Me invita Ramón a un café en su vuelta de Lisboa para las vacaciones de Navidad. Al cafetito se suma José Manuel y, de manera inevitable, surgen los temas que tienen que ver con el PSOE, en Béjar, en la provincia, en la región y en el país. Sobre todo en Béjar, son sus claroscuros, con sus luces, con sus sombras, con sus agujeros negros. Como haciendo una memoria anual o algo así. Y nos sale un poco de todo, y hacemos votos para que el próximo año sea un poco más productivo y mejor. Ramón me trae libros de poesía en español y en portugués que le agradezco: "Terra nua e tamanha / Que nela coube o Velho-Mundo e o Novo... / Que nela caben Portugal e Espanha / E a locura con asas do seu Povo". Lo sigo viendo muy asentado en su puesto en la embajada y creciendo en lenguas, en conocimientos y en amistades. Me alegro.
Terminaba el trimestre con una comida casi pantagruélica ayer mismo, en uno de esos excesos que nos llevan a casi todos a comer fuera de casa el doble de lo que comemos en las nuestras (a ver quién le pone sentido común a esa realidad). Pero a la vez sucedían más cosas en este mundo que deglute simultáneamente lo bueno y lo malo, lo árido y lo húmedo, lo duro y lo blando. Por la mañana me topé con Juan y su mujer que venían de visitar a Adrián. Adrián ha pasado varios meses en el hospital y ahora está en casa con muchísimas dificultades físicas, pues hasta la comida se la tienen que suministrar a través de una sonda. Sus perspectivas no son precisamente las mejores. Pero es que ayer mismo dieron sepultura a Fabián Capitán. Pues bien, Ju-an, Fabi-án y Adri-án formaban no hace demasiados años, en mi centro de trabajo, el Equipo -An, haciendo remedo a un programa televisivo de éxito. Los tres eran bedeles del centro y la actividad diaria se nutría de sus paseos en los pasillos, de sus fotocopias, de sus ayudas, de sus palabras, de sus consejos, de sus chascarrillos, de... Coño, eran el Equipo -An. Qué bien los conocían los alumnos. Y los profesores. Adrián ya no estará con ganas de recordar, como lo hacía conmigo tantas veces, cómo se llamaba el toro que mató a Manolete, ni su lugar de nacimiento ("Manolete nació en Córdoba capital...")ni el que mató a Paquirri. Fabián -descanse en paz- está para menos todavía. Menos mal que queda Juan dando guerra con sus partidas y con sus paseos y con su bejarauismo a cuestas.
No hace tanto que dejaron sus puestos de trabajo después de muchos años por los claustros. Ayer lo comentaba en la comida. En realidad, casi nadie los recordaba ya. Los alumnos, por supuesto, no hacen ni memoria de ellos. Es una prueba nítida del valor de los años, del paso del tiempo y del reino del olvido. Sirva hoy desde aquí un abrazo fuerte para los tres.
AÚN RESUENAN los pasos en mi pecho
de estos pasillos hondos donde anduve
detrás de los muchachos. Cada día
fraguaba una batalla en cada esquina:
unas voces al aire, aquel descuido
de no cerrar la puerta en el momento,
o tu boca de fresa
cuando tocaba el timbre de las doce,
o el esfuerzo baldío por resolver
la duda del poema.
Era como subir al cielo cada día,
como entender que hay causa
para vivir sin tregua.
Hoy he vuelto a pasear en el silencio
de la tarde callada.
Apenas oigo el eco debilísimo
de aquellas otras tardes en los claustros.
Nadie sabe mi nombre, desconocen
que sigo suspirando entre las aulas.
¿Dónde están esos años que he vivido
y que apenas resisten
las huellas del futuro?
¿Acaso no he vivido?
Tal vez no lo recuerdo.
sábado, 22 de diciembre de 2007
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2 comentarios:
Muy hermosa, tu entrada de hoy; especialmente el poema...
Jesús
Ayer le dije a Jesús que leyera tu entrada (vuelvo a disponer de algún tiempo para leer)porque me había gustado mucho. Él se me ha adelantado en decírtelo. El poema me hizo recordar primero a Cernuda, luego a Machado.
Precioso.
Felices vacaciones!(A mí son las que menos me gustan de todas.)
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