Los cambios políticos van dejando equipos nuevos que tienen que enfrentarse con realidades ya existentes y con proyectos ya iniciados. A veces la imprudencia, y hasta la temeridad, llevan a proponer y a empezar procesos que dejan en lodazal a cualquiera que venga detrás. Y, sin embargo, la realidad es un continuum que no tiene solución de continuidad y que hay que asumir en el estado en que se halla cuando nos toca acercarnos a intentar moldearla.
Han pasado ya más de seis meses desde que este ayuntamiento de Béjar cambió de manos en su equipo de gobierno. Parece sensato que las primeras semanas y los primeros meses se dediquen a tomar contacto con lo existente, a tomar el pulso a los ambientes y a ir proponiendo las nuevas formas que caractericen la actividad de los nuevos dirigentes. Vale. Pero el tiempo transcurre y los ciudadanos quieren ver desveladas esas nuevas formas, necesitan que se haga visible ese cambio que ellos propiciaron y están deseosos de certificar cuál es la realidad en la que se encuentran las cosas públicas.
Hay gente que está empezando a levantar la voz para pedir esas explicaciones. Creo que han tenido paciencia pero que también empiezan a tener razón desde la impaciencia. En Béjar hay realidades bastante oscuras que necesitan luz y claridad. Estas son algunas: ¿Qué pasa con el matadero municipal? Teóricamente tendría que estar en estos finales de año para empezar a funcionar. No lo estará. ¿Por qué? ¿Cómo está el proceso de licencias y permisos? ¿Cómo está el proceso legal? ¿Cuánto va a costar realmente a las arcas municipales y por culpa de quién? Quizás cuando el contribuyente lo sepa se va a asustar, pero es mejor que lo sepa cuanto antes y que conozca a quién tenemos que "agradecer" las complacencias pasadas y las manos laxas y pendulonas para que los demás fueran haciendo, con la engañifa de que se creaban unos pocos puestos de trabajo. Vuelvo a reivindicar aquí y ahora la cantidad de veces que se advirtió (léanse actas) al anterior equipo de gobierno (léase al alcalde) que las ampliaciones en Palomares no se ajustaban a derecho. Las consecuencias las vamos a ir sufriendo ahora y en el futuro. Afirmo de nuevo que el anterior alcalde, por pura cabezonería (no puedo achacarle mala voluntad), nos salió a todos carísimo, infinitamente caro, a muchos miles de euros por ciudadano. Y luego presumía falsamente de no tener dedicaciones exclusivas. Al equipo de gobierno actual habrá que irle solicitando que dé noticias de este y de muchos más procesos para que todos nos enteremos. Había un periódico municipal. Hay una emisora municipal. No sé para qué sirven.
¿Qué pasa con las empresas que se iban a instalar en la Cerrallana? Necesitamos serenamente saber para no sembrar ilusiones vanas. ¿Y el Parador? ¿Terminaremos haciéndolo? ¿Dónde? Creo que, en este último asunto, todos hemos mareado la perdiz hasta dejarla atontada y sin fuerza para el vuelo. La pérdida de este proyecto no lo perdonaría la ciudadanía en mucho tiempo. Es un valor seguro en puestos de trabajo y como elemento de referencia y publicidad continuada para la ciudad. También necesitamos conocer quién ha dado más largas al asunto y quién está dispuesto a tomar el toro por los cuernos. El tiempo se agota.
¿Y La Condesa? Los plazos se agotan (¿o se agotaron?)y no avanzan las obras. Los contratos están ahí para ser cumplidos en toda su extensión. ¿Cómo va todo eso? Los vecinos necesitan conocer qué pasa con todo el proceso.
Hay muchos elementos más que perfilan una actuación pública que ya se echa en falta y que aguardamos con espectación. Yo sigo confiando en la capacidad y en la dedicaciòn del equipo de gobierno actual, pero le pido, como pechero, que me informe y que informe a todos. Las comunidades necesitan referentes desde los que actuar y con los cuales ilusionarse. En Béjar hay futuro si lo queremos todos. Y seguramente lo queremos. Hay que pedir que esas estructuras estén en la calle, que sean del conocimiento de todos, para que todos particpemos de los éxitos o de los fracasos.
También esto forma comunidad, como lo forman las acciones individuales y cotidianas: las compras, las aceras, el trabajo, las lecturas..., el discurrir sencillo de tantas sensaciones.
Venga, tíos, sin miedo. Que caiga quien tenga que caer. Y no se haga por tirar al suelo a nadie (¿para qué?) sino para que todos se animen y se ilusionen. Esa sí es forma de hacer comunidad y ciudad. Venga, tíos.
sábado, 15 de diciembre de 2007
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