Vengo de Madrid con el corazón roto, con la certeza de los finales próximos, con la tristeza de quien observa y calla, con el abrazo y el beso pegado a mi cuerpo y a mis mejillas. Mi madre está muy vieja, está arrugada, con sus años a cuestas, con su mirada lenta y espaciada, con los suyos al lado cuidándola y mimándola, viendo pasar el tiempo, llenándose de tiempo más que nadie, fuera y dentro a la vez, en su mundo inconexo, en zona neblinosa. Y yo la quiero tanto, que me abandono al lloro y a la queja sin límite. Apuro la teoría por si me sirve de algo y al momento me vuelvo a ras de tierra, me desplomo y me rompo, siento como un aprieto en las entrañas que me agarra y me tiene comprimido. Aseguran los místicos que hay cosas inefables. Yo no soy místico pero sé muy bien que tienen razón en lo que dicen. Porque sé que hay razones que no las entiende el corazón y sentimientos que no los comprende la razón. Si a todo ello le sumamos la pobreza infinita de la palabra, el resultado más lógico sería el silencio, el sentimiento puro, la sensación escueta, no la divagación ni la glosa.
Diré que hoy estoy triste, que ayer estuve triste. No diré nada más por no saber decirlo.
Y a la vuelta me encuentro con una dedicatoria en forma de reflexión y casi de reto en el blog de Luis Felipe Comendador para que ensaye la fórmula del aforismo y elimine de mis manifestaciones escritas muchos elementos que él entiende superficiales y menos provechosos. Tengo que agradecer, por descontado, la intención, siempre sana y sabia, de quien se anima a proponerme cosas. Hay mucho que decir y mi palabra es escasa en estos momentos, incluso más que en muchos otros. Pero el asunto es hondo y no es sencillo: por motivos de forma y por motivos de fondo también; por eso, en mí y aquí solo cabe el apunte, alguna pincelada de explicación somera.
Verás, colega, amigo, hermano. El asunto viene de lejos y me lo has apuntado en otras ocasiones. Te lo agradezco siempre. Pero mira, verás, yo entrego lo que tengo y no siempre es abundante. Las palabras luchan por acercarse a la realidad, solo por acercarse, que no es poco aunque sea en un intento casi siempre fallido. Así yo necesito muchos términos para dejar siquiera el esquema de una idea. Sobre todo, como me ocurre casi siempre, si esa idea flota en la duda y ofrece “mil aromas al sentido”, varias posibilidades de interpretación incluso al que la propone, o sea, a mí mismo. Por pura mecánica lingüística, resulta pleonasmo casi la mitad de lo que decimos y escribimos; imagínate si esto lo trasladamos al campo de la creación a qué nos exponemos. Yo mismo te he sugerido en alguna ocasión que alguno de tus poemas estaba ya completo con el título, que los versos acaso no añadían nada más ya jugoso a la imagen propuesta como título. En realidad lo que me parece que sucede es que yo no traslado más que dudas y casi nunca certezas porque seguramente no las tengo; tal vez también sea cierto que los apoyos de realidad, los contextos que se hacen visibles tenga que destacarlos en dos dimensiones, la primera por presentar una realidad un poco más soñada o sentida que “real” y la segunda porque esa naturaleza “realzada” es también realidad, acaso la verdadera realidad, o al menos tan realidad como la humana. Sobre esta última parte creo que te he insistido alguna vez, quizás con torpeza y desacierto. Pero es que nuestra sierra, por ejemplo, no es solo recipiente de belleza y de elementos naturales, Felipe, es que es más eterna que todos nosotros juntos, es que es un elemento que está a la misma altura que nosotros, y, si me lo permites, incluso un poco por encima en lo que a naturaleza se refiere. Cuando yo la contemplo, me siento a ras de tierra, pequeñito, zumbón y casi nada; te aseguro que en muchas ocasiones me retira del mundo diario, me sirve de relajo y abandono, es un lugar de huida y de sano placer, me acerca a lo duradero, a lo que veo un poco más duradero. Por eso en mí la naturaleza idealizada no es solo pose, o no quiere serlo, es convencimiento de que allí hay algo más que verde y agua, es la feliz certeza de que hay verdades que duran algo más que un momento -y si solo duraran un momento, al menos se me ofrece gozoso, y lo agradezco-. Lo diré una vez más: no es solo naturaleza lo que se busca en ella, sino sus posibles valores, su duración, su posible significado. El mundo se me niega muchas veces, demasiadas, y huyo y me refugio, y comparo y lo compro; y creo que no renuncio a buscar las verdades que se encierran en ella, sino más bien al contrario, sin ellas esa exaltación no tendría sentido y sonaría a vacío.
Luego están los refugios de la belleza escueta y pasajera, las imágenes mismas, que tienen su momento y su justificación. Las imágenes son puntos de esa vida que tú un día pintaste “punteada de horas”. Y yo me regodeo -déjame hacerlo un poco- en alguna de ellas que me atrapa. Y están también los ritmos en la prosa -no ves qué endecasílabo tan claro- que yo practico tanto, que tú practicas tanto, por puro regusto musical, que también la realidad es oído y gusto musical
Y, en fin, que son entregas sujetas a mi mirada y a la de los demás, no siempre convergentes.
Y, a pesar de lo dicho, encuentro que hay verdad en lo que dices, que, cuando pasa el tiempo, o acaso en el presente, es la verdad escueta lo que queda -o la imagen que apunta a la verdad-, que acaso sobra mucho, que no por muchas líneas se dice más ni menos, que tal vez deberíamos dejar alguna lista de mensajes desnudos y lascivos…, qué sé yo. Soy la duda en persona, me falta diligencia y mucha práctica, no sé decir gran cosa y lo que digo causa malos entendidos con frecuencia, el pudor me atenaza, hay campos que no aro ni cultivo por miedo o por temor.
En fin, que ya veremos, hay que hablarlo, pero serenamente, sin prejuicios, tampoco con la fiel naturaleza, dándole los valores que posee, no solo los aromas que desprende.
Y gracias por pensar en mis palabras: sabes que lo agradezco. un fuerte abrazo.
domingo, 18 de mayo de 2008
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3 comentarios:
Antes de la taurina literaria, recibe un abrazo muy fuerte que te ayude a apurar lo que haya que apurar, Antoñito. Estoy contigo siempre para lo que necesites, ¿vale?
Y para ser más claro que lo que pude ser en la entrada de mi blog [siempre me pierdo justo en chiqueros], pues que veo tus aforismos perfectos en una edición de "La viuda alegre", que me apetece mucho verte resumido y tenerte como autor de cabecera [que ya lo eres].
Ponte a currar y no le des más vueltas que las que tiene. Te sorprenderás de ti mismo, estoy seguro.
A tu lado camina mi sentimiento, mi corazón siente contigo. Un abrazo fuerte, amigo.
Muchas gracias a todos. De verdad.
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