miércoles, 20 de febrero de 2008

SON DE CUBA

Llevo tres días en duermevela, y en ese ir y venir al mundo del sueño o de la consciencia escucho la radio desde la fiebre. Qué compañía más grata. Y qué velocidad la de su vida: un minuto es un mundo y una entrevista un todo. Por la radio me llega la noticia de que, en Cuba, Fidel lo deja como comandante en jefe y como jefe del Estado. Y enseguida se vierten en torrentes las más diversas opiniones. Todas coinciden en la apreciación de que algo cambiará. Nunca se sabe cuánto ni en qué forma.
También cuando se habla de Cuba me parece que, por lo común, se simplifican demasiado las cosas y en ese río revuelto siempre hay pescadores que están echando la caña. Por supuesto que en lo de la democracia como sistema menos malo coincidimos todos y todos deseamos que ese país, como los demás, camine en esa dirección; nadie discute que el colega llevaba ya toda una vida en el poder y que lo mejor que le puede suceder a una comunidad es que sus dirigentes se vayan y dejen el sillón a otras gentes con ilusiones nuevas. Ojo, aquí también, y en todos los puestos, porqe tendríamos para hablar y para no parar.
Pero la realidad cubana en estos últimos cincuenta años, con sus virtudes y con sus defectos, ha sido un referente para el mundo entero. Y quien haya querido mirar con ojos serenos y pausados tiene que haber visto lo que allí se ha hecho en sanidad, en educación, en música, en deportes y en tantos apartados del discurrir diario. Y todo frente al gigante americano, amenazando siempre, allí al lado, con sus bloqueos y sus embargos. La lógica de la Historia se va a llevar por delante al dictador, pero los historiadores no van a saber cómo desembarazarse de esta segunda mitad del siglo veinte en Cuba. Y los primeros que van a estar al tajo en positivo van a ser los disidentes actuales, que en su gran mayoría son disidentes pero reconocen muchísimos elementos positivos en esta llamada revolución. Quien conoce a alguno bien lo sabe.
La vida humana tiene que intentar regirse por la razón, pero no toda la vida cabe en la razón ni en el mundo de los códigos. Yo tengo que reconocer que emocionalmente tengo claras simpatías por Cuba y por lo que conozco de ella, por el referente que sigue suponiendo para tantas minorías del mundo entero que no saben a qué asidero cogerse para sentirse alividados. Me siento bastante reconfortado con los perdedores, sobre todo ante las teorias de historiadores revisionistas que apoyan sus afirmaciones en medias verdades y que hacen leña del árbol caído en cualquier época del año.
Me arrimaré a las canciones de Pablo y de Silvio. También son signos de vida, y de la que a mí me gusta.

No hay comentarios: