domingo, 11 de mayo de 2008

ENTRE MAYOS Y MAYAS



La historia va dejando sus hitos y sus marcas que jalonan el camino y van mostrando referencias a las que nos vamos aferrando como si fueran modelos para siempre.
En los últimos días se habla y se escribe sin parar acerca de aquel Mayo del 68 que supuso lo que supuso y vino a dejar el poso que dejó. Se suele producir un deseo irrefrenable de hinchar pechos y de sacar la lengua a paseo cuando se pasa cerca de un incendio, e incluso cuando en la lejanía se ve humo, diciendo que se hizo de bombero y hasta que se evitó cualquier desgracia por nuestra intervención. En lo que a mí respecta, lo único que tendría que decir es que no me alcanzó ni por rumores siquiera, de manera que me aparto de la circulación y dejo que sean los demás los que se apunten las medallas que quieran. Tengo para mí que son muy pocos los españoles que participaron en el movimiento y, por supuesto, casi ninguno en las discusiones y en la toma de decisiones; y los que lo hicieron vinieron a quedar, con el paso de los años, en reconvertidos burguesotes subidos a coches oficiales y plantados cómodamente en el sistema. No me parece extraño que así haya sucedido porque, en realidad, no es realmente que el ser humano cambie el mundo sino que es el devenir del mundo el que realmente cambia al ser humano. Por eso me molestan tanto los que hinchan el pecho revolucionario como los que desprecian lo que sucedió en París, en toda Francia y en otros lugares del mundo.
¿Significó aquello una revolución? Tal vez ni tanto ni tan calvo; acaso técnicamente no, pero los posos son los que se vieron y se ven en los decenios siguientes, que tal vez no habrían sido igual sin estos acontecimientos. Pero la historia habría seguido siendo historia y nadie puede asegurar que el futuro se hubiera escrito de una forma o de otra. Tal vez, si no hubiera existido ese movimiento, habrían surgido otros más fuertes o más comedidos, eso queda para la conjetura y nada más.
El recuerdo sereno y comedido es el mejor regalo, su estudio y su análisis, la aceptación de la duda sobre si las personas hacen las revoluciones o es la revolución la que cambia a las personas. Yo no soy hijo de Mayo del 68, pero acaso sí algún familiar desconocido y lejano. Por eso no le bailo el agua pero le agradezco lo que empujó la imaginación, lo que gritó a favor de la igualdad, lo que quiso decir a todo el mundo, aunque los altavoces se quedaran rotos con el tiempo.
Son las mayas pequeñas piezas literarias que cantan el valor del mes de mayo, el esplendor de la naturaleza. Entre mayos y mayas se nos va todo el tiempo; un poco de aquel mayo, otro tanto de este y un poco del que viene. Al cabo es nuestra historia, la de todos nosotros.

3 comentarios:

Sinda dijo...

Es curioso. Esta tarde escribía yo algo sobre mayo 68 en el blog de tu cuñado. Se me olvidó decir (o tal vez no vino al caso) que yo supe de mayo del 68 en octubre del 69, al entrar en la Universidad.
Yo no estuve allí, pero siempre me sentí atraída por aquel movimiento, y seguí informándome. Tus palabras de hoy:"los que lo hicieron, vinieron a quedar, con el paso de los años, en reconvertidos burguesotes subidos a coches oficiales y plantados cómodamente en el sistema", se las dijo Roland Barthes en aquel mayo a un grupo de estudiantes que fueron a buscarle a su casa para ir a una manifestación,y él les contestó: "Rentrez chez vous, dans cinq ans vous serez tous des notaires".
("Volved a vuestras casas, dentro de cinco años todos seréis notarios"). Parece que la profecía se cumplió ¿no?.
Para el Merino: No te quejarás más de que no entiendes el "franchute" -como tú dices.
Besos

Sinda dijo...

Se me olvidó decirte que no paras de ponerme los dientes largos viéndote por esos andurriales. En esta foto te falta poco para que parezcas uno de aquellos cristianos asaltantes de la fortalezea de Béjar. ¿No eran esos los que se disfrazaron con musgo?
Más besos

antonio dijo...

Ya te echaba yo de menos, Sinda guapa. Gracias por la traducción (que uno no tiene el don de las lenguas), aunque esta vez lo había "pillao".Un besote.