jueves, 20 de diciembre de 2007

NOTAS

En el nivel de la llamada Enseñanza Media, se acostumbra a reunir el equipo de profesores de cada grupo de alumnos para comentar los resultados académicos y, teóricamente, para perfilarlos. Es la evaluación. Hoy ha sido el caso. Ayer también.
Es seguramente el momento en el que mejor se ponen de manifiesto las concepciones tan divergentes que, respecto del mundo de la enseñanza, se tienen. Es una buena forma de mostrar también las concepciones de la vida. Calificar con exactitud sencillamente me parece imposible; aproximarse a la justicia al menos se puede intentar.
Hay algunas secuencias que me dejan perplejo. Esta es la más importante: a) Si el alumno se equivoca y no cumple, el resultado es un suspenso y con él paga el yerro; b) si se equivoca el profesor (porque alguna vez se equivocará, digo yo), el resultado viene a ser el mismo, o sea, el suspenso del alumno. ¿Cuándo paga el profesor en sus carnes sus yerros? Que yo sepa, nunca nadie ha sufrido ni un expediente ni una expulsión de la profesión, ni siquiera una retención de sueldo. Algo falla en este proceso y no sabemos cómo arreglarlo. !!Jugando con el porvenir y con las ilusiones de los jóvenes!! Si un profesor suspende a dieciocho alumnos de dieciocho posibles y además augura la imposibilidad de aprobar a más en el lejano mes de junio, ¿no es para echarse a temblar? Pues hablo de un caso real. Y no es el único. No tengo ganas hoy de glosar más el asunto; solo constato que algo falla y de manera notable.
El mundo de la educación es muy complejo, como complejo es el ser humano. Las soluciones no pueden ser sencillas. Pero ir por ahí sacando pecho y perdonando la vida... Puafff. Si se estudiaran las estadísticas de fanfarrones y de perdonavidas, y se compararan con las tendencias sociales y políticas, aventuro que se obtendrían resultados curiosísimos. Hágalo quien quiera y que diga después. Yo me abstengo ahora. A veces en esto soy tan radical que pienso que habría que prohibir dar clase a quien no tenga hijos que hayan pasado por esas etapas; como me gustaría que fueran psicólogos de familia solo los que tuvieran su casa sosegada. Qué cosas...

No hay comentarios: