jueves, 29 de noviembre de 2007

CIGÚEÑAS


Hay fechas destacadas cuya presencia anota en mí sensaciones bien concretas. Una es la de hoy. Se viene produciendo en los últimos años por estos días. El calendario marca que "por san Blas, la cigüeña verás". Pues no hay tal cosa. Últimamente, cuando llegan los primeros días fríos del bajo otoño, aparecen en lo alto de las torres y de los campanarios. !!Hoy ha llegado a Béjar la primera cigüeña de la temporada!! La he visto aterecida en lo alto del campanario de Santa María, sobre sus dos patas, como queriendo dormirse en medio de la helada. ¿Pero a qué venís con estos fríos? ¿Acaso no estabais mejor en las tierras más cálidas? ¿Qué aire os ha empujado hasta estas tierras altas? Tradicionalmente anunciaban los primeros vagidos del nuevo tiempo, los primeros avances del alargamiento de los días, las primeras briznas de calor. Ahora solo anuncian frío. !Porque queda todo el invierno por delante! Siempre había tenido frente a mi terraza un nido de cigüeñas. Las veía venir, las veía engüerar y críar, las sentía nacer, la contemplaba en sus primeros intentos de vuelo, las volvía a ver cuando los padres daban de comer a los hijos, casi las seguía en sus vuelos planeadores por encima de mi tejado... En alguna ocasión sentí deseos de invitarlas a mi terraza: tan cerca estaban de mí. Cuando llegaba el mes de septiembre, las veía marcharse y me dejaban triste y solitario. Un mal día, alguien tiró la chimenea en la que anidaban mis cigüeñas. Lo hizo por la noche y sin ningún permiso: no lo podría haber obtenido. Desde entonces me tengo que conformar con verlas en otros tejados, en otras torres, en otras chimeneas, en otros postes de la luz. Pero aquí llegan siempre por noviembre o en los primeros días de diciembre. Y luego discutimos sobre si se ha producido algún cambio en el clima. "Claro, como me lo ha dicho mi primo..." Por aquí las cigüeñas andaban descuidadas porque tenían siempre el supermercado del basurero abierto y comían sin precaución. Ahora se lo van a quitar. Habrá que ver cómo se las arreglan. Tal vez ya no puedan dedicar tanto tiempo a planear y yo no me pueda divertir tanto con ellas. Pero hoy doy fe de que están con nosotros, con nuestros fríos, con nuestros montes, con nuestros prados. Habrá que acogerlas con mimo. Esta mañana paré la clase para que todo el mundo contemplara la buena nueva. Yo lo haré con calma cada mañana, desde hoy hasta bien entrada la primavera. Después se irán de los nidos al cielo. Y yo me iré un poco con ellas en sus vuelos. Si me dejan.

1 comentario:

antonio dijo...

Si tú quisieras, propóntelo no más, nos harías volar, cada día, hacia el cielo límpido que se avista desde tu terraza. Si tú quisiera, nos harías volar, aunque fuera sólo por unos minutos, por encima de los vertederos mediáticos, de la gresca política, del glamur alienante, del dinero fácil, de las miserias de este mundo, del egoísmo humano. Si tú quisieras ... nos harías soñar un mundo distinto cada mañana.