domingo, 13 de enero de 2008

EL DOLONDÓN DE LOS CENCERROS

Otro día más de paso sobre paso por el campo. Y de nuevo en estos límites entre Salamanca y Extremadura, por pistas forestales y por cortafuegos que parecen esperar siempre a los incendios. Durante varias horas he tenido a mis pies el pantano de Gabriel y Galán y lo he visto en toda su extensión, esperando las aguas que le van llegando desde todas las serranías. Repetiré otra vez que no es verdad que en Extremadura no haya agua. No es verdad, no es verdad. En toda su zona norte, el Sistema Central se encarga de desaguar en sus laderas y en sus pantanos, y este es una buena muestra. En estas fechas, además, por cualquier parte corre un regatillo y el suelo anda empapado. Me gustan estos días grises con llovizna pero que permiten andar y sentir la densidad de la naturaleza. Más de veinte kilómetros está bien y la suerte de que la lluvia de verdad solo haya llegado cuando finalizamos el camino aún mejor. Y, como siempre, todo inmenso y todo eterno,como fuera del espacio y del tiempo, para medir al ser humano y para embridarlo y asentarlo en su pequeñez. Vale.
Desde la cima Calama, mirando las llanuras extremeñas y las montañas hurdanas, recordaba aquellos versos recios de Luis Chamizo, autor castúo, que, desde otras coordenadas, a mí también me gusta:

(...a los viajeros)
"Si n´os podéis pará, meté pal bolso
este cacho e libreta,
y al pasá por aquí mirá pal cielo,
y endispués pa la tierra,
y endispués de miranos con cariño
prencipiar a leegla;
porqu´ella sus dirá nuestros quereles,
nuestros guapos jorgorios, nuestras penas,
ocurrencias mu juertes y mu jondas
y cosinas mu durces y mu tiernas."

"Bruñó los recios nubarrones pardos
la luz del sol que s´agachó en un cerro"
(...) Y roando, roando de la sierra,
bajaba el dolondón de los cencerros"

Al lado de las aguas, se extienden las tierras que pisó y trabajó Gabriel y Galán, otro poeta castellano y extremeño que dejó, a su manera, emociones fuertes. Aunque no es mi poeta preferido, también lo he leído muchas veces con emoción. Desde lo alto las contemplaba:

"Si venís antiayel a afligila,
sos tumbo a la puerta. !Pero ya s´ha muerto"

A la vuelta leo los periódicos, sobre todo por conocer los espacios que se le dedican a Ángel González en su despedida. No está mal. Casi nada de su obra y mucho de su persona, pero en estos momentos quizás es lo que corresponde; mañana ya no, mañana tiene que ser su obra lo que siga resplandeciendo y dando luz a los lectores, a los escasos lectores de poesía. Yo voy a dedicar mis clases de mañana a la poesía de Ángel Gonzalez. Porque sí, porque me da la gana, porque aunque no esté en el programa es una lección que añado yo y basta.

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