domingo, 4 de noviembre de 2007

UN TIESTO MALAGUEÑO

No soy un buen jardinero, lo sé. Sí me parece que lo soy frustrado pues he de reconocer que una de mis pocas ambiciones -a estas alturas de la vida, ya ociosa- hubiera sido la de poseer un terrenito para tener mi casona en él y poder cultivar un buen jardín. Pero si no soy jardinero, sí fui en mi niñez carbonero, de los de cocer la leña en el monte, de los de atacar las carboneras, de los de subirse a ellas por la escalera de palos secos, de los de sacar el carbón, de los de tronzar los troncos de los árboles, de los de darle con mis pequeñas manos al sierro para serrar, de los de ver cómo los que tenían más fuerza que yo se afanaban hasta conseguir levantar las raíces del interior de la tierra; en fin, de los de jugar con los árboles al fuego y al sudor.
Los otros árboles del jardín también se escardan, se cavan, se plantan, se desmochan, se arican, se fumigan, se aroman, se huelen, se recogen, se replantan.
Hoy me interesa el árbol porque me he traído de Málaga un hermosísimo tiesto de amistad regado con la amistad de mis amigos, con las palabras y las atenciones de Jesús y de Sinda, cuidado con el esmero de Antonio y Mercedes, aromado con la ingenuidad y la naturalidad de Leticia, guardado siempre con la fidelidad de Pipo, acompañado y mimado con el amor de Nena, regado por todos los olores lujuriosos del Mediterráneo, salpicado con la presencia de Andrés, de David y su familia, de Elena y la suya, embrujado por la tibieza del sol que se resiste siempre por allí a dar su reino a los fríos. Y ha sentido el abono este tiesto del recuerdo de Juan, por el que hemos brindado en el recuerdo, y de sus hermanas Carmen e Isa, que lo guardan a la vera de la costa hasta que lo traigan pronto, para descansar definitivamente, a estas altas tierras bejaranas.
Yo fui con la simiente preparada, o acaso era un plantón ya bien crecido, pero todos ellos le han dado el vigor y el empuje que necesitaba, lo han afirmado en la certeza de que la amistad es algo que se busca y que se estrecha, que se cultiva y se riega. Os juro que yo he vuelto muy henchido , regado y desmochado, dispuesto para dar buena cosecha. El viaje ha sido largo y me encuentro cansado, pero hoy en mi casa huele como si en cada esquina hubiera plantada una dama de noche. Dejadme que os diga a todos que os quiero un montón. Un abrazo muy fuerte. Hasta la próxima que espero sea muy pronto.

1 comentario:

Sinda dijo...

Me ha gustado mucho esa amalgama de "Manantial sonoro"-¡qué derroche de saber!- y de olores mediterráneos. Sabía que aunque llegarías cansado del viaje, no dejarías de pasar por tu TERRAZA para rememorar el olor a jazmín y a dama de noche; por cierto, hoy he plantado otra dama en recuerdo de estos días con vosotros. Prometo regarla y cuidarla con esmero.
Buenas noches, Carbonerito de Salamanca.