lunes, 28 de enero de 2008
MISERIA Y ABUNDANCIA
Se suele explicar que nuestra lengua es muy flexible y permite invertir el orden de las palabras para ofrecernos el mismo significado global. Y la práctica demuestra que así es, con sus ventajas y con sus inconvenientes.
Pero no lo es siempre y todo el mundo sabe que no es lo mismo un gran hombre que un hombre grande, por ejemplo. Cuando el orden se invierte en grupos de palabras, entonces el resultado es bien diferente y el juego de palabras está servido. El preámbulo me vale para jugar con esta expresión: "La miseria de la abundancia / la abundancia de la miseria". La segunda parte del binomio es reconocible por todas partes por más que nuestra situación en el primer mundo y las "divinizaciones" de los medios de comunicación, siempre en el mundo publicitario de Alicia, nos hagan creer, por rendición, que vivimos el mejor de los paraísos. Claro que ese mundo se viene abajo en cuanto lo necesitan nuestros intereses. Buena prueba de ello la tenemos en las últimas semanas con la traída y llevada crisis. Qué curioso resulta que parecen ocuparse de ella sobre todo los que menos la sufren y los que claman siempre por que el mercado haga de las suyas. Pues lo dicho por lo que lo decimos más veces y no solo cuando el viento nos resulta favorable, que la miseria abunda y no hay más que abrir los ojos, que esa miseria se muestra en dinero pero también con muchas otras caras: la soledad, la escasez, el individualismo, la falta de proyectos colectivos, la mala baba, los sacapechos imbéciles, los oídos sordos ante los gritos de la injusticia, el mirar siempre para otro lado, el acotar los territorios y las propiedades...
Pero mirar con detenimiento la abundancia significa con mucha frecuencia descubrir su miseria, en los bienes y en las personas, en los hechos y en las palabras. Siempre he pensado que la justicia tiene mucho de comparación y por eso me parece que el señor Pizarro no puede ser muy justo desde su abundancia, por ejemplo. ¿Cómo puede ser justa la abundancia si está rodeada de miseria? ¿No será más bien que para ser abundancia tiene que acarrear la miseria de no compartir? ¿Cómo se puede entender eso de ser todos ricos? Yo sí entiendo eso de ser todos iguales, pero ser todos ricos excede los límites de mis matemáticas, y creo que de las reservas y de los números en los que hay que moverse también.
La abundancia de la miseria me deja en un nivel numérico, sobre todo si pienso en términos económicos; la miseria de la abundancia implica elementos de carácter moral además de los económicos, y ahí me aparecen caras como espectros fantasmales y gentes de toda ralea con la miseria de su abundancia a cuestas, pesándoles siempre por no poder desprenderse de ella no siendo que se la arrebaten.
Ah, y como siempre se dice que el dinero no hace la felicidad, sería de buena salud democrática que se invirtieran los términos de vez en cuando, de modo que los de la miseria fueran abundantes miserables y los de la abundacia fueran miserables en abundancia.
Ya sé que se me puede argüir que existen miserables de espíritu en todos los niveles. Pero de esos podemos hablar otro día. Vale.
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