domingo, 10 de febrero de 2008

AVISPAS COJONERAS


Palabras de Juan de Mairena: "Es un intelectual, es decir, un profesional y hasta un virtuoso de la inteligencia. Excelente persona, por lo demás, pero... !tan poco inteligente!". Hay afirmaciones que encierran mucho jugo y que merecen ser contempladas con calma y con sosiego. Tengo para mí que estas de Juan de Mairena tienen rabiosa actualidad. Esta jodida sociedad no da ni agua a esa gente que le sale, como si fuera un divieso, y que aspira a llegar un palmo más allá del egoísmo y de las propias narices. Hay gente que se mueve perfectamente en el nivel de la lógica y del sentido común, ese del que se dice que es el menos común de los sentidos, de vez en cuando razona y hasta le da por proponer algún esquema de actuación trabado y general. Por si fuera poco, suele ser hasta buena gente: "excelente persona" la considera Mairena. Vale, todo estupendo, la gente lo mira, se queda como con la copla y musita sordamente algo así como "y este de qué va, qué iluso, parece inteligente pero qué poco inteligente es". Porque la enjundia de la reflexión está en la última parte: el inteligente es tan poco inteligente... El inteligente, para esta sociedad, es el que sabe sacar la cabeza en medio del marasmo y de la lucha feroz de cada día, el que sabe aprovechar mejor que los demás los resortes que le ofrece el mercado en beneficio propio, el que "se sitúa" y florece en la res pública. Bien se encarga la sociedad -acaso un poco más sus altavoces- de darle gusto al cuerpo y aplaudir con las orejas a estos héroes, a los que yo veo con grandes pies de barro. Los otros inteligentes, los de darle cuerda al intelecto, resultan avispas cojoneras que no hacen más que picar y que molestan, y parecen diviesos o granos purulentos, son gente peligrosa, mira si lo serán que a veces piensan. Por eso se les mira de reojo, se les ignora siempre, se les saca de la pista y se les abandona a su suerte.
Será porque ellos ponen muy poco de su parte. Je, je, je, no sé si no tendrá razón Mairena: "pero... !tan poco inteligentes!". Si dedicaran sus esfuerzos a algo más productivo, otro gallo les cantaría y los altavoces públicos les aplaudirían y los pondrían en peanas. Pero mira que dedicarse a pensar... Es que hay gente pa to. "Qué descansada vida..."

2 comentarios:

antonio dijo...

Cuando he leído la de hoy, me ha venido a la memoria tu entrada del pasado día cuatro, a la que dabas el título de “Goyescas”. No sé por qué, he relacionado inmediatamente a los intelectuales de los que hablaba Juan de Mairena con todos esos virtuosos/as que nos mostró la televisión en la entrega de los “Goya”. Son ellos los que están constantemente en el candelero de los medios de comunicación; los que sirven de referencia a nuestros hijos y a nuestros nietos; la imagen en que se fija (o nos fijamos) gran parte la sociedad. Ellos son nuestros intelectuales, profesionales virtuosos de la inteligencia y muchos, estoy seguro, hasta buenas personas. Y yo me pregunto: si dedican tanto esfuerzo al glamour ¿les quedará algún tiempo para pensar?. Y acabo con esta reflexión: mas le vale a Rodríguez Zapatero zafarse de la campaña electoral que le hace gran parte de estas gentes.

Por último y cambiando de tema: ¡Cómo disfruto con tus páginas literarias!

Er Schú dijo...

Hombre, Antonio. ¿Merino? Lo bueno de ser viejos, es que ya pocos nos la pegan con queso, que hemos visto mucho en la vida. Te acuerdas cuando corríamos delante de los grises mientras que el del avellano, el del abuelo en la mina componía y le cantaba al dictador esta canción:

“ Hay un país
que la guerra marcó sin piedad.
Ese país
de cenizas logró resurgir.
Años costó
su tributo a la guerra pagar.
Hoy consiguió
que se admire y respete su paz.
No, no conocí
el azote de aquella invasión.
Vivo feliz
en la tierra que aquél levantó.
Gracias le doy
al gran hombre que supo alejar
esa invasión
que la senda venía a cambiar.
Otros vendrán
que el camino no habrán de labrar.
Él lo labró,
a los otros les toca sembrar.
Otros vendrán,
el camino más limpio hallarán.
Deben seguir
por la senda que aquél nos marcó.
No han de ocultar,
hacia el hombre que trajo esta paz,
su admiración.
Y por favor pido siga esta paz”

Este, dando voces, da las gracias -por lo menos es agradecido-, a quien le llena la andorga. Y a Carmen Polo, se le caía la baba escuchándolo…
Es que… ¡manda cojones!