miércoles, 4 de marzo de 2009

QUIZÁS TAMBIÉN LA RISA

Se me olvidan muy pronto los detalles de estas ideas que pergeño en estas líneas diarias. Hay quien me los recuerda y yo me siento huérfano de mis propias palabras cuando me lo cuentan y hasta me quedo un poco descuadrado. Soy así. Quizás esto sea producto de cierta espontaneidad con la que trabajo. Pero creo que también lo hago con cierta sinceridad en lo que digo. Y por eso recuerdo con más nitidez las ideas que generan cada uno de mis escritos que los propios detalles.

En alguna ocasión -no sé cuándo ni en qué términos y detalles- he hecho algún elogio de la tristeza. En este mundo lelo y de apariencias, en que todo parece que sonríe pero no aguanta ni el más ligero análisis porque uno destapa y encuentra demasiada bambalina, reivindicar momentos y espacios para la tristeza no me pareció mal.
Hoy sin embargo me apunto a echarme a pensar por un momento en el camino de la risa. Iba a escribir alegría después de una coma, pero tal vez no sean la misma cosa. Me quedo en la risa como concepto.

Y lo más saludable es que no creo entrar en contradicción aunque así lo parezca. Depende del momento.

Pero hoy era la risa, esa acción espontánea y fisiológica que te lanza al terreno de la sonoridad descontrolada. Porque creo que la risa es, ante todo, una salida a tiempo, un escape del cuerpo agradecido a un proceso mental sin solución muy lógica. Parece que la risa se produce después de algún momento de sensación fallida, de ver que algo no funciona en la lógica, de romper esos lazos cotidianos que estrechan a las cosas en todos los momentos. Cuando una asociación no es la esperada, se produce el vaivén de la extrañeza, se sacude la mente, se derriban los ídolos y se desboca el potro de la risa. A veces esa ruptura lógica no necesita un proceso largo ni científico, es una chispa que surge de inmediato. Otras veces, en cambio, esa contradicción solo estalla cuando la mente dice basta, cuando no puede más y entonces busca salida y escapatoria por esa puerta falsa, o verdadera, que es la risa. La mente cede entonces y es el músculo el que toma el relevo. Se podría decir que, en estos últimos casos, la risa rivaliza con la tristeza y hasta con la angustia por dar salida a la situación mental que se ha producido en la persona. Mucho tienen que ver, por tanto, la tristeza y la risa.

Más lógica la tristeza, más aparentemente descontrolada la risa, ambas son partes de un mismo proceso: el de enfrentar elementos de la realidad o del mundo de las ideas y no encontrar trabazón lógica y satisfactoria para el que los analiza.

No vale cualquier risa. O al menos no de la misma manera, aunque todas procedan de esa ruptura lógica. La risa que se ensaña en los demás, la que no da acomodo al mismo tiempo a la desmitificación de quien la produce y de quien aparece en esa risa desmitificado, no merece mi aplauso. Es el asunto extraño de los límites en esto de la risa. Yo no puedo reírme de cualquiera si no estoy dispuesto a reírme también de mí mismo. Ni tampoco es sencillo entender que haya risa sin cierta complicidad del interlocutor, sobre todo si es el aludido en esa risa.

Hay una tercera pata en este banco que me es muy familiar. Es la de la poesía. Tampoco se produce la poesía -estoy pensando en lírica fundamentalmente- sin el mismo fenómeno del choque entre contrarios, sin la sorpresa feliz de las imágenes, sin el ángulo siempre un poco nuevo del uso de los términos, sin ver un decorado diferente. La poesía es también sensación de sorpresa y de sacudida mental y emocional. Es otro nuevo escape o una nueva inmersión en otra realidad así creada.
Hoy me he puesto teórico. Y no es posible acaso en unas líneas. Merecería el asunto un buen ensayo. Pero apunto la tesis: La risa, la tristeza y la poesía forman partes hermanas de un proceso en el que se rompe la lógica y aparece el extrañamiento.

A menudo pienso que, también en poesía, el humor y la risa representan un proceso liberador, un escape subversivo para reírse de uno mismo y de la vida. No deja de ser entonces una muy triste solución. Pero hay lo que hay. Esto es la vida. Esto es la poesía. Esto es la risa. Esto es la tristeza. Vivir a manos llenas. Y sálvese el que pueda y como pueda. Si puede ser, please, con un poco de humor pero también con un poco de inteligencia.
Cuánto me gustaría agarrarme más veces al carro de la risa. Es claro que no puedo. Vendrán tiempos mejores.

2 comentarios:

mojadopapel dijo...

Jo, has hecho un estudio totalmente psicológico, cuantas veces sorprendes!!... me ha gustado mucho tu entrada.

Adu dijo...

Como no sé hacer Poesía, yo a la risa me apunto siempre, no sé si con o sin inteligencia.
La que la risa une no lo separa ni dios.