lunes, 2 de marzo de 2009

ESTO NO ES UN TORNEO

Anoche fue otra noche que me acogió en sus sombras y me meció en sus brazos, en el camino de vuelta de Salamanca a Béjar. Le estoy haciendo a mi viejo coche bastantes más kilómetros que en muchos años. Y no me cuesta nada pues voy a donde voy y quiero lo quiero.

Cuando toca domingo, suele haber en las ondas mucho ruido de fútbol. Ayer era otra cosa. En medio de los goles y al final de los mismos, aparecieron las palabras que daban cuenta de los resultados en las elecciones gallegas y vascas. Luego los comentarios y las conjeturas de todo hijo de vecino, las victorias fingidas por todos los partidos y un regusto agridulce de que todo es a medias y con poca honradez.

Me siento lejos y cerca de lo que ayer se cocía pero tengo mi opinión al respecto que resumo: muy mal lo tienen que haber hecho los del tripartito en Galicia para no repetir, y se abre una oportunidad histórica (todavía sin ninguna concreción al día de hoy) de que el nacionalismo deje paso en Euskadi a otras posibilidades, aunque, si esto sucede, será a costa de un precio enorme para el PSOE en todos los sitios. Veremos.

Pensaba en el trayecto -creo que eso aún no está multado- en cómo se banaliza todo y en cómo se hace de todo algo personal. Como si lo único que se jugara fuera el prurito personal de los candidatos, como si esto fuera un juego de héroes y villanos, como si el vencedor del torneo tuviera concedido el derecho de pernada. De manera que en unas elecciones gana un Pepito cualquiera y no una ideología, se ensalza y se venera al primero de la lista, como si el que preparó el mitin o pegó los carteles no existiera ni tuviera pasiones y deseos. Cuando llegan los análisis sesudos de los periodistas, la personalización se hace aún más exclusiva. ¿Quién les ha enseñado a estos pollos a analizar sistemas políticos, ideológicos y filosóficos? ¿Con qué bagaje de conocimientos cuentan? ¿En qué curso y en qué asignatura de su carrera se estudia todo esto? Pues parecen exclusivos para el asunto. Después todo lo trasladan a los medios a su aire y a su manera, y trasudan la realidad a su antojo, imponiendo ese cuadro a todos los demás.

Cómo se focaliza la realidad y se constriñe, cómo se olvida todo lo que es verdadera realidad, cómo se ladea toda la intrahistoria hasta dejarla en nada. Parecía ayer noche que no existiera en España ninguna otra ocupación ni pensamiento. Qué locura tan grande. Yo mismo, que salgo a la palestra de vez en cuando y que ando interesado por la res publica, andaba ayer noche mucho más en lo que había dejado en la ciudad, en el estado de salud de mi madre, que en todo lo que me embutían desde la radio. Y sospecho, con la posibilidad de acertar, que en todos los lugares cada uno andaba a lo que andaba, con sus preocupaciones y sus gozos, con sus quehaceres simples y con sus afanes más pesados. Incluso los del fútbol, que ya es complicación, con sus goles, con sus victorias y con sus derrotas.

Pero hay que organizarlo para que todo venda, para que el gran rebaño no se salga de la senda. Y hay que visualizarlo en nombres bien concretos para poder vender el producto sin sustancia de esta lucha sin fondo y casquivana de los asuntos públicos, cuando lo que se dirime es si un nombre propio u otro se alza con el triunfo.
Y los que participan se prestan dócilmente al juego de los medios. El ganador se engalla y el perdedor se enroca. Y cuando un perdedor se marcha para casa, lo hace asumiendo en su persona todas las fotos del fracaso (ya, total, qué más da). Como si una región fuera una sola persona y el asunto se sustanciara en un torneo medieval con doncella incluida.

¿Dónde anda la mirada alta? ¿Dónde tienen su morada las ideas? ¿Cuándo les daremos la voz a aquellos que inviten a pensar, en lugar de dedicar todo el esfuerzo a levantar la voz contra el adversario?

Esto de la res publica anda manga por hombro. Siempre lo ha estado un poco. Por ahora me refugio en mí mismo: tengo mucho que hacer y el público prefiere los leones a las pobres palomas.

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