Hace solo unos días alguien me ilustró acerca del día de Halloween (All Hallows Evening). Hasta entonces tenía una idea negativa de esta práctica. La sigo teniendo, pero con algunos datos añadidos.
Esta vieja leyenda celta tiene nada menos que treinta siglos y, para cuando quiso aparecer el cristianismo, ya llevaba mil años en uso. Sobre ella, lo de siempre: intento de supresión del rito pagano, imposibilidad de hacerlo por la fuerza que tienen estos ritos, y acomodación de una fiesta cristiana en la misma fecha.
Repasar el rito y sus componentes nos descubre los elementos que siempre se repiten: fuerzas positivas y negativas, el bien y el mal, un demonio o un sustituto, la imposición del bien sobre el mal… Las figuraciones pueden ser diferentes, pero las esencias no varían. Es la naturaleza humana lo que se pone al tablero y sus elementos esenciales no varían fácilmente en unos milenios. Darwwin tendría mucho que decir.
Del día de Halloween no me importa ni Jack-o-Lantern, ni el trick o treat, ni las cruces, ni los miedos. Me llama la atención esa lucha por imponerse de las religiones (en estas latitudes, la religión cristiana), la oposición entre fuerzas consideradas positivas y fuerzas del mundo negativo, y, sobre todo, la manera en que se extienden las costumbres.
Los de la sede del imperio, o sea, los de los Astados Unidos, se han refugiado en la parte de la leyenda que tiene que ver con los disfraces, los juegos y los cuentos de miedo; el mundo cristiano ha puesto su atención en el recuerdo de los seres queridos que han fallecido. En este caso, me quedo con esta segunda posibilidad. Es evidente que pertenezco al grupo minoritario, al menos por lo que se ve en los últimos años.
Pero compruebo con disgusto cómo, una vez más, cualquier actividad que llega de la sede del imperio se copia con un instinto ovino insuperable. De este modo, un rito absolutamente ajeno a la cultura mediterránea y, desde luego, a la peninsular, se extiende con mucha más prisa que la gripe A. Y se hace con un gusto generalizado, con una cobertura mediática extraordinaria y con el regocijo de casi todo el respetable. De nuevo se vuelve a cumplir aquello de que cuando USA estornuda, Europa se acatarra.
Qué falta de carácter, qué esclavitud agradecida, que imbecilidad tan extendida, qué tontuna, qué camino de la mesta atestado de animales mirando al suelo. Ya no hay más que una bolsa, una sola cultura, un solo señor que ordena y manda. Y llega desde el otro lado del Atlántico, desde los Astados Unidos de Norteamérica. El resto es solo satélite encargado de reproducir en imágenes cualquier chaparrón en un tejado de Michigan como primera noticia de los informativos.
Today, in Catholic countries it is a day to remember loved people. In the UK and tke USA it is a festivity for protection against evil hallows. People dress up as monsters, as evil hallows, and try to scare other people.
Coño, hoy me siento católico. Y me quedo con el recuerdo de mis seres queridos. Y me río de los monstruos, y, sobre todo, de los esclavos agradecidos de las fronteras del imperio.
domingo, 1 de noviembre de 2009
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2 comentarios:
Buenas noches, Don Antonio Gutiérrez Turrión:
(Va mejorando los finales).
- Por las fechas que estamos, y para que nos sea como un bálsamo -junto a los recuerdos que se nos hacen estos días, más duros-, un poco de música.
Pongamos la "Sonata Claro de Luna" de Beethoven; y en plan más cercano el "Amor eterno", de Rocío Dúrcal.
Saludos. Gelu
Comparto tu opinión, los jóvenes aprovechan cualquier motivo para festejar...y lo entiendo, sobre todo intentan imponernos en contra (ley de vida)....para mi no es un día de fiesta,pero tampoco me gusta que me impongan el recuerdo, aunque sea inevitable.
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