lunes, 24 de noviembre de 2008

UNOS TÍOS OPTIMISTAS

A menudo imagino la situación de mis antepasados y los coloco en su espacio y en su tiempo, acoto una variable pequeñita y me detengo en ella. Por ejemplo: ¿cómo se dibuja la vida de los hombres de la Edad de Piedra a partir de los utensilios usados para la comida? Cuchara, tenedor, cuchillo, plato, vaso servilleta, silla, cazuela, fuego, nevera… ¿No resulta alucinante todo lo que imagino? Y eran los abuelos de los abuelos de aquellos que fueron abuelos de mis abuelos. O sea, mis antecesores. ¿Cómo puedo yo imaginarme siquiera la existencia de un plato? ¿Y entonces los líquidos? Y, a partir de ahí, todo lo demás: la vivienda, la vestimenta, los alimentos, las relaciones sociales, los asentamientos, las enfermedades, la mortalidad… Todo, todo, todo.

Deduzco enseguida lo inútil y equivocada que puede resultar la explicación de cualquier período histórico desde el presente, sin realizar el esfuerzo de “ponerse en su lugar” y valorar desde sus parámetros y no desde los nuestros. Y entonces la Historia se me presenta como una sucesión de cambios casi discontinua que se agota en sí misma, por más que nos esforcemos en darle continuidad y en rescatar por todas partes causas y consecuencias. Y entonces me embarco en una pendiente que se desploma hacia el abismo y hacia la inutilidad y la sinrazón de todo o de casi todo. Y divido los tiempos en instantes. Y me pierdo otra vez entre la bruma de la duda y de la angustia.

Cuando pienso en estos antecesores, tengo que hacerlo concediéndoles un grado de optimismo casi infinito, pues no entendería su supervivencia si los contemplo desde este mi presente. ¿Cómo podrían haberse mantenido desde una consciencia de sus limitaciones absolutas? Y ahí están, dándome continuidad a mí también. Y yo dándoles las gracias por haberlo intentado, a pesar de todos los pesares. No quiero pensar ahora en el futuro por que no me asalte la angustia. Tuvieron que ser unos tipos absolutamente optimistas.

El instinto de conservación puede mucho, acaso tanto como lo que vale la vida entera.

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