martes, 22 de julio de 2008

UN DÍA QUE SE ME CAE DE LAS MANOS

Releo una traducción de las Fábulas de Esopo y se me caen de las manos, como si fueran migas de pan que arrojo a las palomas, sin considerar si las van a comer o no, simplemente para que me dejen en paz y vuelen a su aire. Es verdad que, todas juntas, presentan una alfombra de costumbres y de pensamientos, que, bien mirados, suponen todo un modelo de vida, un modelo de vida que no ha cambiado tanto después de veintisiete siglos. Sus apuntes morales vienen a resultar una letanía de buenas costumbres, pero desgajadas, de una en una, son como polvo, no son nada, son una ocurrencia popular semejante a la que la sabiduría popular ha ido subrayando en sus refranes a lo largo de los siglos.

De modo que las sorbo por poco rato y vuelvo a ellas después de dedicar mi mente a otras cosas. Este calor veraniego me disuelve y casi me licua y hasta me hace gaseoso, no me deja con capacidad para emprender ningún proyecto que no sea ver si las temperaturas se alivian y me alivian por la tarde y por las noches.

Y en medio del día me llega la noticia de la muerte en accidente de un hijo de Cipri. Se había casado hace escasos días y seguramente iniciaba los primeros pasos de una vida nueva e ilusionada. Qué trago para sus padres y para toda su familia. Seguramente es lo peor que a uno le puede suceder. La muerte rompe toda lógica, aunque en realidad la cumple, pero, cuando el que fallece rompe la sucesión lógica de edades, todo se descompone, desajusta las mentes y destroza las voluntades. ¿Quién puede explicar un hecho así? ¿A quién se le atribuye la causa? ¿A quién se le puede reclamar? No hay lógica, solo sentimientos rotos y el universo sobre las cabezas. Lo siento de veras. Iré, pese a lo poco que me gusta, a pasar un rato con sus padres. El tiempo, incluso en estas situaciones límite, serenará los sentimientos. Por el camino quedarán demasiadas sensaciones. Qué le vamos a hacer. Mis condolencias. No sé qué decir.

Menos mal que tengo alguna razón para celebrar algún asunto familiar del que, aunque tarde, me doy cuenta. Resulta algo agridulce pues debería alcanzar a algúna persona que ya no está, pero hay lo que hay y, si los recuerdos son positivos, y lo son, todo queda mejorado. Así que felicidades y un beso muy fuerte.

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