lunes, 12 de mayo de 2008

LLEGAR TARDE A TODO



¿Y cómo iba yo a saber nada de Mayo del 68 si he llegado tarde a casi todas partes? Solo me dio de lleno, y por descubrimiento personal, la caída de la dictadura en el tardofranquismo salmantino. Antes todo fue ignorancia , ausencia y desconocimiento. Primero en aquellas tierras que me vieron nacer y echar a andar, en un ambiente lento y apartado, con el cielo y el tiempo corriendo lentamente. Después fueron los años -por resumirlo mucho- de fes y vocaciones, de ir abriéndome al mundo poco a poco, de mirar asustado, de obedecer sin tregua, de crecer sin marcarme los caminos, siempre al amparo de lo que me indicaban, con pocas decisiones personales, años de horarios largos entre telas, años de estudios largos entre libros, veranos con fresquito y lluvia intensa vendiendo por la calle los helados. Creo que abrí pronto el ojo para observar lo enorme de las desigualdades, pero no supe encauzar mis energías en asuntos sociales, enrolarme en empresas que duraran, fabricarme sucesos de recuerdos futuros. La vida me iba haciendo sin que yo le cantara las cuarenta, dejándome llevar, creciendo a espaldas de lo que sucedía por el mundo. Era el mundo una finca de límites precisos. Y en ella me movía sin rumbos bien fijados.
Salamanca me abrió el mundo al futuro, con mucha lentitud pero ya para siempre. Mis ojos se ensancharon, aunque el rabillo seguía mirando todo lo que quedaba atrás en otras tierras, me llegaban noticias de muchos hechos nuevos, de muchas cosas nuevas, de muchas personas nuevas. Y allí, sin alharacas de partidos políticos, tomé mayor conciencia de lo que era la vida. Pero eran los setenta, los primeros setenta, los años de declive de aquel régimen que ya duraba tanto. Y creo que los viví, o al menos los vi pasar cerca de mí, con tantas asambleas, con tantas noticias y rumores, con manifestaciones a gogó, con cambios de calendarios académicos, con ministros sentenciados en las paredes, con amigos al viento, con jóvenes comiéndose la vida.
Después la vida fue cambiándome y situándome donde le dio la gana. Volví al abrigo cierto del entorno familiar, con mi trabajo listo, con mi familia al lado, con unos límites evidentes en tiempo y en espacio, con limitaciones y con algunas ventajas. Aquí tardaron en forjarse muchas cosas y algunas aventuras en las que todavía me encuentro.
Pero yo nunca estuve en la vanguardia, ni acudí casi nunca al montón de la moda; siempre procuré mirar después de ver y seleccionar mis actividades; siempre procuré la individualidad con todas sus miserias, aunque entendiendo siempre lo esencial de los otros y su necesidad; tal vez por eso tengo la certeza casi absoluta de no haber salido realmente nunca de mi mismo, de no haber superado el yo ni en lo personal, ni en lo laboral, ni en lo social, ni en lo creativo. Por eso la Historia se reduce para mí a aquello que pueda repercutir directamente en mí, por eso el Mayo del 68 no es más que aquel poso del que yo pueda aprovecharme en mí y en mi relación con los demás, por eso el mundo todo irradia en un reflejo permanente hacia el centro y hacia el exterior desde mí mismo.
Y ahí sigo empeñado, en casi nada, en seguir contemplándome y mirando cómo son los demás para ver cómo puedo ser yo, para conmigo mismo y para con todos ellos. No soy más que un simple egoísta, un yoísta o un egotista. O acaso nada de todo ello, qué sé yo.

3 comentarios:

mojadopapel dijo...

Me gusta el refugio de la foto y me gusta tu entrada de hoy.

Jesús Majada dijo...

También a mí me gusta tu refugio de la foto. ¿Dónde está?
Y asimismo me gusta la entrada de hoy: tal vez porque en muchas cosas hemos ido, o nos han llevado, al paso.
Pero echo en falta algo... Aunque parece que lo apuntas, me gustaría al menos columbrarlo: ¿cuáles son las perspectivas de futuro?, ¿cuáles las ilusiones, los anhelos, los proyectos para este tercio de camino que nos queda? La ruta que se abre, ¿va montearriba-monteabajo como tus andanzas por la Muela, el Pinajarro y el Ambroz... o se remansa como la calzada romana por Sangusín?
Y, hablando de andanzas, como sé que en esto no eres ni egoísta, ni egotista, ni egocéntrico, me veo en la obligación de hacer aquí una proclama:
"Manifiesto la deuda (entreverada de envidias y contentos) que muchos lectores de este blog tenemos con Manolo Casadiego y Jesús Tiedra, mentores de tus paseos reales y de los nuestros literario-virtuales. Y es tanta, que por aquí y por allá hay almas que andan pensando en juntar escuadrón y ponerse en marcha, para -a su servicio y bajo su égida- formar parte de alguna de esas tan venturosas y salutíferas correrías. Amén"

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Imagina, Jesús, aquel valle con intensos verdes que, en ocasión bastante calurosa, hollamos monte abajo hasta el pueblo de Hervás. Por ahí perdido anda, en cualquier parte escondida, creca de cualquier regato y al lado de los árboles del bosque.
Las rutas están hechas, los guías dispuestos, falta escuadrón y marcha. Cuando querías, a ello.
Lo demás es complejo, o acaso es muy sencillo. ¿Quién columbra el futuro? Algo iremos diciendo.
Un abrazo.