sábado, 31 de mayo de 2008

SÁBADO EN LLUVIA



Tocaba hoy de nuevo desnudarse por ahí, porque era sábado y es el día señalado en las páginas del calendario, porque hacía alguna semana que no se había logrado, porque había que desafiar al cielo y los arroyos.
De nuevo por los montes y las sierras, a divisar collados y a meter por la vista valles y naturaleza. Otra vez por las lomas de La Garganta, en lo alto del valle que ve a sus pies a Hervás y a las llanuras de la alta Extremadura, dejándome empapar por la lluvia que caía serena y gorda como dándose golpes contra el suelo, viendo correr regatos y arroyuelos, como cuna fecunda de las lluvias, mirando el cielo y viendo cómo bajaban las nieblas a cubrirme mientras tomaba un trago y un bocado al amparo de una ermita en el campo, salpicándome de agua, llenándome de agua, empapándome todo, calándome, mojándome, inundándome, duchándome, bautizándome. Y eso que en pleno campo me resguardaba al amparo de un viejo paraguas.
Contemplar primero el valle y la montaña dorados por el sol, y al poco rato ver cómo bajan las nieblas hasta confundirlo todo y no mucho más tarde comprobar de qué manera se empiezan a desprender las primeras gotas entre la niebla, o un poco más tarde observar que todo se convierte en el dominio de la lluvia, supone una experiencia extraordinaria. He visto el pueblo de La Garganta desde lo alto, cubierto por la niebla y en un hueco de luz los tejados de sus casas, he divisado a lo lejos el pueblo de Hervás entre un mar de verdura, he visto cómo, de pronto, todo ha quedado inmerso en otro mar de nieblas, durante una hora larga he sido pasto del reino de la lluvia, sin sitio en el que refugiarme, todo yo a merced de la voluntad de la naturaleza. Las presas, los pantanos, ya rebosan de agua, los caminos rezuman humedad, por cualquier sitio aparece un riachuelo rodando por el monte. ¡Y mañana ya es junio! ¡Cómo será el verano, con esta primavera tan mojada! Algunos colmenares jalonan estas sierras. Los he visto muy cerca del camino. Las abejas estarán deseando que luzca más el sol para poder libar entre las flores. Jamás ha llovido a gusto de todo el mundo y hoy me he acordado de alguno de mis hermanos y de mis sobrinos, pendientes de recoger el fruto del trabajo de las abejas pero también pendientes del sol y de la lluvia. A mí solo me ha faltado un arco iris de estos que con frecuencia coronan mi terraza. No debo pedir tanto. No es poco lo que he visto esta mañana, lo que han visto mis ojos, lo que han saboreado mis sentidos. A pesar de la lluvia y de la niebla.

1 comentario:

mojadopapel dijo...

Realmente la naturaleza te ha inundado y nos has salpicado con una intensa sensación de lluvia maravillosa.