo, no de otra manera. De cualquier manera que lo mire, hay una descompensación apabullante. Así que buscaré trabajo en el arreglo de automóviles y me olvidaré de las tonterías estas de escribir versos y de ir a leerlos gratis.

Y además de la anécdota y de las ramificaciones que de ella se puedan considerar en esta primavera, vengo a dejar por escrito que la poesía sigue siendo muy agradecida si la explicas un poquito y la lees con cierto sentido. El receptor se engancha fácilmente y el ambiente se cuaja en el silencio y en la atención. Incluso cuando la preparación no es la más intensa. O acaso por eso. Hoy fue un recital largo y, o disimulaban muy bien esas mujeres, o se sentían a gusto: miradas silencio, peticiones, comentarios. O sea que salvaré la palabra y su atractivo y arrojaré el coche al terraplén. Hasta que lo necesite y meta la directa.

lunes, 11 de mayo de 2009

PRETEXTO, CONTEXTO Y POSTEXTO: PROSOPOGRAFÍA Y ETOPEYA EN UN POEMA OCASIONAL

Qué imbecilidad de titular. Lo tomo de uno real, no me lo invento. No citaré la fuente porque no me da la gana y no tengo por qué molestar a nadie. Además su autor sabe hacer cosas muy buenas et quia aliquando dormitat Homerus. Y lo copio aquí sencillamente porque me apetece.

Pero me puede servir de pretexto (ya tenemos la primera palabra) para considerar brevemente la enorme cantidad de variantes que ofrece la confección de un texto, por breve que este sea. La pauta nos la marcará el contexto (ya tenemos la segunda) y el fin comunicativo del mismo, o sea, el postexto (y ya la tercera).

Pues indagaré en unas líneas su aplicación a una prosopografía y a una etopeya. Por divulgar, me recuerdo y recuerdo que prosopografía tiene que ver con la descripción externa de una persona y prosopografía con la descripción de caracteres (perdón). Y que ambas juntas constituyen eso que popularmente llamamos retrato (otra vez perdón). Vamos que parece claro que se podía haber expresado de forma un poco más sencilla y clara.

Sucede que a veces se cuentan historias, y que en esas historias intervienen personajes, y que estos personajes son de alguna manera, y que esto hay que trasladarlo al lector, en boceto, en detalle o envuelto con aspirina, pero de alguna manera hay que ponerles límites a los actores de lo que estemos contando.
Si pensáramos un poco, nos daríamos cuenta de las múltiples posibilidades que ofrecen esas descripciones y los efectos tan distintos que producen. Un buen ejercicio de creación literaria –casi de taller literario- es intentar diversas posibilidades del retrato. ¿Seleccionamos solo elementos de tipo físico? ¿Solo de tipo moral o sicológico? ¿Los mezclamos? ¿Cuál va primero? ¿Hacemos diversos lotes? ¿Los mezclamos en proporciones desiguales? ¿Ensayamos perspectivas realistas y perspectivas hiperbólicas?...

He dedicado el tiempo libre de mis dos últimos días a la lectura de una novela curiosísima, “El manuscrito de piedra”, Luis García Jambrina, ambientada en la Salamanca de finales del S XV, en la que se le encarga nada menos que a Fernando de Rojas el esclarecimiento de una serie de crímenes. El tono policíaco, la toponimia, el ambiente histórico, la proximidad y la claridad de exposición hacen de esta obra una novela que yo he leído casi con pasión.

De ella recojo casi al azar un par de descripciones (Prosopografía y etopeya…).
En la primera se describe a la princesa Margarita, hija de los Reyes Católicos: “A Rojas lo sorprendió la hermosura de doña Margarita: la albura de su rostro, el color dorado de su pelo, los ojos azules y soñadores, la nariz recta, los labios sensuales y, desde luego, su talle esbelto y bien contorneado. Vestía un brial de brocado carmesí, con el cuerpo de oro tirado, un manto corto de terciopelo, forrado de armiños, y una mantilla de raso, con forro en damasco leonado, delantera bordada y abertura de aletas de oro y plata. En la cabeza llevaba un tocado alemán, hecho de red de oro e hilado con seda de colores.” Ni un jodío rasgo moral. ¿Qué pasa que no hay que ver en ella más que una tía macizorra?, ¿eh? Pues es lo que hay.

Inmediatamente después, aparece El Príncipe: “A su lado, parecía o demasiado niño o demasiado anciano para ella. Su capa, jubón, ropa, calzas y gorra eran del más fino paño y de la mejor hechura, pero lucían tanto en él como en una alcándara. Aunque era delgado y de regular estatura, sus piernas parecían demasiado débiles para sostener un cuerpo. En su cara ovalada e infantil, predominaban los rasgos de la madre: los ojos entre verdes y azules, la nariz algo carnosa y de perfil ondulado, la boca blanda y lasciva y el cabello rubio y abundante… Su rostro enteco, pálido y con ojeras daba pábulo, por otra parte, a los rumores que aseguraban que hacía demasiado uso del matrimonio, o que Margarita era demasiado reino para tan poco príncipe.”

Alguna licencia se permite el autor, pero muy escasas pues apenas salimos de la pasarela tampoco con el tipo este, aunque para su desgracia, como se dibuja en las últimas imágenes. ¿Acaso es que la monarquía no da para más?, ¿eh? Pues puede, pero los rasgos también pueden ser negativos y aquí no los hay de ningún tipo, de modo que no podemos hacernos una idea de con qué gente nos estamos jugando los cuartos.

Todavía copio otra prosopografía (jijiji) del mismo libro, con tono quevedesco: “El aspecto del hombre (no es el príncipe), además, no era muy tranquilizador, y menos aún en una cueva. Era alto, cenceño y andrajoso, en todo semejante a una estantigua. Tenía una barba larga y descuidada y unos ojos tan saltones que parecían querer salírsele de las órbitas para ir a ver el mundo por su cuenta. Poseía, no obstante, una voz bien timbrada y cadenciosa, de esas que encantan y seducen al que la escucha, aunque no se entienda nada de lo que dicen.”

Qué diferencias. Y siempre con el juego de la palabra. Qué hermoso un juego de identidades a partir de una descripción (prosopografía y etopeya…). A adivinar quién es quién. O a desfigurar por lo feo. O por lo hermoso. O por lo real. O por la hipérbole. O por lo sociológico. O por la moralina. O por los gustos. O por…

De nuevo la realidad reducida a la referencia que de ella tengamos a través de las palabras.

domingo, 10 de mayo de 2009

COMO BUSCANDO A SARA

Amanecí cargado en mis cuádriceps por la caminata a la que me había sometido Jesús la mañana del sábado. Jesús, amigo, que uno no anda para esos trotes. El caso es que, entre idas y venidas, sábado sí y sábado también, la serranía de Hervás, dominada por el Pinajarro desde lo más alto, empieza a no tener secretos para mí.

Pero esta vez tocaba explorar una ruta para que el Grupo Bejarano de Montaña la hollara el sábado siguiente, y allá que nos fuimos. Anduvimos casi literalmente sumergidos en el valle hermosísimo que mira desde la divisoria de Candelario, La Garganta y Hervás y que ahora lo dibuja todo de un verde muy tierno y luminoso. Y desde el pueblo de Hervás sorteamos casas de campo y árboles ya cargados de cerezas rojas bien maduras para llegar al pantano que abastece al pueblo, ascender por un robledal que hace arco a cualquier caminante, tomar un respiro en el estanque desde el que se lanza en flecha casi vertical un canal que conduce las aguas hasta una central eléctrica, desviar nuestro camino invadiendo algún prado y terminar encontrando pista en la Tabladilla. Lo demás fue ascender en suave desnivel por varias pistas, hasta situarnos otra vez a los pies mismos del padre de los picos de la zona: El Pinajarro. Un kilómetro antes, cerca de una torrentera convertida en regato y casi río, nos paramos a matar la sed y el hambre. Y lo hicimos a la orilla de unos hermosos chozos construidos allí por los pastores junto a una majada para el ganado. Mi imaginación se fue volando hasta mi infancia, hasta mis noches de chozo junto a las carboneras, mirando hacia la luna y las estrellas, niño yo de nueve años frente al cielo infinito. Mis chozos eran más pobres que estos que ahora contemplaba. Estos tenían la base construida con piedra bien sólida y, a partir de ahí, las escobas bien mullidas formaban todo el resto. Mis chozos eran todos de jara y escoba desde el suelo. Apenas unos palos muy bien entrecruzados sostenían esas paredes verdes. Y eran, además siempre nómadas pues no duraban más que una o dos carboneras. Estos tienen vocación de permanencia y allí están para mucho tiempo. Benditos chozos estos donde duermen pastores de la sierra junto al ganado montaraz. Ellos saben de frío y de paciencia, de dolor y de soledad, de abandono y de supervivencia. Y saben cómo canta el silencio en las alturas, cómo se desmorona la montaña y la nieve se licua y se rinde ante el sol. Ellos saben los secretos de la montaña y de todos los seres vegetales y minerales. Cómo sentí en los chozos mi niñez.

Nunca os quejéis de la penosidad de una subida. Tened cuidado, en cambio, de la dificultad de una bajada pronunciada. Nosotros exploramos por unos cortafuegos empinados hacia el abismo y mis músculos se empezaron a quejar enseguida. Aún ahora me siguen recordando las bajadas. Pero el camino quedó hecho y anotado, la cascada bellísima en lo hondo del valle me refrescó al momento y el mercadillo de Hervás me regaló unas cerezas del Jerte rojas como granadas.

Y al cansancio se le juntó la alergia. No lo necesitaba pues estaba derrotado de antemano. Y me senté en mi casa para el resto del día y de la noche.


Hoy me esperaba Sara en la ciudad de Ávila. No se ha atrevido aún a lanzarse a la vida, pero anda en balbuceos y presiento que en cualquier momento se lanzará del nido, dará su primer grito y mirará asombrada todo lo que le rodea. ¿Qué verá en su primera mirada? ¿Cómo se ajustarán sus ojos a esta materia extraña que va a rodearla siempre? Ella será de nuevo otro milagro, un engranaje oculto de la vida, un pálpito continuo y luminoso, un desconcierto cósmico, una caricia tenue, un beso sin destino, “un escombro tenaz, que se resiste / a su ruina, que lucha contra el viento, / que avanza por caminos que no llevan / a ningún sitio. El éxito / de todos los fracasos. La enloquecida / fuerza del desaliento…” La vida ya la espera. Y yo seré su tiempo porque estaré cerca de sus sentidos. La acaricié con miedo en el vientre abultado de su madre. Creo que me respondía en algún movimiento. Y me llené de gozo y de fotos de su espacio, todavía tras el telón de carne en que yace escondida. Tengo que acariciarla con cariño, para que no se rompa; la miraré con calma y con ternura, pues viene de la oscuridad; le hablaré con susurros, pues llega del silencio. Yo ya la aguardo pronto con los brazos abiertos.

viernes, 8 de mayo de 2009

HOY FUE DÍA DE CONTRASTES

Pues que hoy fue un día de mezclas y de vacación de aulas. Hoy puse en el pescante el latinajo “vacat” y me fui a Salamanca de análisis y eso, eso que llaman reconocimiento, que uno anda ya chunguillo y quiere asegurarse de que no hay nada extraño. Una bobada al fin pues lo único que puede uno encontrarse es cualquier desvarío. O sea, que electros y pinchazos, orinilla enlatada, vista al frente y a los lados, oídos en posición de revista, pesaje y medida como si uno fuera a fichar por cualquier equipucho, la garganta y el pecho y, en fin, un recorrido de los de tente tieso. Veremos qué me cuentan, aunque para estos casos mejor que la rutina no hay nada y mejor que no se acuerden de uno. Estaba guapa Salamanca como siempre, pero es que hoy la paseé bien de mañana, por su Plaza Mayor y por su feria del libro, por sus calles peatonales y por sus escondrijos. Pillé unos buenos libros que ya ando devorando.

Y me vine para Béjar, estrenando autovía y sintiendo la comodidad de un coche como el que ya me espera para dentro de poco. Aún quedan unos trozos que abrirán en verano, según dicen. Andamos en la cola de las obras, pero quedarán chulas y nos pondrán más cerca de lo que necesitemos.

Y subí al Castañar a empaparme de verde y de paisaje. Todo es lujuria ahora para la vista y para el olfato, como un paréntesis carnoso, como un valle mullido, como la siesta oculta de un fauno en sotobosque, como la sinalefa de unos labios alados, como las hendiduras de una falla que arrastra los despojos de una tormenta blanca, como la voz carnosa que anuncia el sacrificio en el ocaso, como un beso infinito y lujurioso, como un acto de amor interminable.

Luego supe de la muerte de la madre de Encarna, la suegra de Manolo, y estuve acompañando su tristeza y su tranquilidad durante un rato, su certeza de que la vida a medias acaso no es ni media vida, su sensación de que hay hechos que buscan otro tiempo donde todo se aquieta y se transforma.

Y me sumí en las páginas de un texto sobre textos escrito por Ada Salas. Me gusta su poesía y me gustan sus notas metapoéticas aunque no siempre esté de acuerdo con ellas:
“Todo poema nos aleja, nos mata un poco para la vida común y nos afirma en la soledad, porque nos hace crecer en una dirección contraria a la que compartimos con los demás. Y sin embargo, ese alejamiento, ese viaje hacia la esencia -del hombre, de la vida, de nosotros mismos- nos conduce hacia (nunca se llega porque no hay destino real) un punto de lucidez generalizadora que nos ayuda a comprendernos, nos hace más humanos y, situándonos fuera del mundo, nos reconcilia con él.”

Conozco sus ideas de esencialidad, de minimalismo casi, de huida hacia el interior, de rechazo de la palabra demasiado explícita, de amor por lo que sugiere desde fuera del tiempo y del espacio… Hace ya algunos años, sobre su breve poema “Ya no será la paz. / Han besado mis ojos / tu terrible desnudo”, me divertí parafraseando y desmitificando en verso esto que hoy descubro en sus palabras de explicación del hecho poético. Este era el poema explicativo que escribí y que copio aquí otra vez:

A veces siento ansias / de condensar mi voz en una letra / -la más pequeña de ellas si pudiera- / que solo signifique. // Pero me lo has prohibido; / dices que no me entiendes, / que olvide de una vez las polisemias / y mi imaginación calenturienta / -tu frase favorita-; / me pides que te lleve / la voz directamente a tus oídos, / sin labor de carteros / ni otros intermediarios. // Pues mira, corazón, / oye lo que te digo: / desde el primer instante / que hicimos el amor, / mi cuerpo se estremece en tu presencia / y no anhela otra cosa / que gozarte otra vez. // Y todo este glosario / solo para acercarse / como un quince por ciento a la sentencia / “Ya no será la paz”.

Me vale como ejemplo explicativo, vaya que si me vale. No es el comentario de una “Alegría riojana” pero me sirve perfectamente como contraste. Y por hoy ya es bastante.

jueves, 7 de mayo de 2009

!!UN MES!! !!YA TANTO!!

Hoy se me cierra un ciclo muy intenso. Hace ¡tan solo un mes!, ¡un mes!, ¡ya tanto!, que se me fue mi madre para siempre. Y este ciclo tan denso me ha puesto de nuevo cara a cara con el tiempo y con sus apariencias.

Recuerdo ahora las horas de aquella triste tarde. Todo estaba en espera de cualquier variable. Nada era sólido, todo era posible. Yo gastaba mis días en visitas frecuentes hasta su lado, en aquellas otras tardes en las que la paseaba por aquel largo pasillo, viendo morir la tarde, contemplando cómo se hacía más gris el horizonte. Tenía ya asumido que cualquier día se iría por aquel horizonte hacia ninguna parte, pero cuanto más lo sabía menos lo quería. Mi mente había vivido su adiós ya muchas veces.

Pero aquella tarde todo me dolió tanto… No sirvieron ni llantos ni intentos de consuelos. Aquel tajo tan hondo se hizo más doloroso por momentos. Ya no había variables, tan solo la certeza del fin, lo inevitable del desaliento. Me guardo las imágenes, las frases, el soliloquio lento de las horas nocturnas, allí, junto a su féretro.

Ha pasado ya un mes y no son treinta días; son muy largos sin ella, haciéndome a la vida sin besarla y cuidarla, sin darle mis abrazos, sin intentar ponerle un vaso entre sus labios, sin perder mi paciencia cuando sus negativas a ingerir alimentos, sin contarle esos cuentos que me inventaba siempre, sin pedir que mañana pudiera seguir conmigo.

Es tiempo de recuerdo, de que el tiempo se me muestre en todas estas cosas que siguen siendo ella porque las roza aún en mi cerebro, porque yo la conservo, porque la encuentro aún en las esquinas, sentada en mi terraza como un niño, mirando hacia la tarde, porque miro a mi plaza y me veo paseando su carro, porque se me ha vuelto niña y juego con ella, porque la llevo a acostar y le enseño su cama, porque me duermo a su lado por si me necesita, porque escucho su zozobra en medio de la noche llamando a quien le pida su conciencia… por todo en cada cosa.

He procurado superponer imágenes durante este mes denso, he serenado ánimos, tengo una sensación de extraña tranquilidad cuando pienso en el trato que le dispensé y en el cariño que le ofrecí. Hoy sigue aquí, a mi lado, como una muñequita a la que abrazo fuerte.

miércoles, 6 de mayo de 2009

"VIAJEROS Y TURISTAS ¿EN LA COSTA DEL SOL?"

Acaso no es tan fácil ver el tiempo en las cosas. Porque las cosas tienen medidas, colores, extensiones, límites, olores y sabores. Exactamente aquellos que yo percibo por mis sentidos. O los que yo traslado desde la realidad a mi imaginación, o desde mi imaginación a la realidad, en un vaivén en el que ya confundo qué es realmente la realidad.

El caso es que ayer durante varias horas y unos ratos de hoy he echado mi vista sobre las páginas del libro “Viajeros y turistas en la Costa del Sol”, de Andrés Arenas y Jesús Majada. No había tenido ocasión de leer este libro que mi amigo Jesús publicó hace unos años. Me ha venido bien porque ha sido continuación de mi estancia en Málaga, de su conferencia sobre el concepto de viaje -de la que di noticia- y de su estancia última en Béjar.

Mi lectura tiene dos partes bien distintas. Las dos podrían interesar a cualquier lector, pero me quedo sin duda con la primera, por ser universal, polisémica y casi infinita. El viaje como hecho universal, el viajero frente al turista, la nómina de viajeros a lo largo de la historia, el repaso a sus concreciones literarias, abren una perspectiva absolutamente sugerente, que deja a la imaginación en un camino casi sin posible retorno. Y ahí el viaje tiene coordenadas físicas pero también mentales, religiosas, psicológicas, sociológicas, políticas, filosóficas. Hasta llegar a la última metáfora de nuestra vida en camino: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar”.

La segunda parte recoge velas y sitúa caminos más precisos: todos aquellos que o llevan como meta y última parada la ciudad de Málaga o alguno de los pueblos de la provincia, o tienen la ciudad como parada y escala de viajes más largos. Aquí ya ganan metros los espacios frente a los conceptos, los nombres propios y las geografías, las costumbres regionales, los climas y los aspectos concretos de las biografías. Unas me llaman la atención más que otras. Y me sigue atrayendo sobremanera el carácter andaluz que se sigue dibujando en las páginas y en la retina de los visitantes extranjeros. ¿Cuántas imágenes son tópicas y cuántas responden realmente a la verdad y ocupan el talante de casi todos los andaluces? ¿Anda en esas imágenes realmente algo que se parezca al “alma andaluza”? Acaso al alma andaluza le ocurra lo que le sucede al tiempo como concepto, que se queda en la muestra que de él dan las cosas. También aquí interesa la imagen que dan los visitantes viajeros, siempre que sea sincera y sosegada. Todos quedan anegados por la luz de esa costa y de esas riberas, todos alaban ese estilo de vida que no se sujeta bien a unas normas de razón de corte centroeuropeo o anglosajón, todos terminan embrujados por aquello que se podría poner en cuarentena desde otros parámetros. Qué gracia tan desbordante para actualizar fonéticamente los nombres (don Jorgito, sir Peter – Sopita, Gerald Brenan – Yerbabuena…) que acaba por conquistar sin condiciones a demasiada gente. A mí también, lo juro.

No parece mal camino de aproximación al conocimiento de una comunidad este de los libros de viajes, aunque nada como la visión directa, el pateo constante, la indagación sin intermediarios, la charla con las gentes, el patearse los caminos, bajar desde Mijas hasta Fuengirola por los estrechos caminos, cantando sin complejos o comiendo nísperos salvajes que te ofrecen los árboles al precio de estirar simplemente las manos, la visión de la costa desde la alta carretera, la comida en el sitio oportuno…

Esta lectura me propone de nuevo el viaje inconcreto hasta el monte Athos, pensado como viajeros y no como turistas, a la espera de lo que quiera depararme y depararnos el camino. O me incita de nuevo a echarme a los caminos de estas sierras, que me enseñan cada vez una nueva perspectiva.

Dejo aquí la lectura, pero no los recuerdos de esa hermosa Andalucía que tan bien me trata siempre que me acerco a ella. Pero sigo en la senda de la vida, hollando sus caminos, procurando dar porte a este viajero que llevo dentro, hurgando en las curiosidades que me ofrece a borbotones en cuanto abro la boca para saciarme en ella. La vida es el camino de todos los caminos. Caminarla con tino y sin descanso, pararme para otear sus montes y sus valles, descubrirme en sus etapas, dar frente a sus cuestas y gozar de sus curvas y senderos, todo me empuja a echarme al camino de eterno peregrino. Quisiera andar “ligero de equipaje” porque no sé muy bien cuál es la meta y más bien adivino que la meta es el mismo camino.

martes, 5 de mayo de 2009

MI TIEMPO, TU TIEMPO, NUESTRO TIEMPO

Y me he quedado, como pensaba ayer, un rato para mirar el tiempo. Me he parado a mirar hacia el cielo desde el sillón confortable de mi terraza y he visto el sol en lo alto y la luz en lo extenso que abarca mi mirada. Arriba sigue blanqueando la nieve, cada día más escasa y más deudora de las aguas del valle, y el verde de las plantas, y el amarillo intenso de la flor de la escoba, que me marca tan bien el paso del tiempo hasta el verano, cuando se encarame hasta lo alto del Alaíz y del Pico del Águila.

Pero he llamado al tiempo por su nombre y he buscado el concepto y tengo que reconocer que no lo he hallado como algo separado de las cosas. Son los objetos los que me marcan la única apariencia que poseo del tiempo. Las escobas andan en flor por estos días a la altura de la Cerrallana, en esta ciudad estrecha. Irán ascendiendo poco a poco, marcando ese color por cotas en la sierra y, repito, cuando coronen cima en el Alaíz, yo sé que será verano. Representan para mí un calendario exacto de eso que llamamos el paso del tiempo. Y aún sigo mirando y certifico que lo que pasa no es el tiempo sino el color de la escoba y la cota en la que se va asentando.

De modo que uno anda convencido de que eso de la medida del tiempo es tal vez de lo poco que uno trae a la vida, uno de los escasos instrumentos con los que uno juega a ser inteligente y a sobrevivir. ¿Qué otra cosa hago yo sino evocar el tiempo cada día?: me evado en la niñez, cuento los días de la semana, las semanas del mes y los meses del año, recuerdo mis asuntos con el patrón del tiempo, me someto a sus antojos y espero que la vida me siga dando tiempo. Es mentira: lo que pido es que la vida me siga dando vida.

Pero sigo llamándolo como ser independiente de las cosas y sigue sin responderme.
Decía san Agustín, un tipo listo y complicado, lo siguiente cuando se preguntaba por el tiempo: “Sé bien lo que es, si no se me pregunta. Pero cuando quiero explicárselo a quien me lo pregunta, no lo sé. Pero me atrevo a decir que sé con certeza que, si nada pasara, no habría tiempo pasado. Y, si nada existiera, no habría tiempo presente”. Él apunta muy directamente hacia las cosas. Yo, desde mis debilidades, creo que tiene razón y debería dejarme de empeñar en buscar el concepto del tiempo para dedicarle un poco más de esfuerzo al tiempo de las cosas. Son las cosas las que tienen tiempo, desde ellas medimos ese tiempo, o las caras del tiempo que no son más que las fotografías que las cosas nos van mostrando desde nuestro devenir personal.

Tal vez, entonces, lo que pasa no es el tiempo sino nuestro tiempo; o mejor, mi tiempo, tu tiempo y el tiempo de los otros. Cada uno es su tiempo, su conciencia, esa roncha y ese sarpullido que nos va saliendo en la piel y que nos sitúa en el espejo para vernos en él y para ver todas las cosas a través de la mirada de cada uno de nosotros.

Me sobrepasa pensar en las aplicaciones que le puedo dar a este concepto personal del tiempo: las religiones, los conceptos que apuntan a lo eterno, los espacios vitales, la mirada del espacio, que parece que está ahí puesto como una fotografía continuada y panorámica sobre la que ejercer y concretar el concepto de tiempo, y hasta los tiempos verbales, ese comodín de pasado, presente y futuro que nos hemos inventado para andar por casa (otro día me pararé a medir los tiempos verbales en unas pocas palabras)… Me apabulla el concepto.

Y miro hacia los lados -por si se me apareciera el concepto como algo independiente- y sigo sin respuesta. Miro a los demás, extiendo la mirada hacia los vegetales, me recreo en los animales y desembarco en los humanos, y esos sí me ofrecen la fotografía de la medida del tiempo, de mi tiempo, de la medida que les pongo a las cosas desde mi finitud.

Y como soy mirón, sigo buscando límites. Y ahí están los hitos de la vida y de la muerte, del nacimiento y de la sepultura. Desde ellos mido todo. Ahí está la maratón, aunque con extensión indefinida. Tengo que confesar que los kilómetros me salen ya mejor contados desde ese hito final que me dejará sin tiempo desde el momento en el que se enseñe la bandera del olvido, de mi olvido y del olvido de los demás, del olvido de mí mismo y del olvido de las cosas que más quiero.

Tal vez por eso tendría que esforzarme en hacer cada día más eterno, cada hora más intensa y cada minuto más jugoso. Porque el tiempo soy yo, mi conciencia es la brújula de todo lo que pasa.

Y no existe conciencia sin los otros, aunque sea para notar su ausencia. Por eso no puedo crear el tiempo sin los otros. Luego el tiempo son también los otros, que me miden como yo los mido a ellos. Cada uno con su tiempo. Mi tiempo, tu tiempo, nuestro tiempo.

domingo, 3 de mayo de 2009

EL TIEMPO SOIS VOSOTROS

Todo el tiempo de este largo fin de semana me lo han ganado mis amigos y se lo han perdido estas páginas. Peor para ellas. Y mejor para ellos y para mí.

Desde Málaga llegaron Jesús y Sinda con Leti, y desde Cáceres lo hicieron Antonio y Mercedes. Fue un paréntesis gozoso en el tiempo y dio mucho de sí. Porque aquí comimos y bebimos, charlamos y recordamos viejas cosas, no concretamos el futuro ni la llamada de Athos pero ya lo haremos, nos comimos el paisaje lujurioso que tenemos en Béjar cuando llega mayo, sentimos la presencia de la amistad y nos volvimos a reconocer en nuestras simples virtudes y en nuestros también simples defectos.

La solidez y la naturaleza de la amistad no necesitan alabanzas porque las tienen todas y nunca se discuten. Pero es bueno afirmarlas y reencontrarte con ellas cada cierto tiempo. Entonces se notará que la distancia no es necesariamente el olvido y que entre los amigos encuentras seguramente alguno de los mejores fundamentos para seguir caminando en esto que llamamos vida. Cuando se anulan las distancias y se suman unos días de tratos amistosos, parece como que el tiempo te hubiera dado un respiro y se hubiera vuelto más generoso.

Son buenos estos encuentros por muchísimas cosas. Me interesa pensar en ese tajo que supone echar la vista atrás y dividir el tiempo en lo que fue, en lo que es y en lo que tal vez será. Juro que esto de los encuentros con amigos es un pretexto muy bueno para fijarse en ello. Y lo hago, por supuesto, ahora que nos han dejado solos y ha vuelto cada uno a su lugar porque durante su visita me importaban más ellos que el concepto del tiempo porque ellos eran el tiempo. Seguí encontrando a Leti como muñeca de algodón precioso, a sus padres, Jesús y Sinda, con la paciencia a cuestas, a Antonio con esa especie de bondad por todo y a Mercedes con la seguridad de saber estar siempre bien en cada cosa. Y con mi Nena siempre, por supuesto. Hacemos buenas migas y con esas especias todo funciona. Gracias, amigos, por vuestra visita. Os ofrecimos nuestra casa y lo aceptasteis de buen grado. Lo demás, entre amigos, ya se sabe, es coser y cantar. En nuestro caso lo de cantar ya sabéis que tiene sentido literal. Incluso lo convertimos en un amago de ronda mañanera improvisada. De verdad, gracias por todo y un abrazo. Repetiremos los encuentros y serán todos gozosos porque estaréis vosotros.

Y además nos comimos el campo y nuestro sol, con Manolo de guía siempre atento, que Manolo es así con todo el mundo. Otro abrazo de amigo.

Y apareció mi hermana Fide con Pedro, pues no se aguantó más y vino a echar unos lloros hasta el reposo definitivo de mi madre. Y la abracé muy fuerte, porque la quiero mucho y siento como ella por lo menos.

Y llamaron mis hijos, perdidos por el mundo aunque muy cerca. Hoy me han vuelto a llamar para contarme uno que ya está de regreso y para tranquilizarme el otro desde la misma carretera de vuelta.

Cuando el sol ya declina en esta tarde, nos hemos quedado solos otra vez en casa. Y a mí me vuelve el recuerdo de mi madre, o acaso simplemente se acrecienta. Y me detengo un poco porque ahora el tiempo es ella y solo ella.

Pienso pararme un rato mañana para mirar al tiempo. “El infierno son los otros”, afirmaba Sartre. Si esto fuera verdad, también lo sería su contrario. Así que ya lo dejo confirmado con mi rúbrica: El cielo son los otros. Y, con toda seguridad, el tiempo son los otros. Por supuesto, vosotros lo habéis sido este fin de semana. Ella, lo comprendéis, lo será siempre, aunque parezca que ya no está en el tiempo.
Mañana será otro día.