lunes, 1 de diciembre de 2008

AMANECERÁ DIOS Y MEDRAREMOS



Acaba esta tarde un nuevo viaje novelesco tras los pasos de don Quijote y de Sancho. Hay gente que anota orgullosa las veces que hace cima en el Almanzor de Gredos o en cualquier pico de esos ochomiles que andan por el mundo. Yo he salido de gira ya bastantes veces con estos dos aventureros porque me han dejado seguirlos de paquete. Pero los sigo con un gusto creciente. Soy aguador o chico de recados y juro que no me importa porque me siento bien en su compaña. ¡Me enseñan tantas cosas! ¡Me río tanto con ellos! Bueno, a veces me pongo un poco serio y, en ocasiones, imito a Sancho haciendo algún puchero. Incluso de vez en cuando los paro y los increpo, les pido explicaciones, les aplaudo, les animo a seguir con sus peleas, incluyo algún amago de respuesta… Qué sé yo, me entrometo en sus cosas porque sé que son mías también en algún modo.

Volverán al reposo de los anaqueles, dejaré a don Quijote que descanse. Pero habrá de tener aniversario. Yo haré de milagrero y resucitará para volver conmigo y con su Sancho a hollar otros caminos y a desfacer más tuertos. Hay tantos por el mundo…

Mientras tanto, echaré unas palabras con Cervantes. Hablaremos de cosas de menos importancia. Le alabaré su empeño en dejar bien atados los detalles en la segunda parte de su obra. Yo la veo mucho más madura que la primera. Y, sin embargo, le daré un buen tirón de orejas por algunos descuidos que me parecen del todo imperdonables. Tomaremos un vino sosegados y le pediré explicaciones por la irrupción sin nada preparado del Caballero de la Blanca Luna en las playas de Barcelona, de su estampida dejando a todos a buenas noches, y, sobre todo, del vencimiento de nuestro caballero y sus consecuencias, semiescondidas en otros acontecimientos de poca monta, sin darle siquiera el molde de un capítulo entero y distinto. Seguro que me responderá que en su ánimo pesaba más el mundo narrativo de los episodios que el de la reflexión general, que él escribía a comienzos del siglo diecisiete y no a principios del veintiuno, y bla, bla, bla. Tendríamos para hablar durante mucho tiempo. No todo me complace, pero hay tanto de bueno en esta obra…

En fin, amanecerá Dios y medraremos.

4 comentarios:

Jesús Majada dijo...

¿De dónde es ese bosque inmaculado?

Antonio Gutiérrez Turrión dijo...

De aquí y de ahora mismito. Es el lujo y la lujuria que queda en el paisaje tras unos días de nieve.

María de los Ángeles dijo...

Qué maravilla!!! Pensé que eran nubes!!!

mojadopapel dijo...

Nubes al alcance de las manos, cielo a ras de suelo.