domingo, 15 de noviembre de 2009

COMO LOS HONGOS DE LAS ENCINAS

Las irregulares luces de este día gris me han dejado en casa, engolfado en la lectura de otro manual larguísimo de antropología y de la poesía de Mario Benedetti. Cada día releo más. Será la edad, será una rosa, será un clavel…

Y en la relajación enciendo la tele y escucho y veo noticias. Y sigo sin entender (lo mío viene de muy atrás y ya no tiene cura) casi nada. En realidad creo que nada. Y me enfado en voz alta. Y mis allegados me piden calma y se enfadan conmigo porque yo me lo guiso y yo me lo como, y porque en realidad les molesto. Oía, a medias, que, en algún sitio de Inglaterra, una multitud había conseguido romper una barrera de seguridad que regulaba el acceso a un concierto; en ese tumulto se habían producido víctimas y heridos. O sea, lo de todos los días. Los presentadores -ya les valdría con locutores y no de los buenos- lo expresaban con un tono casi de alegría.
Un par de noticas más adelante le tocaba el turno a una investigación de la universidad de Huelva con la que se trata de combatir una plaga que tiene asolados a los campos de encina y compromete la permanencia de ese hábitat mediterráneo tan frecuente entre nosotros. El tono de los locutores era ya más neutro y parecía que pronunciaban aquello como si de un duro trabajo se tratara.

Y yo pensaba para mí: ¿cuándo se van a producir las colas y las locuras de arrebatados y subnormales para conocer y alabar el trabajo de estos investigadores como se producen en la entrada de los conciertos, sean estos con afinamiento o sin él?

A los pocos minutos, en el mismo informativo, se daba amplísima cuenta de todo lo sucedido en el partido jugado ayer entre España y Argentina. Más de lo mismo pero ampliado y reforzado. Por si fuera poco, enseñaban pancartas y frases de los aficionados argentinos insultando a los españoles y, con cara y tono de satisfacción, afirmaban y enseñaban cómo los aficionados españoles les habían respondido “con lo que se merecían”, y esto eran más insultos y pancartas provocadoras. Y esto no era información, era regodeo y participación en la noticia: el tono y la velocidad de la palabra los delataban.

Y yo volvía a pensar para mí -y un poco en voz alta y enfadado-: ¿cómo se atreverán más tarde a mostrarse sorprendidos, enfadados y hasta escandalizados por hechos violentos?; ¿no los están ya preparando ellos con estos espectáculos? Y seguía pensando y me salía que casi todo el país andaba pendiente de estos asuntos y casi nadie de los otros. Y aún pensaba algo más: un país que anda en estos niveles necesita trabajar duro para curar su altísimo grado de analfabetismo. Porque esto es un analfabetismo funcional evidente, y causa más males que todas las gripes juntas

Y me sentía mal, y mis concepciones sociales se iban al carajo todas juntas, y despotricaba, y mis allegados se enfadaban con razón conmigo, y la comida se me atragantaba, y aún me ponía de peor humor en la seguridad de que este runrún es el de todos los días y el de casi todos los lugares, y ahora lo escribo aquí como desahogo, y sigo pensando que tengo que andar equivocado en casi todo porque esta sociedad (¿o acaso solo los medios de comunicación?) anda embargada por esta escala de valores, y me gustaría que alguien me ayudara a salir de este embrollo en el que ando metido cada poco rato. Ah, y que me gustaría que esta ayuda viniera de la mano de algún razonamiento sereno y con algo de fuerza mental.

1 comentario:

PENELOPE-GELU dijo...

Buenos días, D. Antonio Gutiérrez Turrión:

- Menudo día tuvo ayer, ¿eh?. A quién se le ocurre, sumar día gris, con tele, con manual larguísimo de antropología. Mira, que el otro día me dió hasta risa, el cacao mental que debía de tener con el libro "Nuestra especie", así, con todas esas citas, de un tirón.

- Esperaba que nos contara que le pareció "El jardín de los cerezos".

- El poema que ha puesto con las fotografías de Manuel Casadiego, indica que se le ha pasado la rabieta.

Saludos. Gelu

P.D.: En el texto, no me gusta la palabra subnormal. Creo que sería mas apropiado decir necios, leído con mayúsculas.