martes, 12 de enero de 2010

COMO SIN BUSCAR NADA

Como sin buscar nada, de la mano de Mila, compañera profesora de francés, al amparo de mis aficiones por conocer un poco el espacio y el tiempo que me habitan y que me han habitado, reconociendo, como hace Marco Aurelio, a toda una pléyade de personas que me han precedido y a las que les debo seguramente tanto y tan poco como lo que soy, han caído en mis manos unas páginas de la Revista de Fiestas y Ferias de 1961 de Béjar.

En sus páginas interiores se recoge un artículo elogioso de Arsenio Muñoz de la Peña sobre el antiguo instituto de la Béjar de los años treinta del pasado siglo. En la segunda parte da cuenta del movimiento que se está produciendo en la ciudad (1961) para intentar volver a abrir un instituto nuevo, el actual, ese en el que yo tengo tantas raíces que no sabría trasplantarme a otro sitio.
Y se me encogen un poco las carnes porque estas palabras me sugieren demasiadas cosas.

La primera es la ilusión con la que se debió de vivir la expansión de la enseñanza en toda España durante los años treinta y el ambiente cultural que se despertó en una buena parte de la población. En este artículo prácticamente todo es elogioso; y no parece que lo sea gratuitamente a la vista de los nombres que se citan y de lo que se cuenta de ellos: los bejaranos más viejos reconocerían a casi todos.

La segunda es la comparación mental que inevitablemente hago entre esta enseñanza pública y la otra dirigida en Béjar por los salesianos. La vida del S XX en Béjar no se puede explicar sin la presencia de los salesianos, pero su actividad tiene muchas ramas y muchos brotes, y son de todo tipo.

La tercera ya me lleva al nuevo edificio y al nuevo instituto, ese que se adecentó y se restauró en la estructura del viejo palacio y en el que, desde unos pocos años después de su apertura, pasé algunos cursos y al que volví después de mis estudios universitarios para no moverme de sus aulas nunca más. Casi toda la historia real del nuevo instituto la he vivido en vivo y en directo. Allí mis horas de estudiante, allí mis muchos años de profesor, allí los estudios de mis hijos, allí tantas cosas…

Creo que, con los datos en la mano, tal vez nadie se aproxime, en tiempo al menos (ojalá que fuera en algo más también), a mi aportación a la historia de este centro de enseñanza. Mi limitación de líneas solamente me permite abrir la ventana para el recuerdo y la anotación de que fue mucho y de muy diverso grado. Tiempo habrá.

N. B. Con la única intención de refrescar memorias y el ánimo de que no se vayan al cajón de sastre del olvido, recojo estas letrillas de otra publicación de Ferias y Fiestas de 1955. Nótese la primacía de las Ferias sobre las Fiestas y perdónese el escaso valor literario de las mismas.

“No he visto mejores fiestas / que Santa Ana en Candelario, / Santa Teresa en Becedas / y el Cristo de Navacarros.”

“En Candelario está el árbol, / en el Palomar la hoja, / y en Valdesangil está / la flor de mozos y mozas.”

“Madre, póngame la muda / que voy a Valdesangil / a comer leche migada / y a bailar el tamboril.”

“Cuatro cosas tiene Béjar / que no las hay en España: / El Bosque, La Corredera, / El Castañar y Santa Ana.”

“Morena de las morenas / la Virgen del Castañar. / En la hora de la muerte, / Ella nos amparará.”

“Yo nunca te olvido, / mi Béjar querida, / porque bebí vino / en casa Luchán, / y en Fuente del Lobo / hice el chocolate / y las merendolas / en casa de Juan.”

No hay comentarios: