domingo, 8 de febrero de 2009

SALAMANCA EN SU CASINO



Volvía ayer a mi madre, a su estancia en Salamanca, a compartir con ella unas horitas, unos pasillos largos, unos sonidos lentos y continuos, un estar y no estar, unos abrazos fuertes, unos besos muy gordos, otra vez la certeza de lo que es bien visible y una resignación que no quiere asentarse. Te quiero mucho, madre.

Después me fui al Casino, a un casi sí para un casi no. Nunca había estado dentro de esa casa, que debe de guardar muchos secretos de la alta sociedad de Salamanca. Allí, asentado al pie de la gran plaza, en el centro neurálgico de la vieja ciudad. Lo imagino un casino de los de gran empaque. El patio central y los salones dan buena cuenta de ello. Echo la vista atrás por un momento e imagino cualquier baile o reunión de hace unos años. Solo me salen funcionarios, ganaderos, industriales (pocos, que aquí nunca hubo muchos), gente cercana al clero abundantísimo, algunos arrimados a la universidad, y se acabó la lista. No veo reposando cafés ni matando el tiempo a ningún obrero ni a ningún mileurista de los de antes, solo a oscuras señoras muy pacatas rumiando los deseos y levantando el ojo para ver lo que niega. “Ese hombre del casino provinciano, / que vio a Carancho recibir un día, / tiene mustia la tez y el pelo cano…” Así me lo imagino yo, como el maestro.

Paco Novelty presentaba su último libro de poemas (“Aceros cargo”, así, sin hache) en ese escenario lujoso y escogido. Allí logró reunir a mucha gente. Paco es todo lo que es Paco y todo lo que le aporta Novelty, que es muchísimo en Salamanca. Creo que ya dije algo de este libro hace algún tiempo, cuando cayó en mis manos, tomado de la fábrica de siempre, del sello Comendador que lo ha editado. Con él fui a Salamanca, con él volví, y con mi sobrina Mariángeles. No era aquel precisamente mi sitio, pero no estaba mal allí sentado. Sobre todo por el tono distendido que, a pesar de todo, se le quiso y se le supo dar. Y porque me encontré con gente a la que hacía mucho tiempo que no le echaba la vista encima: el propio Paco Novelty, José Antonio Pascual (a ver si te hacen pronto presidente de la Academia, amigo), Paco Castaño, Marina y familia, Bartol… y mucho gentío más arrimado al jamón con sello campesino. A mi lado, mi sobrina Mariángeles me radiaba la fiesta mientras yo me marchaba con mi imaginación a esa Salamanca tan mezcla de gotas de cultura con quintales de botas camperas, de campos abiertos, de funcionarios y de clero guardando las esquinas. Siempre he visto así a Salamanca y ahora que la imagino desde la distancia no me sale otra imagen. Y siempre me deja un sabor agridulce porque le exijo siempre lo que nunca me da, una hoguera en la que ardan la razón y las letras, la investigación y la lucha, la duda y el progreso en todas las batallas. No, no es eso lo que me ofrece Salamanca.

Mi Salamanca es otra bien distinta a la que estaba sentada en el patio central de su casino, aunque me encontré bien un ahora y media.
La noche se cerró con un frío muy intenso, la carretera andaba tiritando y la nieve mostraba una imagen blanca.

TODO FUE NIEVE HOY

Pero es que hoy era sábado y el campo estaba frío de la helada nocturna. Había mucha nieve acostada en el suelo, dando blancura a todo, escondiendo la imagen que ha dejado el invierno. El invierno ha oxidado la ciudad y la ha dejado oscura. Por eso tanta nieve, para ocultar la vista de los colores ocres y darle una manita de pintura, con una cal blanquísima.

Hoy el paseo empezó sin ayuda del coche. Por el sendero arriba que sube hasta el juzgado y aspira a encaramarse en la carretera que cruza el Castañar, camino de Candelario.

Y ya jugaba Trucho con alguna mujer a la que preguntaba por un camino cierto para ir a Candelario. Él que se los sabe todos, que los transita todos, que los enseña todos. La buena mujer le seguía la corriente y trataba de dar información de la que nos sobraba.

Y ya fue sumergirse entre la nieve. He dicho sumergirse porque eso es lo que era. Todo el suelo fue blanco durante todo el tiempo. Todas las ramas, desnudas en invierno, se habían cubierto, púdicas, con su camisón blanco, un conjunto de raso, de blanco inmaculado. Y era tanta su carga, el peso de sus vestidos, que se doblaban reverentes hacia el suelo. Todo aquello era un arco brillante y argentino, albar, nevado, níveo. Yo no tengo palabras.

El paseo se hizo lento, sosegado, tranquilo, descubridor de imágenes que llevarse a la cámara, con voces espaciadas de admiración por todo. Y así en el sendero que nos llevó hasta el Castañar, en la carretera de Llano Alto y en el camino que apunta hacia el pantano de Navamuño.

Hoy sí que hicimos huella por la nieve, y comimos de pie, atestados de nieve, mirando y contemplando, con el silencio denso de esa nieve y el rumor del regato bien cercano. Ese vino bien frío y ese té calentito regado con las gotas de aguardiente, un bocado de queso o de chorizo…, en fin, como dice Manolo, una hemorragia de satisfacción.

La vuelta fue otra fiesta contemplando todo el horizonte tomado por la nieve. Charlando y caminando, volviendo monte abajo, regresando con calma hasta las calles de Béjar.

Tal vez sean los sentidos los que crean realidad. Al menos nos la filtran. Hoy fue día de la vista. Y la vista fue blanca, de un blanco muy intenso. Hacía mucho tiempo que no hollaba la nieve con un sabor tan dulce. Otra mañana ganada a la desidia y a la monotonía, otro trozo de vida más alegre, que no es poco.

4 comentarios:

Sinda dijo...

¿Puedes hacer una crítica de la poesía de Paco Novelty, como has hecho con otras lecturas? Es que me fío de ti, y no perdería mi tiempo leyéndolo si tú me dices que no es gran cosa. No puedes imaginar el mosqueo que me pillo cuando termino de leer un libro, y tengo la sensación de que he perdido el tiempo de mala manera. La verdad es que cuando me enteré (no recuerdo si por ti o por Luis Felipe) de que Paco era poeta, me quedé sorprendida. El recuerdo que tengo de él (de los primeros 70) no encaja con eso.
Besos

mojadopapel dijo...

Sinda Paco Novelty ,era de mi pandilla en Salamanca, y sí, te aseguro que en aquel entonces ya apuntaba maneras...pero en aquellos años ser poeta joven se consideraba romanticón y cursi..o loco...cuando he vuelto de Sevilla a Salamanca veo que aquel incipiente versificador a cuajado, y es original.

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

Me resulta imposible hacer una mínima crítica razonada y explícita en un comentario de este tipo. No tengo competencia para ello.
Pero puedo apuntar algúna senda:
a) Cualquier intento poético es loable aunque resulte fallido.
b) Los gustos poéticos son muy variados aunque deberíamos estar de acuerdo en que hay autores que no alcanzan el mínimo exigido para hablar de poesía y no solo de verso y mucho menos de rima provocada.
c)Yo creo que Paco alcanza los mínimos que pide un lector de poesía avezado, aunque no sea -para mí, y solo para mí- ningún poeta excelso.
d) Su principal valor está, según yo creo, en la ruptura de los registros lingüísticos, tanto en la forma como en los significados. Esto le da una chispilla muy agradecida a la lectura de sus textos por las sorpresas frecuentes con las que te puedes encontrar.
e) En algunos momentos me recuerda a Sabina, que también utiliza este recurso como base de sus composiciones; pero,claro, a Paco, en esta comparación, lo veo jugando en segunda división y a punto de descender.
f) Por lo demás, en las formas (versos, estrofas, figuras...) es bastante clásico.
En fin, qué quieres que te diga en pocas líneas. Lee y comenta. Ya nos dirás.
Y no olvides una cosa: en el fondo, la obra de cualquier persona termina respondiendo a lo que guarda como base en su vida y en su pensamiento. Mutatis mutandis y fingiendo lo que haya que fingir.
Un beso.

Sinda dijo...

Ya me has dicho más de lo que esperaba. ¿Que no tienes competencia como crítico? Jaja. Me río yo de los "competentes oficiales".
Y por supuesto que no olvido lo que me dices en el último párrafo. Siempre lo tengo presente.
Graciasssssssssss.