viernes, 21 de diciembre de 2007

DÍAS DE VACACIONES

Fin de trimestre. Este trabajo mío está dividido en grupos teóricos de tres meses, con unos intervalos que me permiten recomponer las fuerzas, sentirme empleado y desempleado y a veces hasta trabajador temporero. Sí, sin tapujos, me siento un rabajador absolutamente privilegiado. Como decía Gabriel Celaya, "soy un hombre que trabajo con otros a España..." pero de una manera peculiar. Aunque he de ser sincero y no el camarero reivindicando la calidad del filete, y, por eso, afirmo que las horas de clase son intensas, o pueden serlo, más que las de otros trabajos, porque estás tratando con las mentes de personas que están buscando su camino en su formación, porque no puedes estar descuidando la lógica durante mucho tiempo y porque, en definitiva, estás delante de un grupo de personas que, por muy heterogéneo que resulte, no te permite la relajación ni el disparate. De hecho, cuando me comentan las actividades y la "tensión" que desarrollan en algún otro trabajo, me siento como un cumplidor sobrado de mis obligaciones laborales y sociales.
Pero tengo la enorme ventaja de jugar con mi tiempo libre, con mucho tiempo libre. Y el tiempo es tal vez el mejor signo de la calidad de vida, si tienes unos elementos imprescindibles para la supervivencia económica. Ya hoy he iniciado dos semanas largas de descanso de clases. Hasta el día ocho de enero podré dedicar horas a mis aficiones y a mis otras obligaciones, sin gastarme ningún día de mis meses de vacaciones de verano ni de las de Semana Santa. Soy un privilegiado y un beneficiario neto de una desigualdad evidente en el reparto del trabajo. Los chinos andan ocupados en conseguir una semana de vacaciones pagadas al año; lo japoneses casi igual de lo mismo; muchas personas no piensan es sus vacaciones sencillamente porque no tienen trabajo y lo que están deseando es no estar paradas. En Béjar hay buena muestra de ello. Siento, junto al privilegio, cierto pudor y algún grado de culpa. Hay que repartir los esfuerzos del trabajo y los resultados en forma de sueldos y de dinero; todo lo que nos aleje de ello nos deshumaniza y nos enfrenta a unos contra otros. De modo que, con la conciencia de que nadie me ha regalado nada especial en la vida, pero con la certeza de que la vida y la suerte me han regalado bastante tiempo libre, comienzo este período de cambio de actividad. Me aguardan bastantes lecturas (hay media docena de libros esperando para estos días), algunas salidas a la naturaleza, la visita que le debo a mi madre, la convivencia de algunos días con mis hijos, la escritura, aunque sea en pequeñas dosis, y algún ratito de pensamiento. Dos semanas largas para tener certeza de que la vida me trata bien, de que tengo la obligación de agradecérselo. Vamos.

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