domingo, 13 de julio de 2008

HUMANISMO BIEN ENTENDIDO


Ahí van unas palabras de Lèvi-Strauss: “Un humanismo bien ordenado no comienza en uno mismo, sino que ubica el mundo antes que la vida, la vida antes que el hombre y el respeto a los otros antes que el amor propio.”
Sospecho que este pensamiento anda muy lejos de la arena de las playas, de las sombrillas y de las fiestas de la gente bien. Y no digamos de los botellones y de las terracitas de verano. Es igual. Allá cada uno. Lo importante que resulta saber jerarquizar las ideas. O al menos ordenarlas. No estoy seguro de que esta idea de humanismo se corresponda con la clásica del Renacimiento. Más bien sospecho que la reordena para situar al ser humano en un proceso más que en un principio y en un final. No es aquí el hombre el centro de todo, el fin de todos los anhelos y la causa de todas las preocupaciones. Tampoco veo que, en este pensamiento, se degrade la categoría ni se reste importancia al significado del ser humano. Aquella explosión de júbilo con que se inició la Edad Moderna aquí se serena y se analiza tratando de colocar a cada uno en su sitio. Y todo desde una base científica y de observación. Por eso primero el mundo, luego la vida y, como una forma más de las posibles en esa vida, la del hombre. El colofón, por si acaso, aún nos obliga a restregarnos un poco más los ojos: “antes el respeto a los otros que el amor propio.” Como si la naturaleza del hombre tuviera que sustanciarse en su relación con los demás, como si en la definición del ser humano interviniera, y de qué manera, la relación con los otros seres. Tampoco es idea del todo nueva -recuerdo una vez más a Ortega- y yo ya la he dado por buena en otras ocasiones. Así que repienso las palabras de este hombre ya centenario, sereno y relativo, con freno y marcha atrás pero con el coraje de expresar lo que piensa y lo que observa.
Yo propongo la experimentación sencilla de salir al campo y observar para luego ordenar y decidir. Inmediatamente descubre cualquiera que lo más duradero -antes y después- es la naturaleza física, son los minerales, es la masa y sus relaciones; solo después se concibe la vida y se la ve ulular por todas partes. Pero todo tipo de vida, no solo la humana, que muchas veces no hace sino estorbar, o contemplar, o gozar de la vida de los demás seres. Siempre con la convicción de su temporalidad, de su caducidad, de su improvisación. Cuando el ser humano se da la vuelta y ve a su lado a tantas otras personas en la misma situación, todo se torna certeza de que comparten la misma realidad perecedera, y de que esa realidad es múltiple pero que tiene que ser compartida por necesidad. Acaso solo entonces adquieran solidez las palabras y las resoluciones que adopte. Y tal vez entonces se vuelva un perfecto fingidor para darle a su vida un sesgo de alegría y para no sumirse en la desolación de lo que no encuentra acomodo en las verdades eternas. Tal vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estás invitado junto con Manolo y tus amigos a visitar los restos arqueológicos del antiguo poblado visigodo y la necrópolis, en el monte Alcaide en Monleón.
Es un lugar precioso, lleno de misterio e historia.
Os gustará muchísimo.
Besos.
Alba.

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Gracias por la invitación. Iremos algún día y, cuando estemos allí, brindaremos por ti. Un beso.