Necesito llegar a la certeza y no soy capaz de salir de la duda. Y, como me mantengo en la duda, necesito cada hora un poco más seguir rastreando el sendero de esa certeza que se me escapa por pies cuanto más cerca la siento. Ya sé que muchas teorías ensalzan la duda como método, pero eso a mí me interesa menos. Si lo digo es porque la práctica me lo enseña, no porque lo lea en la teoría ni porque lo infiera de tal o cual sistema. Vuelvo, por ejemplo, a Lévi-Strauss: “La verdadera ciencia enseña, por encima de todo, a dudar y a ser ignorante”. A mí me gustaría que, de vez en cuando , fuera un poco más compasiva conmigo y me situara en el territorio de alguna certeza, de tal modo que mi conciencia descansara y sintiera la necesidad de levantar una tienda, al menos temporal, para descansar y susurrar la satisfacción de lo que se siente definitivo. No hay manera. Cada día siento todo con más perfiles y con más aristas, con menos luces y con más contrastes. ¿Qué puedo decir del mundo religioso? ¿Y del mundo social? ¿Y del político? ¿Y del económico? ¿Y de la publicidad que todo lo domina?
O acaso necesito desengañarme, no pedir lo que no se me puede dar y aprender a sacar jugo a los pequeños actos que jalonan mis días, instalarme en el caos y el sinsentido como último sentido, renunciar a la explicación de lo que no la tiene, volverme relativo y pasajero por decreto, mojarme con el agua como antídoto del sol y del calor, comer si tengo hambre, dormir si estoy cansado, aguardar la mañana como algo que sucede a la noche y que la precede también, no enfadarme con nada para que no reniegue mi conciencia, refrescarme en un tinto de verano si me lo pide el cuerpo, descubrirme caminando por cualquier bosque y seguir con mis pasos, dejar que anochezca con un libro en las manos sin saber por qué causa lo sostengo.
Sé que sueño unas necesidades que no se cumplirán tan fácilmente y que, en el fondo, no estoy del todo seguro de quererlas. Será la condición la que lo explica. Será tal vez. Solo tengo certeza de la duda, de esta jodida sombra que me habita. Con ella voy cargado, cansino y balbuciente. Vale, mañana será otro día.
domingo, 20 de julio de 2008
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