domingo, 8 de marzo de 2009

DIOS QUERRÍA TENER MADRE

Me gustaría saber qué habría pasado con un Dios que hubiera tenido madre. Si es que tal ser existe, no puede tener madre pues entraríamos en asuntos sucesorios y esto, en un primer hacedor, parece imposible en toda lógica; y, en ese caso, seguro que se habrá quedado con ganas de tenerla. Y entonces su dulzura no puede ser perfecta, ni puede ser perfecto su cariño, ni entenderá de lloros ni de besos, ni sabrá que es inútil buscar explicaciones a lo que no las tiene.

En fin, qué complicado se lo pongo con solo hacerme cargo de algunas de mis cosas. Yo sí que tengo madre, aunque se me va yendo hacia otro sitio. Por eso creo que algo sé cierto en eso del cariño y de los besos, del dolor y del gozo, del amor y la sangre, de ese mundo fantástico que encierra el nombre madre.

Hoy la he visto tranquila, serenita, callada, con los ojitos abiertos y mirando hacia delante, con el hablar en eco, más menuda que nunca. Y me he vuelto un poquito más tranquilo pensando en su ternura, en la pausa que ha dado a su zozobra. Un pequeño respiro que observo agradecido. Es ocho, es mes de marzo.

2 comentarios:

cuarentaydosymedio dijo...

Han pasado casi treinta primaveras desde que ya no está mi madre y aún siento su calor y su amor. Se fue repentinamente, no hubo despedida, solo ausencia. La ternura se tornó en dolor, la seguridad en abandono, la certidumbre en miedo… Pero eso fue hace ya muchos años…
Desde donde yo estoy me alegro de que saborees su dulzura, que palpes su ternura, que respires su aroma mientras sientes que su corazón palpita. Quizá ella está marchándose poco a poco, quizá ya no está aquí gran parte de lo que fue… Pero aún está… Me enternece y emociona pensarte junto a ella, dando y recibiendo amor. Ese amor auténtico y absolutamente incondicional que dan las madres y que los hijos, a veces, correspondemos, como lo haces tú.
Gracias por compartir estos sentimientos.
Un cálido abrazo.

mojadopapel dijo...

Ánimo Toñin.