viernes, 11 de enero de 2008

!¿ME CORROE LA ENVIDIA?!

Se dice que uno de los vicios nacionales es el de la envidia. Y yo no me lo creo. Pero no porque no exista sino porque no la considero ningún vicio sino una virtud. Vamos a ello. Hoy envidio -ya se ve que soy un envidioso- al señor Rato y al señor Blair. O al menos creo que tengo derecho y hasta obligación de envidiarlos. Me pregunto cómo se puede haber producido en mí esa envidia y me la explico de la siguiente manera. No conozco método más humano ni más sencillo para explicar la vida que el de abrir los ojos, ver, observar, pensar y sacar consecuencias. Pues bien, abro los ojos y veo. Veo que estos dos señores -y muchos como ellos- tienen dos piernas, un corazón, una cabeza, comen, se reproducen, van al cine, supongo que piensan... O sea, como yo mismo. Porque yo me miro y me veo de la misma forma. Del panorama que me ofrecen las imágenes extraigo la consecuencia de que son seres como yo, con apetencias y necesidades similares, con una trayectoria vital y biológica parecida. Vuelvo a observar y veo que a ellos les recompensan económicamente en un año más que a mí en toda mi vida y me pregunto por qué será. Quizás, considero, su formación sea extraordinaria, pero trato de comparar y no la veo tan diferente. Pero es que, aunque así fuera, no me encaja en la inteligencia que este hecho tenga que comportar unas recompensas tan diferentes. Por si acaso, me gustaría confrontar con ellos mi cabeza y la suya, y a ver qué sale. Vamos, que no me salen las cuentas de ninguna manera. Por si acaso, considero la posibilidad de que trabajen muchas horas, pero miro el reloj y no pasan más que veinticuatro cada día; y algo tendrán que parar para comer, dormir y otras necesidades. Y por eso me parece una situación injusta. Y por eso me enfado. Y por eso siento envidia. Y por eso pienso que es bueno que sienta envidia. Y por eso me rebelo hoy aquí en estas líneas. Y por eso me gustaría que muchos se rebelaran después de sentir envidia. Y por eso creo que la envidia no es un vicio sino una virtud que mueve las conciencias ante situaciones que considera escandalosas.
Bien sé que hay muchas personas que defienden estas situaciones como propias de una vida en la que se mueven los mercados, en la que funcionan la oferta y la demanda, en la que "haber estudiado tú eso o haber estado en política como ellos", en la que "si se lo pagan es porque lo merecerán", en la que por algo será si así se produce. Pues yo sigo negándome de manera elemental y radical a dar por buenas estas situaciones que, me parece, poco tienen en cuenta las variables que la vida y el azar han ido poniendo delante de la vista y de las manos a cada ser hasta convertirlo en buena parte en producto de la casualidad. También sé que, cuando sale un vago, me fastidia mis principios y me deja con el trasero al aire, y sé también que existe el esfuerzo y el empeño personal. Pero sobre todo sé que la mayor parte de la población se esfuerza más que estos sujetos cada día y la vida los recompensa mucho menos que a ellos. Y, si existe eso que llamamos humanismo, supongo que tiene que ser para embridar la vida según las posibilidades humanas, o sea, desde la razón y no desde la suerte y desde la parentela.
De modo que hoy estoy envidioso de Rato y de Blair, y de... Y mira que, en el fondo, creo que me puedo pasar los días con cuatro cosas sencillas. Pero aún me queda la ilusión de que existen principios. Vale.
Por si encajan, estos versos de José Luis García Martin que ya he usado otras veces:
"Ni siquiera el amor nos pertenece:
es del azar, del tiempo, del olvido."

No hay comentarios: