"Claro que en el campo de la acción política, el más superficial y aparente, sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela." Son palabras de Juan de Mairena, palabras desengañadas, quizás realistas, tal vez algo injustas, acaso reflejo de lo más común, qué sé yo. El caso es que me siento una vez más muy cerca de la idea del maestro. En el fondo, don Antonio Machado vuelve a la jerarquía de las ideas y de las acciones y a la prioridad de la idea sobre el acto. Creo que modestamente lo he reiterado en varias entradas yo mismo. ¿Adónde vamos con los políticos que están dìspuestos a bailar un chotis sobre un palo si lo pide la concurrencia, o a poner el coche y el condumio con tal de mantener el puesto? Cuando así se actúa, etamos realmente en el campo "más superficial y aparente", en el que lo que cuenta es la imagen, la foto y el comentario superfluo.
Algo de esto sucede en los sistemas democráticos cada vez que se convocan elecciones. !Y eso que son los menos malos que conocemos! Se abre el quiosco, se extiende el material, que nunca es más real que el del retablo de la maravillas, se coge el puntero y se empiezan a señalar regalos y a hacer castillos en el aire. Cuando nos aparece algún partido que vagamente se apoya en las ideas, ya se encargan los medios de comunciación de yugularlo por medio de la risa, del ridículo, de considerarlo fuera de la realidad, de sencillamente ignorar a los dirigentes y de tratarlos de locos o quijotes alucinados. De manera que los políticos al uso, en buena medida, bailan al son que les tocan los medios y el vulgo domesticado por esos medios, guardianes de la escala de valores en la que tienen que moverse.
De sobra sé que existen grados y que no todo el mundo es igual: en muchas ocasiones me he manifestado en contra de la equidistancia. A pesar de todo, votaré, y, a pesar de todo, sigo apoyando a la izquierda como fórmula menos mala. Pero se me caen los palos del sombrajo cuando veo a tanto sujeto dispuesto a cualquier sonrojo con tal de conseguir un voto. Hay que ganar, coño, claro que hay que ganar; pero hay que ganar para algo, los partidos y las elecciones y los cargos solo son medios y nunca deberían ser fines, tendrían que ser medios para extender las ideas, que tendrían que existir antes que los aspirantes. Si asi fuera, entonces se elegiría a los más capacitados para concretar esas ideas y no a los que pasan por allí cuando suenan las campanas; y tal vez sobraran todos esos ajustes de cuotas y de perfiles que tienen una parte positiva pero otra absolutamente retrógrada y oportunista.
Pero, ¿quién va a pedir a estas alturas ideas en la base de todo? Vivimos en una sociedad que no admite en su seno, si no es en el silencio o en una esquina donde chille pero no haga mucho daño, a los que piensan y tienen sus santas narices para decir de vez en cuando lo que piensan y lo que les dicta el sentido común, por más que vaya contra las opiniones y contra la figura de algunos líderes o figurones. También aquí todo es un poco una pantomima y un gran teatro el que sostiene esta feria de las vanidades. Y lo malo es que se produce en todos los niveles, ahora porque son elecciones generales, después porque son autonómicas o locales, y más tarde porque se trata de poner al frente de cualquier comunidad al que menos moleste y más deje hacer a los espabilados de turno.
Reconozco que es una visión muy poco optimista, que conviene siempre tomar distancia, que hay que conformarse con lo menos malo cuando no existe lo mejor, pero hoy también estoy con el maestro. Como si yo fuera otro Juan de Mairena.
miércoles, 30 de enero de 2008
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