jueves, 24 de enero de 2008

EL BOLSO Y LA BOLSA

De manera grosera se enseña que en castellano tenemos dos géneros que sirven para marcar los sexos de los seres referidos. Naturalmente, esto es parcial y mentiroso. Es verdad que sirve para los seres vivos, pero no para otras realidades. Cuando se analiza con un poquito más de calma, se descubre y se explica que, en realidad, eso del género es algo bastante azaroso y que responde a razones muy diversas. Y, en uno de esos apartados, se explica que, en no pocas ocasiones, el género marca una diferencia de tamaño que a veces agranda lo masculino y a veces agranda lo femenino. Ahí aparece la pareja "bolso/bolsa". Ya se nota que, en este caso, todo va a favor de la bolsa.
Valga este preámbulo filológico para dar una nota acerca del revuelo que se ha creado con la dichosa bolsa. Todo parecía que se convertía en catástrofe y al día siguiente remonta como el salmón por el río. ¿Quién entiende en verdad ese mundo de la bolsa? Pero si todo se reduce a una pura conjetura y especulación. No se trabaja sobre realidades sino sobre confianzas y desconfianzas. ¿Quién me puede hacer creer a mí que una empresa vale al día siguiente la mitad o el doble que el día anterior? Pero si la realidad sigue siendo la misma. Mi ignorancia en la materia no me impide aplicar el sentido común, y este me dicta que todo eso es un mundo en el que se juega no con realidades sino con futuribles que afectan sobre todo a aquellos que llegan olgadamente a fin de mes. Ayer mismo veía un programa en el que se preguntaba a gente del barrio de Salamanca y a gente del de Entrevías, en Madrid. Qué resumen sociológico tan importante. Mucho más que veinte tesis doctorales juntas. Los del barrio de Salamanca andaban más preocupados por los vaivenes de la bolsa que del precio del pollo; cuando les preguntaban por estos vaivenes a los de Entrevías, se reían y ponían cara como de estar viendo películas de ciencia ficción. Y una constatación definitiva: ¿cuándo, a largo plazo, ha perdido la bolsa? Respuesta: nunca, nunca, nunca. Así que, a jugar todos a la bolsa, que con ella llega la salvación del mundo. Luego comprobaremos para quién van realmente los beneficios.Pero que nos dejen en paz a los que nada tenemos que ver con tanta conjetura, que somos casi todos.
Rescato para el caso un poema de otros días:

TE tengo a ti que es todo
lo que tener deseo.

Y subirá la bolsa, porque sube
todo lo que ya vive en rascacielos.
Yo no he invertido nunca
en acciones de bancos
ni en letras del tesoro, mis acciones
las dejé hace ya tiempo a tu servicio
con un tanto por ciento indefinido.
Soy primer accionista de la empresa
y con eso me basta.

Te tengo a ti que es todo
lo que tener deseo.

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