jueves, 29 de mayo de 2008

MODELOS DE ÉXITO




Vivo en una sociedad que exhibe sin pudor a todas horas modelos de éxito. Los medios de comunicación se sostienen en buena medida por la existencia de esos modelos, y algunos los fomentan como único medio para seguir creciendo económicamente. Al ser humano, desde niño, se le educa en el seguimiento de los ídolos, de tal manera que orienta sus actividades en imitarlos y en aparentar que está en alguna medida próximo a ellos. Miro las televisiones y no hay más que modelos cantantes o deportistas, famosotes de tres al cuarto y exhibicionistas sociales de toda laya que sacan producto de todo lo que significa falta de esfuerzo e impudicia. Nada importa, ante nada se detienen con tal de alcanzar su minutito de atención comunitaria, sobre todo si esto les asegura un tiempo de supervivencia económica y de la otra. Y no me importan tanto ellos como sus imitadores, esa especie de legión que pulula por calles y jardines y que orienta sus esfuerzos, sus dineros y sus voluntades a babear ante sus figuras.
¿Qué es, si no, en estos momentos, la selección de fútbol? Pues una pantomima en manos de la televisión Cuatro que la necesita para vender sus productos publicitarios. Poco interesa que gane o deje de ganar -en esto es en lo único que tienen sinceridad, aunque no lo expresen en público, pues ninguna importancia tiene ganar o perder y para ganar uno tiene que haber siempre otro que pierda-, lo que interesa es que siga la representación para alargar la venta del producto. Por eso toda la parafernalia de actos y de exageraciones, tanto despliegue, que no será tal en cuanto deje de ser rentable. Me interesa analizar el seguidismo del espectador ante tanta desmesura. Los jugadores se hacen más dioses por unos días sencillamente porque interesa comercialmente, a ellos y a la cadena de televisión correspondiente. Los medios crean las noticias, las muñen a su antojo, las agrandan y las empequeñecen, las desvían, las acomodan en el espacio y en el tiempo. La realidad primitiva en poco se compadece con la que crean esos medios en su propio interés.
Se trata solo de un ejemplo, pero es que me parece que esta plaga se extiende por todos los niveles de la vida. En casi todas las actividades creo ver una imitación imbécil con escaso o nulo fundamento, una huida de la decisión propia y una invasión del deseo y de la imitación ajena. ¿No son ejemplos de lo que digo tipos como Bush o Berlusconi? Pues ambos han sido elegidos por mayoría en sus respectivas comunidades. El segundo, además, en situación de alevosía y premeditación, pues repite.
¿Qué pasa en esta tribu que puebla el mundo? ¿Es que no hay otra escala de valores? ¿Es que realmente nos interesa que nos dirija la estulticia y hasta la superstición.
¿Y qué pasa entre las gentes de esta ciudad estrecha en la que vivo? ¿Y qué pasa en mí mismo? Hay que hacérselo mirar.
Atacamos ahora una estación, la del calor, que se presta más a la descompresión y al abandono. Sustituiremos estos modelos por los de los deportistas olímpicos y los cantantes, todos ellos puestos en concierto, aunque no sepan reproducir ni una escala musical. Vale.

1 comentario:

Jesús Majada dijo...

Llevo, llevamos, dos semanas incomunicados con el mundo. No es que haya sucedido una tragedia. Es que hemos sufrido –y seguimos sufriendo- un corte de línea telefónica que casi nos tiene apartados del mundo mundial. Sólo saliendo de casa, desde el trabajo o desde el ordenador de un vecino, a veces consigo acercar el aído a la voz que sale de la cueva (la de la calle las Armas) o a la que me llega desde la terraza. La desconexión se prolongará durante unos días más.
Busco entre vuestras páginas -también entre otras- reflexiones, comentarios, opiniones… sobre tres cuestiones que me incomodan. Por supuesto que hay otras muchas, pero estas son más recientes. Dos de ellas se refieren a la acción del gobierno, decepcionante a pesar de la fuerza mayor de la “realplitik”. Me refiero al asunto de los vuelos a Guantánamo, y al de la biblia y la cruz en el juramento de los ministros: al fin y al cabo no son sino claudicaciones ante el Imperio y ante la Iglesia. Hace unos días abundabais sobre lo último tanto tú, Antonio, como Luis Felipe a propósito del Corpus bejarano y su simbología.También hemos hablado en ocasiones sobre la presencia del crucifijo en los centros de enseñanza públicos...
El tercer tema tiene más que ver con tu entrada de hoy, “Modelos de éxito”, y el papanatismo de nuestra sociedad: me refiero al gravísimo conflicto generado en toda nuestra sociedad por el enfrentamiento de nuestros cocineros de alto copete: en los periódicos, en las televisiones y en las tertulias se ha convertido en problema nacional. Oigo que, según no sé que revista, uno de estos chefs se encuentra entre las cincuenta personas más influyentes del mundo… ¿Será verdad? ¿Es posible que la tontuna internacional llegue a tanto? Busco, indago, pregunto cuánto puede costar una cena en uno de los restaurantes de estos Trimalciones… No me escandalizo del precio, que uno ya está curado en salud. Me escandaliza la trasnsfiguración en un problema nacional de esta ostentación fastuosa de repugnantes nuevos ricos en que se ha convertido España. ¿Cuántos españoles han entrado en estos restaurantes?, ¿a cuántos les interesa esta estúpida diatriba?
Sirva como antídoto de tales banalidades lo de siempre, la lectura de los clásicos: en el primer capítulo del “Satiricón” Petronio pone a toda esta morralla de cocineros y comensales en su justo sitio.