miércoles, 28 de noviembre de 2007

CASI INVIERNO


El ciclo natural me sigue proponiendo la última realidad a la que agarrarme siempre. Parece mentira que, en época de tecnología y hasta de cambio climático, esto sea tan real. Yo sigo viendo soles y lunas, solsticios y equinoccios, estaciones, calendarios y fenómenos meteorológicos por todas partes. Por ejemplo, siempre hemos dicho que en Béjar existe un otoño que se puede alargar hasta la Navidad y que puede recoger una luz de paraíso. Ahora estamos en él, o, más bien, hemos estado en él, porque todo declina con el paso de los días. La luz anda encogida y anochece muy pronto, el frío ha deshojado casi todo y ahora ya todo es gris y oscuro de desnudo.
También yo me siento de otra manera según la situación natural. Ahora mismo entro en una especie como de hibernación, como de encogimiento, como de aspirar simplemente a la supervivencia. Todo es pensar que mejor recogido que en la calle, que sea lo que sea con tal de mantener el cuerpo a cubierto, que poco importa el gasto si se mantiene una temperatura agradable, que la calle puede esperar.
La naturaleza se ríe literalmente del ser humano y sigue su camino sin importarle un rábano las preocupaciones de los hombres, acude sin tardanza a la cita del frío y del calor, se reboza en la nieve y en la lluvia cuando le viene en gana, repuebla y desertiza, se venga sin prisas y sin clemencia... y, en definitiva, "pasa" de nosotros. Lo malo de todo esto es que nosotros no podemos pasar sin ella y que, si la molestamos demasiado, ella seguirá su camino, pero puede dejarnos a nosotros por el sendero.¿Adónde han ido aquellos refranes basados en los ciclos naturales que tanto servían de guía y que ahora andan arrumbados en los libros en listas interminables? A pesar de los pesares, todo sigue regido por las leyes de la naturaleza, todos seguimos mirando al cielo para ver si llueve o si nieva, o para ver si podemos realizar con garantías cualquier viaje. Sospecho que cada vez lo vamos a tener que hacer más, a pesar de todo. Después vienen las personas y sus hechos concretos, las relaciones, los gozos y las penas, pero solo después, y sumergidos en ese mar inmenso de la naturaleza.

En una lenta esquina de la tarde
he dejado mi cuerpo a la intemperie.
Todo es lenta quietud, nada me llama.
Soy agua, fuego, tierra, también aire.
Y nada más. Si acaso,
una humilde palabra, un débil eco,
un resplandor exiguo de la nada.

No hay comentarios: