miércoles, 21 de mayo de 2008

NOCHE DE ESCUPIR CERVEZA Y MALDICIONES

Me gustaría escribir siempre a favor y nunca en contra, pero tengo ojos, algún sentimiento, cierta escala de valores y participación en los acontecimientos de la puta calle. Siempre he mirado el mundo de la creación desde cierta distancia, desde mi afición a juntar letras para intentar expresar algún pensamiento, siempre me he declarado un creador ocasional, jamás a tiempo total y en todo momento fuera del sistema que mueve a buena parte de la gente de este ahora no mundo sino mundillo. Por eso hablo de los escritores y afirmo que hacen cosas, que me gustan o disgustan, que los entiendo o que no, que… Pero siempre lo he hecho en tercera persona, desde la salvaguarda, como si no me atreviera a acercarme a la distancia corta ni a usar la primera persona. No se trata de una falsa modestia sino de la constatación de una realidad y, seguramente, de una forma de autodefensa por no estar de acuerdo con muchas de las variables que incorpora su mundo.
He leído en las últimas fechas parte de la correspondencia entre Charles Bukowski y Sheri Martinelli. Y he dicho solo parte porque no tengo ya interés en beberme todo el vaso; me basta con la porción de poco más de un centenar de páginas. El resto repetirá el esquema y sencillamente me añadiría detalles y rumores que poco me interesan. Es la correspondencia una de las mejores formas de descarnar al ser humano, de mostrarse desnudo, a la intemperie, en el escaparate de la vida, a la vista de todos, con todas las ventajas y todas las desventajas, con el trasero al aire. Es una buena fórmula, seguro. La probable confianza en el interlocutor o agranda la pose o desata la franqueza en el discurso. Suele ocurrir esto segundo. Pero ese contexto de confianza da también pie para que se derramen las más tontas miserias de los hombres. Por eso para mí el formato no tiene término medio, o me gusta o me disgusta claramente. Este no fue el caso más positivo.
Nada tengo que decir de aquellos que ordenan sus vidas desde la frecuencia de la noche, los licores, el sexo o los fetiches; también es mi respeto para los que se someten al imperio de los poetas popes como si fueran dioses a los que adoran siempre, en detrimento de los otros a los que despellejan en una división a rajatabla entre buenos y malos. Pero exijo un respeto para aquellos que vieron en sus vidas otras horas, otras ocupaciones, otros deseos, otras ganas de amar de otra manera, sin recurrir a límites que no se justifican en su visión vital, sin justificar los límites a cualquier precio.
Lo he dicho muchas veces: el esnobismo por el esnobismo es la misma tontería que la tradición por la tradición. Y hay gente que se mueve mirándose el ombligo, buscando novedad hasta en la sopa. Con frecuencia les das un raspón y aquello sale limpio de productos, ajeno de ideas y raso de principios.
Hay mucho que cambiar en eso de las modas, también en las modas literarias. Un ejemplo sencillo: no es algo menos malo si viene con la firma de algún americano, ni de la generación beat ni de ninguna. Prefiero conocer mis tradiciones, las de aquellos que tengo aquí más cerca, aunque a veces parezcan más sencillos y menos novedosos. Porque hay mucho fetiche, mucho fantasma suelto, mucho esclavo del libro y de la fama, mucho amigo del mundo del comercio. No se sabe muy bien con qué fines pues, al cabo, cuarenta años más y todos calvos.
Así que Charles Bukowski, mejor en sus poemas que en sus noches de alcohol y de maldiciones, lo prefiero en la paz de sus dominios, no en la niebla de sus errores gráficos, de sus repeticiones, de sus desbarajustes, de sus anhelos últimos de llegar a la gloria despedazando a tantos, de sus deseos de dar un paso al frente pero no a cualquier precio, de su vista de un mundo maniqueo en donde solo alumbran sus modelos.
Hoy era con Buck pero me interesa como esquema que se repite mucho, demasiado, en este mundo hermoso de la creación. Me quedo en los poemas, en sus poemas (no he leído sus novelas), en los de tantos otros. Acaso lo demás es un mal sueño de esta tarde de mayo.

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