viernes, 30 de octubre de 2009

YO TAMBIÉN FIRMO

Otro día al lado de Sara en las tierras de Ávila. Sara va a cumplir cinco meses y su carita los manifiesta muy claramente. Ya se fija en todo, se queda prendida de sus propios pies cuando los descubre cerca de sus ojitos, sujeta con fuerza los muñecos que cuelgan cerca de su cara y sonríe cándidamente ante cualquier invitación a hacerlo. Por eso yo me he pasado el tiempo haciéndole gestos que invitaban a la sonrisa y ella no ha hecho otra cosa que compensarme con sus mejores sonrisas. De modo que ahora, a sus actividades de vida pastoril, ha añadido gozosamente la de sonreír. Y yo la de contemplarla con felicidad.

En algún rato en que Sara se ha quedado plácidamente dormida -es muy dormilona y verla en la cunita es otro placer para mi vista-, he tenido tiempo de repasar en internet la prensa. Allí he descubierto la existencia de un manifiesto presentado y firmado por gente de las artes y de la cultura pidiendo una salida a la crisis con sentido social y desde una perspectiva de eso que popularmente se llama la izquierda. Me alegra ver que, aunque sea en forma testimonial, hay grupos que se ocupan de gritar contra ese formulario que apunta a que tenemos que ayudar a que sigan controlándolo todo los que nos han llevado a la catástrofe y los que defienden un sistema social basado en el egoísmo y en el sálvese quien pueda, siempre que no sea yo el perjudicado.

Porque públicamente seguimos sin plantearnos las bondades o maldades del sistema en el que vivimos y que ya se ve a qué lugares nos ha conducido. Seguimos vendiendo parches blancos para heridas emponzoñadas y con infección general y, tan asustados andamos, que no nos atrevemos a considerar otras posibilidades de convivencia. Y si los defensores de esos valores egoístas y mercantiles no se avergüenzan ahora, ¿cuándo lo van a hacer?

Desde esta ventana tan pequeñita me sumo a la iniciativa y animo a los que tienen voz y medios para ser escuchados a que no dejen pasar la oportunidad de afirmar que existen otras posibilidades más humanas y solidarias, menos egoístas y más comunitarias, que hay otros modelos de crecimiento menos contradictorios y más sostenidos, aunque no incorporen tanto balance numérico positivo ni tanto PIB ni POB al servicio de las grandes cifras pero olvidándose del día a día de las personas normales.

En mi viaje a Ávila he presenciado la proximidad de un accidente debido a la temeridad de un joven conductor. ¿En qué invertimos los esfuerzos, en educar al muchacho en los valores de la serenidad y de la seguridad, o en estimular la fabricación de coches que corran y superen a los demás en velocidad para aplaudir a sus conductores? ¿Para qué invitamos a la moderación en el consumo en Navidad si al momento nos desgañitamos gritando que hay que gastar para consumir y así producir más y crear más puestos de trabajo? Son solo dos ejemplos. La vida diaria está llena de ellos.

Me temo que lo del manifiesto solo tiene el valor de un gesto. Allá cada cual con su conciencia. Y con su estulticia. Y con su egoísmo. Y con su imbecilidad.

Yo también firmo.

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