viernes, 6 de febrero de 2009

SOLO MORIR EN PAZ

Eluana lleva nada menos que diecisiete años en coma. Esta hermosa joven italiana hace ya demasiados años que no se entera de la vida y se mantiene entre nosotros de una manera totalmente artificial. La derecha política y la iglesia católica, o sea, los de siempre, están haciendo lo imposible para negar lo que la ley, y sobre todo el sentido común, concede a ella misma y a sus padres: el derecho a dejarla morir en paz.

Cada vez que veo alguna imagen relacionada con casos similares, siento una gran pena y mis neuronas se ponen de verdad nerviosas. Todos estos extremistas fanáticos andan encorsetados en la idea de que la vida pertenece a un Dios, a su Dios, y que solo él puede darla y quitarla. Para nada les importa el sufrimiento del enfermo y de los familiares más directos. Vaya una moralidad esta que predica como ideal el sufrimiento. ¿De qué manera podemos pedir a la enferma opinión acerca de si quiere seguir viviendo o quiere morir? ¿Se le concedería ese derecho si lo hubiera manifestado por escrito? Si así fuera, no estaríamos más que en una formalidad ya imposible de cumplir. He ahí la moralidad de las formalidades, he ahí el fariseísmo más puro, he ahí la inhumanidad más diáfana. ¿A quién puede doler más esta muerte que a sus padres y a sus seres queridos? ¿No entienden que se busca, en un caso irrecuperable, la solución del mal menor? ¿Qué dios puede ser este que se apropia a su antojo de todo lo que existe y que reparte a discreción favores y maldades, dolores y placeres?

En las próximas semanas Eluana morirá, espero que apaciblemente, sus familiares descansarán más por la enferma que por ellos mismos y supongo que más de uno habrá hecho un ejercicio de reflexión acerca de estos casos. ¿Cómo se puede tener ese ensañamiento en nombre de lo que tendría que ser bondad y compasión?

Los dioses justicieros terminarán mordiéndose sus uñas por el remordimiento. Los fanáticos religiosos no se entiende que no estén incluso contentos y que no traten de acelerar ese paso del enfermo hacia la vida eterna. Si se comportaran así con sus propias personas al menos… Los célibes sacerdotes y monjas podrían plantearse la procreación como forma de dar más vida y de presentarla en el sufrimiento como sometimiento a la voluntad divina. Pero claro, esto es para los demás.

Es de nuevo la falta de razón, la sinrazón exacta, el dominio de todo lo invisible, la paja en ojo ajeno (no quiero un chiste fácil que me surge), las formas sobre todo, el sábado por encima del hombre, la imbecilidad hecha carne, el siglo de los tontos, la moral extraída de lo negro, todo lo que nos tiene como estamos.

7 comentarios:

Terapia de piso dijo...

Al momento de decidir todos quieren decidir...

José Roberto Coppola

Adu dijo...

Alucinante. Este es uno de los grandes temas tabúes en nuestro entorno. Habría que preguntar a los que dicen que defienden la vida qué querrían en el caso de que les sucediera a ellos. Imagino que nadie querría vivir en estado vegetativo.
Que la dejen morir en paz, vaya.
Lo último de hoy es que Berlusconi mismo quiere meter las narices.
http://noticias.es.msn.com/articulo.aspx?cp-documentid=13790232
Creo que hoy me levanté peleona.
BBD.

antonio dijo...

A ver si logro expresarme adecuadamente para no dar lugar a que se me malentienda.
Desde mi razón, desde mi posicionamiento político y desde mi falta de fe en las creencias de cualquier religión o iglesia, no tengo la menor duda en aceptar que, en las circunstancias en que vive (mejor, en que muere) Eluana no puede defenderse su continuidad vegetativa contra la voluntad de sus padres, ya que ella no tiene capacidad para decidir por sí misma. Hasta aquí mi postura al respecto.
Ahora bien, no me parece razonable culpar a la iglesia católica y a la derecha política de que, no existiendo el más mínimo resquicio de recuperación, siga manteniéndose la vida de esta muchacha. Yo creo que la cuestión es mucho más profunda y que el problema está en la propia legislación. Imaginemos que el hecho hubiera acaecido en España (lo digo porque no conozco las leyes italianas al respecto y porque también aquí se suscitó la cuestión en su momento); todos conocemos la posición tanto de la iglesia, como de la derecha en nuestro país, pero no son ellas las que marcan el paso respecto de la eutanasia –o no deberíamos consentir que fuera así- sino la propia Constitución en su artículo 15 al establecer que “todos tienen derecho a la vida”. ¿Cuál sería pues el camino? Entiendo que no puede ser otro que el desarrollo, en forma de ley, del contenido de referido artículo, para cuya aprobación únicamente se necesita el voto de nuestros representantes en las Cortes. La iglesia, como no forma parte de nuestro Parlamento, no podría impedirlo y tampoco la derecha, si es derrotada políticamente.
Dejemos, pues, que la iglesia –o sus representantes- opinen lo que les venga en gana, porque están en su derecho, y acaso sus fieles o gran parte de ellos no lo entenderían de otro modo, y que la derecha defienda sus postulados donde los tiene que defender, y tengamos claro que solo nuestros representantes políticos tienen la potestad de decidir cómo puedo yo ejercer mi derecho a morir dignamente. Me temo, sin embargo, que puede ser otra la razón (acaso el temor a perder votos) que impide a quienes tienen el deber de legislar, de hacerlo. Eso sí que sería verdaderamente lamentable.

Adu dijo...

Te expresas perfectamente, soy yo la que seguramente soy torpe.
No he culpado a nadie como sector político o religioso, solo he dicho que Berlusconi quería meter las narices, cosa que no debe hacer, sea de derechas, nazi o bolivariano, judío o musulmán. Debe callarse: su labor es otra.
Yo también soy partidaria de la eutanasia pero me temo que si legislan lo harán tan mal como muchas otras leyes, que luego no hay quien las interprete (ojalá me equivoque).
Gracias de todos modos por la intención de aclarar.

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Aclaro, por si acaso. El titular del blog se llama Antonio Gutiérrez Turrión
Cuando el titular del blog responde a algún comentario, lo hace con el mismo nombre, o sea, Antonio Gutiérrez Turrión, es decir con su nombre y sus dos apellidos.
Obviamente hay más gente que tiene el mismo nombre.
Todas las opiniones son válidas.
Todo ello para no causar malos entendidos.
Antonio Gutiérrez Turrión

Adu dijo...

Ah, vaya lío. Comprendida la diferencia.
Gracias.

antonio dijo...

Siento, Adu, que la firma de mi comentario haya podido llevarte al equívoco. Cuando digo que no son la derecha ni la iglesia quienes marcan ahora el paso en relación con la eutanasia, desde luego que no me estaba refiriendo a tu comentario, muy razonable por cierto y con el que estoy de acuerdo; trataba de ir más allá y pedir que se legisle al respecto para no dar pie a que otros sean nuestras conciencias.
Yo también me llamo Antonio, pero mi apellido es Merino. Mis sinceras disculpas a ti y a nuestro amigo Gutiérrez Turrión.