La cultura grande, aquella que afecta a todos y que vamos conformando entre todos, nos marca de una manera casi indeleble y va articulando en nosotros una escala de valores que se nos mete en lo más profundo y que actúa luego como sin censura, como si se tratara de algo de ley natural. A ello se ajustan luego los comportamientos y no hay manera de cambiarlos. Ni siquiera, en muchas ocasiones, por los sujetos más concernidos, aunque sean tratados peor que mal. Se podrían poner mil ejemplos, pero hoy me quedo con el que afecta a la consideración histórica de las mujeres.
Releo estos días con mis alumnos La Celestina, obra que almacena casi todo, que se desborda por todas partes, que enseña como casi nadie, y me encuentro perlas tan sucias como la siguiente (se refiere a la naturaleza de las mujeres, Auto 1): "...muchas hubo y hay santas y virtuosas y notables, cuya resplandeciente corona quita el general vituperio. Pero de estas otras, ¿quién te contaría sus mentiras, sus tráfagos, sus cambios, su liviandad, sus lagrimillas, sus alteraciones, sus osadías? Que todo lo que piensan osan sin deliberar. ¿Sus disimulaciones, su lengua, su engaño, su olvido, su desamor, su ingratitud, su inconstancia, su testimoniar, su negar, su revolver, su presunción, su vanagloria, su abatimiento, su locura, su desdén, su soberbia, su sujeción, su parlería, su golosina, su lujuria y suciedad, su miedo, su atrevimiento, sus hechicerías, sus embaimientos, sus escarnios, su deslenguamiento, su desvergüenza, su alcahuetería? Considera !qué sesito está debajo de aquellas grandes y delgadas tocas, qué pensamientos so aquellas gorgueras, so aquel fausto, so aquellas largas y autorizantes ropas, que imperfección, qué albañares debajo de templos pintados!"
Y eso que esta obra rompe ya definitivamente la Edad Media y se sitúa en el umbral del Ranacimiento. Con asuntos como este, de muy poco sirve eso de la estructura, de los actos, de comedia o tragicomedia, de los diálogos, del léxico o del sursum corda. Han pasado cinco siglos desde entonces. Es tiempo. Habría que ver en qué medida han cambiado las valoraciones y quién ha contribuido a que esto se haya producido. Tengo para mí que nos encontraríamos alguna sorpresa negativa en el análisis. Cualquier día volveré sobre ello.
martes, 8 de abril de 2008
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