martes, 17 de marzo de 2009

STABAT MATER PERGOLESI

2009-17-03 9 h.
René Jacobs interpreta Stabat Mater, de Pergolesi. Con ellos comienzo la mañana mientras un sol indecoroso se atreve a invadirme mi casa mirando desde lo alto de la sierra. Estoy solo y apunto hacia mí mismo, como siempre. Y me veo de nuevo encogido y asustado. Y creo que conozco la causa: Stabat Mater.

Hay un paralelismo muy notable entre el estado de ánimo y el límite de los espacios y de los tiempos. Cuando el ánimo se encoge, las distancias se arrugan y se vuelven estrechas, las ilusiones de dejan en reserva y todo se concentra en aquello que nos tiene cogida la medida.

En esas situaciones es el propio ser entero el que se despista, se siente desnortado y anula sus potencias. De forma paralela estira sus antenas y pone su salvación al amparo de lo que está más cerca: su familia, sus amigos, la fe en algunas cosas. Y se vuelve tan débil, tan pequeño, tan insignificante, tan a merced de todo, tan en duda, en fin, tan abatible, que quiere tener cerca, también físicamente, a los que más les pide, a aquellos que menos dudas le despiertan.

El ser no es otra cosa que un atadijo de moléculas pidiendo a grito en pecho la presencia de otros por ahí, por el ancho universo. A veces, muchas veces, siento que me responden con cariño, afirmando la sed de su presencia, diciendo a voz en grito “no ves que estoy aquí”, que te voy a ayudar, que todo es río, fluye y sigue su camino, que el aroma da fruto hasta el olvido, que el olvido está lejos, que tienes que mirar y ver otras imágenes que crecen a tu lado, que la serenidad te habita si tú quieres llamarla, que el sol es saludable, que los pájaros vuelan y los cielos te mandan los signos de la vida.

Este mi ser pequeño, enternecido, sin fuerzas a estas horas para mirar con calma, para ver que en la calle estalla la vida y en los campos todo se llena de intensidad y grita su presencia, tiene que hacerse fuerte, pensar que no es más débil que otros que andan al lado y sufren y trabajan y conviven con más o menos suerte y sienten sus bajones traicioneros como los siento yo y se alegran también por las cosas pequeñas y miran a la tarde y se solazan y cantan su cantar agradecidos.

Mi mente se ha empleado, casi a tiempo completo, en ver ojos oscuros y en perder esperanzas de lo que siempre fueron alegrías. Y me ocupa las horas y me ocupa las noches y me ocupa sin falta las mañanas. Y cuando mi mujer me da un beso y me despide para ir a su trabajo, le pido su presencia en cuanto pueda. Es ella mi sustento, mi apoyo, mi consuelo, la que me da certezas y me empuja a levantar el ánimo.

Necesito una purga de actividad sin freno, tareas que me anulen, que me ocupen las horas y los días, enlaces que me pinchen, recados que me impulsen hacia la actividad. Todo fluye en la vida. También yo, por supuesto, aunque hoy estoy estrecho y encogido. Busco serenidad, sosiego, comprensión de lo obvio, certeza del cariño, asideros y manos que estén ahí abiertas para trenzar a coro una canción de cuna con la que dormirme y dormir a quien tanto yo quiero.

Toda rosa suicida su belleza pero surge y renace cada primavera. Los sauces también vienen con sus hojas llorando. Me sentaré a su sombra y escucharé la música callada del viento de la tarde. Acaso después vuelva con ánimos y empuje.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Que no te inunde la desazón y aprovecha los cambios de ánimo,todo es por contraste.