miércoles, 16 de julio de 2008

YO SEGUIRÉ MIRANDO


Me resulta placentero sentarme en mi sillón durante las sobremesas del mes de julio y contemplar el desarrollo del Tour de Francia. La repetición cansina del pedaleo me sumerge en un duermevela del que resucito cuando cualquiera de estos esforzados sigue en el mismo son, dando pedales y rumiando paisajes. En realidad, lo que más me gusta es el fondo verde de los campos que tanto suele contrastar con los de este país, generalmente ya ganado por los amarillos en esta época del año.
Hoy he hecho lo mismo a la vuelta de un precioso paseo por los pueblos de Sequeros y San Martín del Castañar, pueblos anclados en las laderas de la Sierra de Francia, soleadas y a la vez umbrosas, entre robledales y castañares. Pero enseguida me entero de que a otro deportista bejarano lo han pillado con las manos en la masa: Moisés Dueñas, ciclista bejarano, acusado de consumir EPO, puede ser condenado a cinco años de cárcel. Vaya por Dios. Primero Heras y ahora Dueñas. Y esto último a escasos días del follón botellonero del Regajo.
No creo en eso de las marcas con denominación de origen; quiero decir que en nada me siento representado por patriotismos barriobajeros que piensan que lo de su pueblo es siempre lo mejor; pero me duele que con tanta frecuencia, y en casos tan sonados, el nombre de esta estrecha ciudad se vea en boca de todos con noticias negativas. Esta ciudad, como las otras, tiene elementos estupendos y seres menos buenos, cabezas bien conformadas y mentes que dan poco de sí mismas, emprendedores y resabiados, optimistas y pesimistas, gente buena y gente de la otra… En fin.
No tengo nada nuevo que añadir a lo que recuerdo haber dicho cuando lo de Heras. En esta sociedad reglada, al que le pillan según el artículo correspondiente lo condenan y a otra cosa. Casi todos los deportistas de élite se ayudan con sustancias que los normalitos ni conocemos ni nos interesan porque no nos ganamos la vida con sus resultados. En la misma sociedad otros se estimulan con sustancias más perjudiciales pero, si no están apuntadas en el artículo correspondiente del código, lo que pueden recibir no son críticas sino aplausos. El asunto no es más que otro excremento del tipo de sociedad en la que vivimos, que exige ganar, ganar y después ganar, y que quede en el camino lo que tenga que quedar. Al fin y al cabo, no es más que otro héroe que se cae, pero no pasa nada: mañana habrá otro deseando ocupar su lugar: esto es una rueda que no para.
De modo que me seguiré sentando a mirar el Tour y contemplaré las verdes praderas europeas en las tardes de sol español; después miraré a la sierra desde mi terraza y pensaré que tampoco está tan mal. Y dejaré correr el tiempo, que me envolverá en sus alas y me transportará por la línea sutil del horizonte.

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