martes, 24 de febrero de 2009

BERMEJO ABATIDO

Tienes que echar el cierre y relajarte, dedicarte a las cosas del sentido, olvidarte de los malos humores y crearte tu mundo, comulgar con tu pan y cenar al amparo de un sitio reservado. ¿Te enteras, cascarrabias? ¿Qué esperas alcanzar menudeando en los predios ajenos, haciendo caso a todos los cotillas que pasean por el reino? Además, ¿quién coño te hace caso, bicho raro?

Será verdad todo eso, compañero, pero déjame desahogarme. Bien sabes que me corto cada día, que mis deseos serían los de llenar las líneas con palabras más gruesas y chillonas. Además, me sirve de desagüe y me serena. Bueno, no sé. A ver si es hoy la última y vuelvo a concentrarme en los volcanes de saliva, en los pubis de sombra y en los cuerpos tendidos con aspecto de diosa o de sirena. Llama más la atención, eso es seguro.

Ha dimitido -o han cesado en sus funciones, para el caso es lo mismo- el ministro de justicia, Mariano Fernández Bermejo. Vale. Un ministro, para la vida de casi cincuenta millones de personas, no tendría que significar ni lo que una gota de agua en el desierto. Así que a pasar página y otra vez al placer de los sentidos. Pero no es tan sencillo todo esto. Hay unos hechos que teóricamente han provocado esa dimisión y, sobre todo, hay unas consecuencias que alcanzan a la forma de vida de muchas más.

Aquí mismo se dejaron escritas palabras de rechazo por lo que simbolizaba aquella famosa cacería y las connotaciones que acarreaba. Los acontecimientos son los que son, y las conjeturas, siempre muchísimas más, también son las que son y las que seguirán siendo.

Muy por encima de todo esto, está el proyecto social y político que acompañaba la labor de este ministro y que había justificado su nombramiento. Tenía que ver con la puesta al día del mundo de la justicia: oficina judicial, nuevo reparto de tareas, acceso a la carrera judicial, horarios, recursos… Con la iglesia hemos topado, dijo Sancho (¿o don Quijote?, ahora no caigo). Tengo para mí que algo parecido se podía decir hoy, cambiando el término por el de justicia.

Este ministro poseía un carácter que, según cuentan algunos, no le favorecía mucho: no era demasiado dialogante y sí un poco arrogante y hasta he oído que intransigente. Tal vez por eso tuvo enseguida encima a casi todo hijo de vecino de ese mundo. Después vimos las huelgas como ejemplo. Hoy dimite y se marcha. No pudo con el pulso.

Se ha nombrado a otro, dicen que dialogante y de perfil distinto. Consecuencia: volverán los diálogos, los diálogos que piden los que quieren que todo siga en sus manos, se cederá a sus voces, seguirán ostentando los mismos privilegios, seguirá la justicia aguardando otros tiempos, y todos más contentos.

Sucede en la justicia pero ocurre también en todos los ámbitos de la vida. Siempre sale triunfante el acomodaticio, el que se ajusta a las exigencias de todos, también del que es más fuerte, el que no plantea dificultades al que está más arriba, el que vive al amparo de la dulce medianía, el que se calla y sigue, sigue con sus prebendas, por supuesto. Repaso cualquier puesto de la administración y me sale el mismo cuadro en la pantalla, la misma solución. Ay de aquel que se atreva a manifestarse con alguna claridad y con criterio propio. Tiene el camino hecho y es mejor que se olvide. Vale la componenda, el no alzar la voz, la no molestia, el ajustar sin relieve en la estructura.

Aquí hay que revisar con mucho aguante, y con mucha energía, demasiadas cosas, demasiados conceptos, demasiados poderes, demasiadas teorías que se dan por supuestas como tantos prejuicios. Y un campo que hay que arar con vertedera es el de la justicia. Y cuando sale un tío con dos bien puestos, todo se vuelve en contra hasta cazarlo, abatirlo y exhibirlo delante de la gente.

He robado el título de la entrada de hoy de un periódico nacional experto en caza mayor con identidad humana. Esta es una pieza más. Nada le importa con tal de cuadrar cuentas. Allá ellos. Yo siento otra vez vergüenza.

Bermejo es una anécdota, con todos mis respetos para él. Aquí se juega duro y se dispara con pólvora y con balas de grueso calibre. Hay gente acojonada que tiene mucho peso y que gobierna. Andamos marcha atrás. Lo pagaremos.

Vale, calma tus ánimos, recrea tu mirada en los confines largos de la tarde, suspira por los sones de esa música intensa y armoniosa, sueña con los perfiles que tú quieras: es gratuito. Y deja que se acoten los espacios. Tal vez tengas más suerte y te distraigas. Vale.

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