Tendrá nombre de princesa. Será reina algún día. Eso dice tu nombre: SARA. Solo cuatro fonemas, que van a ser los míos tantas veces…
La ESE será para llamarte con suavidad y mimo, para que sepas que estaré junto a ti, para que sientas susurrar el viento que lleva mi llamada y mis preguntas, mi petición de ayuda, para que te aromes con él y huelas siempre a rosas. Una princesa ha de estar bien aromada pues tiene que ser guía de luz y de hermosura. Será brisa la tarde y suave vientecillo la mañana. Destrenzará tu pelo y abrirá tus poros al reino de la vida. SSSSSSSSSSS.
La A será para abrazarte, para abrir tus caricias a mis brazos, para alabarte, para andar de paseo y animarte, para sentir asombro en tu presencia, para airear tus gracias y abandonar los ratos más amargos, para apoyarme en ti. La A es la del amor y tú tienes que darlo a manos llenas. Ya me pongo a la cola para darte y pedirte. Qué sonoro el fonema, cómo se me abre la boca para darle salida y dejar que corra hasta tu oído y tu conciencia. Ahhhhh, qué satisfacción. En esta A me remanso, me quedo enmimismado, pierdo pie en el estribo, te miro, te contemplo, te siento otra estación, la más nueva y hermosa de toda la cadena y veo pasar el tiempo con nosotros sirviendo de sustento a ese camino eterno.
La ERRE servirá para reírnos, para dar calabazas a lo que no queremos, para sentir el ruido que ronda y se derrumba cuando falla la rueda de toda relación. Te recordará siempre que la rueda del tiempo no se para, que todo lo de fuera roza tu propia vida, que “el ruido con que rueda la ronca tempestad” tienes que atemperarlo con un poco de amor, que el color de la rosa se marchita muy pronto y tú debes seguir robando resultados a la diosa razón.
Y de nuevo la A será para el amor, para alegrar los días de los tuyos, para abrir tus ventanas a la luz de las horas, a los aromas de la libertad y de la justicia, a las alas del viento que te harán más amable y más querida.
Solo existen las cosas cuando se les da nombre. Tú ya tienes el tuyo; existes, por lo tanto. Qué sonoro, qué claro, qué rotundo. No eres ya una cosita indefinida, escondida en la paz y en el silencio; empiezas a ser parte de la vida, a gozar de atributos, a sentir que te pesan el tiempo y el espacio. Y vas a compartirlo con nosotros. Cuando digamos SARA, sentirás que eres tú la que soporta el peso de lo que significa.
Qué sonoro tu nombre. Habrá que articular esos sonidos para que la canción nos suene a gloria. ¡Quiero quererte tanto!
martes, 10 de marzo de 2009
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3 comentarios:
Qué maravilloso regalo encontrará Sara a su llegada! Cómo gozará con el sonido de su nombre cuando aprenda a leer lo que su abuelo (¡¡¡abuelo!!!) le ha escrito!
Bellísimas palabras para una nieta a la que, más que repetírselas, vais a sentirlas cuando achuchéis su cuerpecito.
Un abrazo de otro abuelo.
Ya la quieres aunque todavia no la disfrutes, cuando llegue ese momento veras como enseguida te enganchas a ver su evolución y asombrarte,cuando te dedique su primera sonrisa el alma te ensanchará y te convertiras en un payasete diciendo bobadas para robarle más y más sonrisas, pero es inevitable, es increible el poder que tiene un ser tan pequeñito sobre nosotros,ya abuelos...que entrada más tierna y que regalo para ella más amoroso.
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