Nada que cortejar en este día de julio. Un paseíto mañanero camino del pantano, entre sombras y algunas aguas de regatos. Una sesión eterna de masaje en las manos de bruja de Isabel en Candelario, un ratito a la vera de una piscina chula, una cerveza a tiempo, negra y todo, otro paseo nocturno por el parque con charla con Cipriano, alcalde de esta ciudad estrecha, al que se le ensanchan todas las dificultades de todos los vecinos, y vuelta a media noche hasta mi casa. Un día sin reloj para un reloj sin día. Mañana será otro día.
Me sigue alucinando la insistencia de esta derecha liberal política que no deja de gritar intervención del Gobierno -con razón o sin ella, ese es otro cantar- en estos momentos llenos de crisis. ¿Pero no se pasan la vida gritando la no intervención? ¿En qué quedamos? ¿Por qué no siguen gritando sálvese quien pueda y viva el mercado? Que me lo expliquen estos sabiondos si es que saben o pueden. Me siguen llamando más la atención estos mismos problemas pero aplicados al ámbito en el que me muevo, a esta ciudad pequeña. En ellos he visto enfrascado a Cipri, con la mente en mil cosas, con mil frentes abiertos, con muchas variables que le soplan en contra, con tantos elementos que ni puede ni podrá controlar jamás, como sumergido en el mal sueño de una noche de verano. Que descanse y sueñe felizmente. Lo necesitamos todos.
lunes, 14 de julio de 2008
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