martes, 20 de noviembre de 2007

¿QUÉ MORAL?


El DRAE define moral como "la ciencia que trata del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia". Vale. Creo que, en términos de calle, entendemos por tal el conjunto de normas que nos impone una conducta determinada en nuestra relación con los demás. Puede parecer una tontería el hecho de abrir la posibilidad de defender la falta de moral, pero yo quiero abrir esta ventana, aunque solo sea como juego pasajero. ¿En qué medida es la moral una imposición social, una suma de normas de conducta en mi relación con los demás? ¿Qué pongo yo de mi parte en esos decálogos? ¿Cómo se favorece el desarrollo de mi personalidad con el desarrollo de la moral? ¿Ayudo más a los demás con el cumplimiento de esa moral o con el desarrollo de mis cualidades personales? No son pocas preguntas ni creo que nimias tampoco.
De entrada, rechazo la posibilidad de una vida digna sin una moral determinada. Sencillamente no la concibo. Pero sí me interesa saber en qué medida tengo que dejarme guiar por una moral impuesta, por una moral compartida o por una moral personal. Y tengo muchas dudas. El sistema social menos malo parece la democracia; en él participamos -al menos teóricamente- de la posibilidad de concretar las leyes y las costumbres entre todos. Pero qué lejos me queda todo esto. Y eso que soy un ser que lleva casi toda la vida opinando públicamente. ¿En qué parte infinitesimal participaré yo en un programa electoral próximo, por ejemplo? Ojo, y soy militante de un partido. Pero es que, "vengamos a lo de ayer", quiero decir a lo más próximo a nosotros mismos. ¿Cuánto es lo que me impone mi familia, o mis colegas, o mis vecinos, en mi relación con ellos? Sin duda mucho. Y en algunos casos con razonamientos obtusos e insolidarios. Mi vida anda llena de obligaciones sociales en costumbres y usos. Muchos sencillamente se me atragantan y no los entiendo.
Existe también una moral individual que no hay que echar en olvido y que no significa la no participación en la vida colectiva. A veces -acaso en muchas o en todas- implica una mayor actividad y un mayor compromiso individual. Porque las implicaciones te las curras tú, los principios los desarrollas tú y las ilusiones, los fracasos y los éxitos te los vives tú.
Sé que puede parecer que estoy poniendo las bases de una sociedad de egoístas y mi intención sería exactamente la contraria. Pero me gustaría una vida en la que el ser humano se sintiera tal, empezara desde cero e hiciera su vida como proyecto personal, cada momento como algo suyo, cada proyecto como un descubrimiento emocionante. Hay mucha energía por ahí escondida deseando salir a flote y hacerse fuego. La moral social siempre está poniendo losas encima y prohibiciones al canto. Necesitamos igualdad de trato porque sin ella todo es mentira después, pero también necesitamos caminos abiertos para correr, para violar la vida, para reventar las ganas, para vivir densamente.
No obstante, también sé que yo soy yo y mis circunstancias. Y que el yo no está separado de esas circunstancias sino que estas forman parte de su esencia y de su definición. De modo que, una vez más, transito el territorio de la duda, mi estado natural. Ufff.

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