miércoles, 12 de diciembre de 2007

MÁS CIERRES

Ando estos días bastante ocupado con la burocracia maldita de poner y corregir exámenes. No creo mucho en ellos, o más bien casi nada, pero me llevan tiempo y me lo hurtan para otras ocupaciones. Me queda, no obstante, siempre algún ratito para echar una ojeada a los periódicos que llevan al centro. Hoy, en los provinciales, se daba la noticia del cierre de otras dos fábricas. En una trabajan más de veinte personas y en otra unas diez. Tengo la impresión de que las empresas textiles que quedan se pueden contar con los dedos de la manos. El goteo permanente de cierres ofrece la certeza de las muchas fábricas que han estado activas en la historia textil de esta ciudad. Cuánta mano de obra, cuantos metros de tela, qué monocultivo tan permanente, cuánta vida de la ciudad en torno de este asunto de las telas. Con su cierre no solo se dejan de fabricar metros de tejido y de pagar sueldos, se producen muchas más renuncias. El monocultivo conlleva una forma de vida, unas costumbres, unos horarios, un vocabulario, una escala de valores, unos grupos sociales... Todo desaparece y se cambia por otras posibilidades. Y todo cuenta, no solo el número de parados, que aumenta, sino también la renovación social que se hace necesaria. Todo esto explica el desajuste social que se viene produciendo en esta ciudad estrecha en los últimos decenios, la curva de población actual y las perspectivas que el futuro ofrece. Son muchas las variables en las que estos cambios se pueden seguir pero en pocas como en el de la emigración de jóvenes y gentes en edad productiva. Son muy pocos los muchachos que permanecen entre nosotros y, con frecuencia, se trata de aquellos que no muestran precisamente las mejores ilusiones. El día del bejarano ausente se debería llamar el día del joven bejarano ausente. Si lo sabré yo con mis hijos. Y eso que existe una Facultad universitaria de la que enlazan el estudio con el trabajo y la posición social.
En el recambio inevitable se abren otras posibilidades que andaban tapadas anteriormente y que espolean la necesidad de aguzar el ingenio y de atreverse con nuevas posibilidades económicas y vitales. Y el caso es que, si uno abre la mirada, van saliendo unas pocas: rehabilitación del cauce del río(en la intención del equipo de gobierno), rehabilitación del casco antiguo, museos, Covatilla (ay, la nieve), la urbanización de la Condesa, la eterna y lujuriosa naturaleza, el polígono, y, en él, el matadero con sus posibilidades, los centros comerciales, los centros educativos y culturales, los centros hosteleros, el Bosque y el Parador (!!nos aclararemos de una vez!!)...
Para todo ello hay que lograr concitar la atención y el empuje de todos los colectivos de la ciudad y marcar algunos objetivos generales por parte del ayuntamiento. Porque, si faltan fuerzas o se ponen muchas piedras en las ruedas, el carro se va a atascar. Hay que poner a producir a toda la población. También a los jubilados, a los que hay que sacar de los juegos, de cobrar la pensión como única ocupación, de las series de televisión y de los paseos por el parque. Suyas son la experiencia y buena parte de las ideas: no pueden permanecer al margen. Son, además y por desgracia, la mayoría en nuestra ciudad. No podemos convertir esto en un solar para la tercera edad sino un espacio para la convivencia y para las ilusiones colectivas.
¿Es posible esto en una sociedad que tiende al individualismo y al sálvese quien pueda liberal? Como no lo reivindiquen los sectores más necesitados, sencillamente no será. A ver si en estos meses, en los que andamos de rebajas y ofertas de promesas políticas y electorales, se despertara algo del letargo. Ojalá.

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