miércoles, 9 de julio de 2008

¿QUÉ PASA EN ESTA CIUDAD?

Los días vacacionales dan para todo y, en realidad, no dan para nada. Algunos afirman que es mejor quitarse el reloj y dejar que corra el tiempo sin preocuparse más que de aquello que por estas tierras se llama vida pastoril y que se completa con tres obligaciones bien sencillas cuya denominación de origen no puedo reproducir aquí.
Bien poco claro tengo yo este asunto pues me parece que esto supondría dejarse llevar por la vida, supeditando todo a eso que llamamos horario laboral, que, en estos día no rige. No, no puede ser así. Pero el caso es que empieza uno levantándose tarde, perdiéndose las primeras horas del día, tan luminosas por estas fecha, y va uno llenando las horas de una manera bastante displicente y como dejándose arrastrar por la inercia. Todo se va cumpliendo, el tiempo, dividido de una forma o de otra, sigue su curso sin atender a nadie, y, al final, con actividad o sin ella, llega la tarde, se acerca la noche y del calendario se cae una fecha más.
Yo ando un poco sumido en esta dinámica. Un poco al menos pues algunas cosas me impongo y las voy realizando. Hoy, casi para llenar el tiempo, me he dado una vuelta por las calles de Béjar, me he acercado hasta la Plaza Mayor, he charlado unos momentos con Felipe, preparado para su ruta por Huelva, y he vuelto lentamente, dejándome llevar por mis pasos y por mi mirada, calle Mayor arriba, hasta mi casa. No soy persona propensa al paseo por las calles comerciales, pero hoy quise hacer esa ruta para mezclarme con la gente y echarle un pulso a la vida por la calle de las calles de esta ciudad estrecha. Estamos en pleno julio, las rebajas están en su momento más propicio (todo el mundo dice “punto álgido” sin conocer que álgido significa helado -con el calor que hace-), y yo esperaba una calle abarrotada de público. Equivocación absoluta. ¡Las tiendas estaban casi vacías! Apenas algún cliente deambulando por la calle y entrando y saliendo de los comercios. Muchos dependientes con los brazos cruzados y hasta escasos paseantes. ¿Qué pasa en esta ciudad? ¡Era mediodía y primera parte del mes! Menos mal que, a medida que me iba acercando a la Corredera, el aspecto de la calle había cambiado algo.
En muchas ocasiones me he pronunciado en contra de este modelo económico que sufrimos y que gozamos, en absoluto me gustan los barullos y mucho menos dedicar mi tiempo a ir de compras, pero algo me ha dejado pensativo esta mañana mientras caminaba lentamente calle Mayor arriba. Los que más creen en este tipo de modelo económico, el del mercado por encima de todo, deberían hacérselo mirar y quizás todos tendríamos que reflexionar sobre lo que estamos viendo y haciendo. Un par de variables para la reflexión: a) ¿Alguien quiere ponerse a pensar cuál es la curva de población en la ciudad de Béjar y todo lo que de ese análisis se deriva?, b) ¿No hay por ahí nadie que defienda que la vida es algo más rico y variado que lo que son los simples índices económicos?
Tal vez nos falten foros de debate. Quizás esté yo muy equivocado. Quién sabe.

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