lunes, 23 de noviembre de 2009

ALGO MÁS DE HEMINGWAY

El asunto Hemingway ha crecido sin que yo lo quisiera pero habiéndolo provocado: no debo quejarme de ello. Después de la especial conferencia del viernes, a la que me referí en tono de broma y salvando la capacidad del conferenciante, algún alma caritativa (muchas gracias, colega) me ha hecho llegar una copia de la entrevista radiofónica realizada, no al escritor sino a un entrevistador. Dura trece minutos y ya he tenido ocasión de escucharla. Sigo sin tener demasiado interés por la noche de Hemingway en Béjar, por lo que ya expresé, pero ahora tengo datos, bastantes datos.

La entrevista radiofónica se la hacen a Arsenio Muñoz de la Peña, que es quien, a su vez, entrevistó para la prensa al escritor, y él es la fuente de todos los demás datos. Confirma que el escritor norteamericano había venido hasta Salamanca para ver una corrida en la que toreaba Antonio Ordóñez y que volvía hacia Mérida, lugar en el que repetía cartel el torero al día siguiente. Le acompañaba su compañera del momento y un secretario, no una secretaria. No cita a ningún otro matrimonio. Da fe de que ingería licor abundantemente y se explaya en opiniones acerca del carácter del personaje y de sus cualidades literarias y humanas (estas opiniones siempre según la forma de verlo de Arsenio Muñoz de la Peña). Asegura que la entrevista la publicó en el Béjar en Madrid, en el diario La Gaceta y, más tarde, en el diario Arriba. Si la estancia se produjo en la noche del dos de septiembre de mil novecientos cincuenta y nueve, no será difícil acudir a las hemerotecas y dar con ella. Esta es, por supuesto, la entrevista para ser publicada en formato escrito. El conferenciante del viernes se refería a otra hecha para el formato de radio. Seguramente esta será más difícil de conseguir.

Lo que empezó como un juego, se me ha convertido, por obra de los buenos amigos (gracias Manolo C., gracias Gel B.) en una reseña algo más atractiva. Tal vez busque los textos en los tres periódicos y-esto es más difícil- la entrevista radiofónica.
Sigo pensando, no obstante, en la relación de fuerzas que tiene que haber siempre entre esfuerzo y resultado. Si no se armoniza un poco todo esto, podemos caer en simple costumbrismo o pasarratos. Así que unas paginitas de alguno de sus libros tal vez sean algo más provechoso. Pienso.

2 comentarios:

Jesús Majada dijo...

Por enredar un poco más en un asunto que no va a ninguna parte: el secretario que acompañaba a Hemingway sería, seguramente, Bill Davis (el dueño de La Cónsula, una hermosa finca en las afueras de Málaga en que se hospedaba, como invitado, el escritor); la acompañante podría ser Mary Hemingway, su última esposa; y en caso de que fuese una secretaria, se trataría de Valerie Hemingway, que luego fue su nuera.

JASP dijo...

Vaya para allá otro brindis, Antonio, y por enredar un poco más, como dice Jesús. Manolo Sánchez Varillas, a quien expresamente invité para que asistiera a la conferencia, por haber vivido la anécdota (no era el único de los presentes que la vivió), se levantó y aportó dos detalles divergentes con respecto a mi exposición: el gerente del Colón no era norteamericano sino alemán y Hemingway se dirigía a Salamanca, no a Mérida. Salvo la nacionalidad del gerente (yo sabía que se llamaba Robert Wiesbergen o Wiesverger), en lo que erré, al parecer, el resto es la memoria de Manolo contra lo que Ceferino García dijo en "La Gaceta" y Ángel Gil en "El Adelanto", ambos el 5 de septiembre de 1959: que venía de Palencia e iba a Mérida; también lo dice Arsenio Muñoz de la Peña ("Béjar en Madrid, 15 de julio de 1961): "Se dirigía a Mérida"; cierto es que Arsenio afirma que venía de Salamanca,pero para llegar a Béjar desde Palencia se pasa por Salamanca: es probable que allí comiera, antes de llegar a Béjar por la tarde. No le acompañaba un secretario, sino una secretaria, Valerie, una joven irlandesa a la que había "fichado" en los sanfermines previos y que luego sería su nuera: en sus memorias de esa época ("Correr con los toros. Mis años con los Hemingway, Taurus, 2005, p. 81) ella afirma haber estado en Béjar. Y estaba también un matrimonio, Bill y Annie Davies, siendo Bill el chófer de Hemingway durante todo aquel verano, como se pone de manifiesto en "El verano peligroso", el libro que escribió sobre el duelo Dominguín/Ordóñez, pero Ceferino confirma que estaban en Béjar; y estaba, por supuesto, su esposa Mary. Puede que Manolo tenga razón, pero va en contra de lo que se escribió en los periódicos y lo que afirma una de las protagonistas. Hubo, además, una entrevista con Hemingway hecha por Radio Béjar. Yo la consideraba perdida. No dije en mi conferencia que me comprometía a buscarla: dije que el presidente de la Cámara de Comercio, Ventura Velasco, me había confirmado que esa entrevista se conservaba en los archivos de RTVE, según le habían dicho a él. El que tenga ganas, que la busque. ¿Mereció la pena la investigación para lo que, al parecer, fue magro resultado? Cuando se comienza una investigación, no está garantizado el resultado. Buscaba documentar el paso (fugaz, sí) de un Premio Nobel por Béjar y si dijo algo de interés. No está documentado que Cervantes estuviera nunca en Salamanca, y sin embargo es harto repetida entre los capitalinos su frase de que enhechiza la voluntad de los que la visitan. Sólo pude saber (lo cita Ángel Gil) que dijera (vaya por Dios) que Béjar era "aburrida y pequeña". Todavía no se estilaba que fuera, además, estrecha. Hay una versión escrita e impresa de esa conferencia mía: se publicó hace dos meses y pico en la Revista de Ferias y Fiestas 2009 de la Cámara de Comercio. Allí aporto datos y bibliografía. Y allí digo que Béjar no aparece citada en "El verano peligroso", pero el manuscrito original consta de 1.025 páginas (el libro, en formato bolsillo, tiene 200)y se guarda en el John F. Kennedy Presidential Library & Museum de Boston, por si alguien tiene ganas de continuar la investigación donde yo la dejé. Lo mismo allí dice cosas peores todavía de Béjar. Pero había un motivo aún mayor por el que me metí en la investigación: mi padre fue uno de los muchos que se acercaron a pedirle un autógrafo a Hemingway. Conservo aquel libro como un tesoro espiritual. Una razón sentimental para investigar. Y vaya en el cierre otro brindis, porque el rigor no está reñido con el bueno humor.