sábado, 7 de marzo de 2009

SOLO SE TEME EL FIN DE LO QUE CONOCEMOS

“Ojos que no ven, corazón que no siente”. No son mis palabras; las conoce todo el mundo. No sé si todos estamos de acuerdo en su significado ni si reproducen la realidad exacta. A mí me parece que sí y, además, creo que, de otra manera, la realidad resultaría insoportable.

Todos estamos felizmente condenados a convivir con una realidad muy reducida, con aquella que nos invade o, como mucho, que nos limita. Es decir, solo con aquella con la que somos capaces de dialogar de alguna manera. Todavía el ser humano anda indagando en el principio de percepción de la propia realidad. Es asunto filosófico y no de solo unas líneas. Pero, sea como sea, si la realidad es tal y como la percibimos, nos queda el consuelo de que solo captamos la existencia de una pequeña parte. El resto no es de nuestra incumbencia y allá se las arregle. O algo así.

De esta forma, no es difícil afirmar que nunca se teme aquello que nos resulta desconocido. Sencillamente es como si no existiera, y no le ponemos el ánimo encima de ninguna manera; no articulamos esa realidad y, por tanto, hasta que no la rozamos y la comprendemos, no existe. Ni se teme ni se aprecia, porque el razonamiento alcanza todas las posibilidades, aunque sea por vía negativa.

Sí se teme o se ama lo que se conoce y, sobre todo, se teme o se ama que lo que conocemos llegue a su fin. Porque si el fin se produce, estaremos en los límites del reino del olvido; y eso nos lleva de nuevo a la no realidad.

Me duele aplicar esta brevísima reflexión a casos que me resultan demasiado próximos y, por ello, demasiado dolorosos. Ahora comprendo más que nunca, y con más nitidez, que realmente temo el fin de algunas cosas. Y cuanto más lo conozco, por próximo, más lo siento y me hiere.

A veces me gustaría estar bien ciego, no templar los sentidos, no saber, no mirar. No, no, no.


Comí con unos cuantos amigos empeñados en provocar un encuentro veraniego en la creación literaria y en la ciudad de Béjar. No estoy con ánimos como para sugerir muchas cosas, solo para ayudar. Y tengo que ayudar en lo que pueda. Seré lo que me pidan. Eso es todo. Ya diremos qué pasa.

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