jueves, 8 de noviembre de 2007

SIEMPRE OBRAS

Me desayuno, en mis últimos días de asistencia al trabajo, con unas obras que tratan de rehacer el maltrecho patio que da entrada al edificio en el que gasto mis energías. Allí, tres o cuatro operarios parecen querer arreglar un desaguisado reponiendo los adoquines que se han levantado y que han dejado todo aquello como si fuera un campo de minas o las orillas de un río de montaña. Recuerdo nítidamente la que se preparó hace muy escasos años (¿tres?, ¿dos?)cuando me dio por escribir un artículo denunciando la desidia con la que se trabajaba por parte de una escuela taller que dedicó meses, o tal vez más de un año, a enrrollar aquella superficie con los adoquines. Criticaba lo que significa no exigir diligencia en las obras públicas, no exigir diligencia en los encargados de las mismas y no tener en cuenta las consecuencias que eso conlleva para el resto de los usuarios, en este caso para los alumnos del instituto que allí existe. Poco faltó para que los monitores y la directora de la escuela taller no me colgaran en picota pública.
Pues ahí están los hechos: el suelo levantado por todas partes, el patio cortado para los coches, nuevos operarios trabajando en él y nuevos fastidios para todos otra vez.
Lo peor de todo es que temo que, de nuevo, la obra se vuelva a alargar hasta el día del juicio final, cuando uno tiene la impresión de que en poco tiempo tendría que estar en buen estado y utilizable. El ritmo de trabajo, visto desde fuera, no es precisamente muy acelerado. ¿No podrían haber dejado el trabajo para el período de vacaciones y así no molestar el desahogo normal de los alumnos? Mis reservas y mis críticas son las mismas ahora que entonces, mis apreciaciones también son las mismas. En más de una ocasión he dejado constancdia de lo importante que es en cualquier obra la atención que hay que tener a los perjuicios que se causan a los demás, a todos aquellos que aparentemente no están implicados en las obras. Parece que es demasiado pedir. A la administración de derechas y a la de izquierdas. Acaso sea más asunto de personas responsables que de ideologías. Yo más bien pienso que es cuestión de escala de valores, o sea, precisamente de ideología, de ver en las obras algo más que variables económicas. Venga, tíos, poned adoquines, allanad aquello y dejad sitio para los muchachos, que lo necesitan cada día y cada hora.
De Ávila nos llega la buena nueva de la presentación del trabajo de fin de carrera para Merce. Más vale tarde que nunca. Buen ejemplo de que quien quiere lo consigue, aunque sea desde el esfuerzo. Enhorabuena y al tajo. Hay que celebrarlo y lo haremos. Más ingenieros para la familia. A ver si desarrollamos el ingenio.

1 comentario:

Sinda dijo...

Entre obra y obra mira a ver si sacas tiempo para llamar a un relojero, y que te arregle el reloj del ordenador, porque la gente que te lee por aquí, por Málaga (que va siendo más) me dice que qué raritos somos los que participamos en tu blog, y lo dicen por la hora a la que escribimos. Y no es de extrañar. Tú por ejemplo, el día cuatro, dices que llegas cansado después de todo el día de viaje,y resulta que debajo de la entrada aparecen las 10 de la mañana. Y acto seguido, yo te digo "Buenas noches..." y salen las 13h.
Enfín, que enhorabuena por la ingeniería y por el ingenio.
Ah! Me olvidaba algo, y es que no me cansaría de decirte siempre, pero siempre siempre "qué miel la del bolero" ¿o era de Valero?