miércoles, 25 de febrero de 2009

DOS DÍAS DE LECTURAS

Estos días de carnaval me permiten refugiarme -algo más- en la lectura. Entre ayer y hoy han pasado por mis manos y mis ojos cuatro textos bien distintos de los que apunto cita: “Momentos transversales”, Antonio Manilla; “Hilos sueltos”, Fernando Menéndez; “Maquillaje”, Pedro Casariego; “Orfeo XXI. Poesía española contemporánea y tradición clásica”. Y cómo se comprueba una vez más lo extenso y lo variado que es esto del mundo de la creación.

“Hilos sueltos” es una compilación de aforismos, un género creo que bastante cultivado, aunque no tan publicado, que me deja, como todos los textos de esta cuerda, con el ojo echando chispas en algunos casos y con la sensación de la tontería y de la tautología en otros. Me quedo, por supuesto, con los del primer tipo y procuro explotarlos, repensarlos y en ocasiones glosarlos y extraer de ellos algo de jugo. Su lectura me ha vuelto a la memoria otros libros que he leído en las últimas semanas y meses del mismo tipo. Textos de Morante, de Comendador (aquel No pasa nada si a mí no me pasa nada) y de algún otro. Hasta en este palo tan concreto, las variantes son muchas, casi inabarcables. Quizás como en ningún otro se marquen los desniveles, incluso en la misma página. Y otra vez es la personalidad del autor la que florece en cada chispazo. Por eso los de tendencia filosófica, aquellos en los que puede más el ingenio que la idea, los que se manifiestan a corriente de los posos literarios. En fin, mucho aforismo, mucha idea condensada, mucho chispazo suelto. Cuidado con tocarlos con los dedos: dan calambre.

Los otros tres libros son ejemplos de la poesía más al uso, aunque bien diferentes. “Momentos transversales” es el más actual. No me parece definitivo, pero de él anoté varias imágenes y consideraciones que me pueden servir. Hay un deje de asunto personal, de poesía de la experiencia, más sentida que vivida, que me resulta próxima y que me agrada.

“Maquillaje” es ejemplo de la experiencia intensa pero solo para iniciados. Defiendo siempre que el acceso a la realidad desde el poema no puede ser el del acceso a esa realidad en condiciones normales. O sea, con el maestro fray Luis, que esto “es negocio de particular juicio”. Pero también es verdad que a mí no me gusta sobrepasar los límites de cierta claridad, de un hilo conductor y narrativo, y de una trascendencia simbólica. No es precisamente el caso de este libro. Y por eso lo aparto respetuosamente y lo dejo en el juego y en el cálculo.

“Orfeo XXI” me rejuvenece un poco y me pone contento y animado. Se busca en esta antología mostrar un buen compendio de poemas del siglo veinte con ascendencia clásica, con referencias griegas y latinas, con mitos en su base, con aproximaciones a los mundos que han servido de base a tantas reflexiones más recientes. Guardo en los anaqueles mi versión poética de las Metamorfosis: “En un fluir eterno e incesante (Metamorfosis)”, casi doscientas páginas de poemas basados en Ovidio, que me ocupó un buen tiempo, mucho esfuerzo, aún más satisfacción, que creo que tiene algún mérito, pero que aguarda paso y reposa tranquilo. Veremos qué sucede en el futuro. “Orfeo XXI” me ha devuelto las ganas de volver a los mitos y a las fábulas desde una versión libre, más libre y más maldita, más juguetona y personal, una versión en la que pese yo más que el poema clásico. Es un mundo que me atrae, creo que en él andan las bases de casi todo lo demás y el camino que he hollado me tendría que servir. Ya veremos. Tal vez será un intento fallido, como tantas veces.
No siempre leo a este ritmo de despachar cuatro libros en día y medio. Serán los carnavales y otras cosas.

Y otra vez me descubro dando opinión sobre otros textos cuando me había propuesto hace ya tiempo bajarme de ese empeño por incapacidad y por respeto a todos. Me salva que es tan solo en breve apunte. Vale.

Este era -y es- el primer poema de mi “En un fluir eterno e incesante. Metamorfosis”:

INVOCACIÓN AL CAOS

Y SIEMPRE me has dejado en la estacada;
siempre tras tu presencia en el principio,
en el principio de todos los principios.
Porque antes del principio,
antes del mar, la tierra,
todo lo que los cubre con su manto,
dicen que existía el Caos.
Y el Caos ¿es la materia?,
¿es el principio oscuro
que todo lo adormece y lo almacena
sin orden ni concierto?
¿En nombre de qué ley, de qué principio,
se deja desvalida la materia
y el principio, el impulso, el exabrupto,
¿de dónde tomó fuerza?,
¿!quién lo empujó a salir por los caminos!?

Tienes que dar la cara limpiamente,
sin inventar tapujos intermedios,
sin símbolos ni signos ni arquetipos.
¿Por qué nos sobrevives
con esta angustia a cuestas?
Queremos convertirnos
en tus dioses menores.

Después nos dormiremos
con el gozo aprendido
de que allí estaba el aire, el mar, la tierra,
de que el cielo y los astros, con su fuego,
fecundan desde lo alto nuestras vidas,
de que nosotros somos carne viva.

Y el dios arcano Caos
se mudará de trono,
y haremos comunión el universo.

Nota a pie de página: Vino además Manolo y trajo su botella de buen vino y pasamos un rato en mi terraza y hablamos y escuchamos a Bach y a los dichosos ortodoxos con su música excelsa y vimos caer la tarde con sus tonos cada vez más helados. Y nos pareció bien, como cuando se dijo que “el mundo está bien / hecho”.

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